COee6S4WgAAswFl

I used to be a flight attendant

(pinche)
En el avión no hace calor ni frío. Estás en movimiento.
En el avión las alfombras invitan a descalzarse, taparse, apoyar la cabeza en la almohada y ver una película. En el avión un té verde con jenjibre, un café con leche, unos chocolates. En el avión, los nenes chiquitos despatarrados en los asientos del medio mientras los papás les acarician los pies.
En el avión, el mundo desde arriba. Las nubes alrededor tuyo, el sol saliendo por las ventanillas de la derecha. Las cabezas de todos bañadas de naranja y dorado, los ojos entrecerrados, la sonrisa tenue. La bruma de las Cataratas, la inmensidad de la cordillera de los Andes, el canal de Beagle. No queremos verlo en fotos. Las luces de Las Vegas, La Torre Eiffel, el Océano Atlántico a las 4 de la mañana con la Luna brillando como si fuéramos el único testigo. No queremos verlo en fotos, queremos verlo desde arriba.
En el avión, unos fideítos pegados, un ragout de carne, un quesito untable. En el avión el mayor problema es ser lo suficientemente piola como para no hacer tanta cola en el baño.
En el avión Malbec o Cabernet. Agarrarte de la mano con tu compañero de viaje, besarte pensando todo lo que vas a hacer al llegar. En el avión, preocuparnos por ventana o pasillo. Calificando el viaje por su bandejita, por las luces del techo, por la programación de series. En el avión, gloria si hay internet.
Un hombre me enseñó hace más de 8 años, que este trabajo es una bendición, y que hay que ponerle todo el amor que tengamos, porque de ello depende que la experiencia del otro sea algo que jamás va a poder olvidar.
En un Buenos Aires-Roma este hombre le hizo unos sanguchitos a un pasajero de primera clase que no podía dormir. Eran las 3 de la mañana y haciendo un recorrido de cabina, lo notó inquieto; lo invitó al galley y charlaron, comieron algo juntos y el pasajero regresó a su asiento, más tranquilo y listo para descansar. Una conversación interesante, un café, unos chocolates, eso fue todo lo que hizo falta. Antes de aterrizar, el pasajero invitó al tripulante a almorzar a su casa junto a su familia. Tanto insistió en querer agasajarlo que el tripulante terminó aceptando, un chofer lo pasaría a buscar por el hotel cerca del mediodía.
El auto lo recogió y sin darle más información, salió de la ciudad. Después de casi una hora de viaje, llegaron a una mansión que el tripulante no había visto ni siquiera en las revistas. El pasajero era un conde, un duque, o uno de esos títulos de nobleza que nosotros desconocemos. Lo recibieron en un jardín impresionante, con una mesa armada que lo dejó boquiabierto, y toda una familia esperando para festejar: el era el invitado de honor.
Mientras degustaba los mejores quesos, riquísimas carnes y se empachaba de un vino que jamás había soñado con probar, pensaba: “La puta madre, estoy trabajando”.
Y así es. Tenemos un trabajo soñado, tenemos la posibilidad no solo de conocer lugares hermosos sino de hacerle pasar al otro un momento único. Yo intento no desaprovechar esa oportunidad cuando la veo. Lo que hoy hacemos por alguien, mañana alguien puede hacerlo por nosotros.
En el avión estamos cómodos, estamos a salvo, estamos bien.
El avión es una alegoría: disfrutar del avión es disfrutar del recorrido de la vida. No solamente ir de un lugar hacia otro, no solamente mover un pie adelante del otro. Te pido que recuerdes esto: subir a un avión no es simplemente viajar. Subir a un avión es acercarte adonde sea que te estés dirigiendo, de una manera especial y única, de una manera que los seres humanos no fuimos creados para hacer naturalmente. Cuando viajás en avión estás desafiando todo lo que nos dijeron que no debíamos hacer. Cuando estés en el asiento de un avión decite a vos mismo: “estoy volando” y te prometo que no lo vas a poder creer. Por unas horas, tus omóplatos no son tales, por unas horas, tu piel se vuelve pluma, y tus plumas forman alas. Por unas horas, todos tenemos alas.
El recorrido es lo más importante de este viaje, todos los libros, las películas, las canciones, se tratan de algún recorrido. No estemos tan ocupados en el punto de llegada que se nos olvide que estamos transitando algo que nos va a transformar para siempre.
Descubrí que en el recorrido de mi vida, la felicidad no estaba en el destino final. Todos estos aviones llevándome y trayéndome, todos estos pequeños viajecitos y la gente que aparece vuelo tras vuelo, mis compañeros, los pasajeros, los agentes de tráfico que me reciben al abrir cada puerta, todo el personal del aeropuerto… todos son parte de mi propia experiencia, y en definitiva, el día que me baje definitivamente del avión, ellos serán los que queden en mi memoria antes de acostarme a dormir. Todos estos años de cafeteras y várices, de nieve, palmeras, valijas y plataformas… se reducirán a miles de caras, miles de situaciones, sonrisas y ataques de risa. Se reducirán quizás a algo parecido a este blog.
Y cuando pasen los años, y mi piel esté arrugada y finita, se podrá leer en mis ojos que he visitado los mares, las montañas y las ciudades más bellas del mundo; se podrá leer en mi sonrisa que las personas que me cruzaron me enseñaron a detenerme y disfrutar el mientras; se podrá leer en mi cuerpo escrito en tinta eterna, la frase que me llevaré con más orgullo de esta tierra “I used to be a flight attendant”.

13 comentarios en “I used to be a flight attendant

  1. "Cuando estés en el asiento de un avión decite a vos mismo: "estoy volando" y te prometo que no lo vas a poder creer."
    Exactamente así, genia V! Qué bueno que lo puedas poner en palabras, qué lindo que puedas vivir de eso que te hace tan feliz, cuántos lindos momentos transcurridos… Hermosísimo post. Rita B.

  2. Qué lindo es leerte.
    Casi una terapia, para quien volar es un padecimiento.
    "en el avión estamos cómodos, estamos a salvo, estamos bien", repetiré como mantra…

  3. …. Lo que hoy hacemos por alguien, mañana alguien puede hacerlo por nosotros…
    Y cuando pasen los años, y mi piel esté arrugada y finita, se podrá leer en mis ojos que he visitado los mares, las montañas y las ciudades más bellas del mundo; se podrá leer en mi sonrisa que las personas que me cruzaron me enseñaron a detenerme y disfrutar el mientras.

    Festejo la dulzura de tu alma. Beso. Nora

  4. Sos tan tan tan genial. Adoré este post, me toca volar la próxima semana y me lo llevo guardadito en el corazón, para disfrutar de todo ni bien me suba al avión. Un abrazo, V!!!

  5. Simplemente excelente. Gracias miles por la compañía y hacer que esta vida sea pura alegría. Y gracias por ser una compañía en los más de 70 vuelos anuales que me obliga mi trabajo actual.

  6. Un poema.. excelente, dificil poner en palabras lo que sentimos cuando damos un primer paso dentro del avion quienes amamos volar, y vos lo hicieste bastante bien.. quiero que me flightattiendas en algun vuelo, algun dia, seria un privilegio.

  7. En un de los primeros vuelos de mi hijo, un SCL EZE, el les hizo unos dibujos a las TCP. Cuando ya estábamos por descender, medie tras esperábamos para descender, le trajeron de regalo una taza blanca de porcelana (o de loza, lo que fuera) y una latita de Sprite. Qué emoción! Encima lo hicieron entrar a la cabina y se saco una foto en el asiento del copiloto….
    Dimos las gracias y bajamos….
    No me di cuenta en el momento de registrar nombres ni nada de esas 2 azafatas amorosas, pero las busco desde ese día detrás de todas las bocas rojas que cruzo cuando vuelo.
    Con gusto las invitaría a comer, a tomar algo… Ya las reconoceré en otro avión, no me olvido de sus caras. Dejaron un recuerdo maravilloso para mi hijo y para mí…

Responder a María Florencia Rodriguez Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.