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Estúpidas historias de azafatas

(Pinche)
Las consecuencias de nuestras elecciones. Oh! Qué martirio.
Por levantar un perro agusanado e intentar dale una vida mejor, me gané el odio de mis vecinos. El perro no deja de ladrar. Dejé de salir, dejé el cine, dejé las cenas: lo único que hago es estar en casa. Pretendía pasar unas vacaciones calentita y el moho de mi habitación me enfermó durante casi dos meses. De la tos queda poco, pero del desgarro que se produjo por toser, aún queda algo. Sigo en casa, con los perros, peleada con los vecinos, agarrándome las costillas cada vez que sale un poco de tos. Hace muchísimo que no vuelo, el parte médico se extendió más de lo que planeaba, y la repercusión se sentirá fuerte en el recibo de sueldo, pero se sentirá más en las consecuencias de haber tenido tanto tiempo libre.
Veo pasar los aviones como algo lejano. Cortan el cielo arriba de mi cabeza y se me estremece algo en el pecho. Me siento expulsada de mi propia religión. ¿Qué tan imposible puede ser eso? “Madre de lobos y aviones, no me pueden expulsar” le grito al cielo con mi entre cortada y ronca voz, este despojo de medio de comunicación que dejó mi enfermedad.
Me acosté a dormir anoche, siendo muy tarde. Di vueltas en el sillón cama de mi living, intentando no moverme demasiado brusco para que no se cierre, ya que nunca se recuperó de una lesión en una de sus patas y, de vez en cuando, se dobla hacia adentro y te atrapa.
A mitad de la noche, los perros quisieron acompañarme y pisaron el colchón intentando acomodarse a mi lado. Las patas se doblaron y, como una suerte de pionono de metal, me vi envuelta en sábanas, colchón y perros, entrando en un universo que desconocía completamente.
Caímos hacia abajo con las manos y los pies extendidos, gritando cada uno en su idioma e intentando entender adónde estábamos yendo a parar.
¿Adónde iremos a parar?
Caímos sobre el colchón pero con un fuerte golpe. Se veía bastante oscuro. Miré hacia arriba recordando el país de Alicia, y me sonreí, para una vez que ocurren esas cosas… más vale disfrutarlo.
Claramente esto era un sueño bizarro, o la consecuencia de alguna mala pastilla de esas que comprás a las 4 de la mañana porque no te queda otra.
Al menos, estaba con los perros, eso me tranquilizaba. Caminamos descalzos pisando un pasto bastante suave y mojado. Creo que era la hora del rocío, se podía apreciar en el aire, en la propia piel, algo estaba cayendo sobre nosotros.
Caminamos hacia lo que creímos que era adelante, porque no podíamos ver mucho. Después de un largo rato una luz nos llamó la atención. El resplandor de lo que parecía ser una zona muy iluminada brillaba adelante nuestro. Hacia allí fuimos, descalzos, en silencio, los 3.
El pasto se fue extinguiendo a mis pies a medida que me acercaba a la zona de la luz, pasamos por una reja rota y entramos a algún recinto que todavía no podíamos definir. De pronto, calles, de pronto galpones, de pronto… aviones.
Mi corazón se detuvo por un segundo cuando los vi estáticos y enormes en lo que parecía una plataforma perfecta.
La luz de la torre iluminando todo, pero nadie, absolutamente nadie cerca. Ni en la torre, ni en las camionetas, ni en las mangas, ni en los aviones. Los únicos éramos los perros, los aviones, y yo.
Los perros se adelantaron, corriendo entre las escaleras y los camiones como si fuera un gran parque de juegos, un festival en el que todos habían desaparecido, en el que se habían evaporado para que pudiéramos disfrutarlo en silencio y tranquilidad.

Es cuando el silencio se vuelve tan abrumador y tan brutal, que las voces se hacen audibles. Es cuando tu propio cerebro se apaga que aparecen las ideas ajenas a insertarse como propias, aunque siempre lejanas, se abren camino para confundirse internas.

Las voces eran tan claras, graves, hermosas y sabias.
Me acerqué al primero de ellos y pedí permiso para subir. Con el permiso concedido, pisé una alfombra azul y gris. Me recibieron con luces bajas y asientos cómodos. Pregunté cómo era eso posible y la respuesta fue aún más confusa e imposible.
“¿Acaso pensaste que Juliet era el único que podía hablar?” Me sonreí.
Nunca jamás nadie me creerá esto. ¿Eso importa? Preguntaron. Los aviones no hablan. “Los perros tampoco y sin embargo todo el mundo les habla como a personas”. Por la ventana de la 1L miré a mis perros correr por la plataforma mordisqueando unos conos naranjas.
Sólo hablamos con quien sabe escuchar, con quien quiere escuchar. Sólo hablamos con aquellos que piensan que estamos vivos.
“O esto es un Toy Story de aviones o me está pegando muy mal la droga” dije.
Y los aviones se rieron.
Soy madre de lobos y hago reír a los aviones. Qué tan mal puedo estar de la cabeza?
Subí a cada uno de los gigantes a saludar. Hablamos en voz muy baja, escuchamos música, jugamos juegos, resolvimos acertijos, nos sacamos las caretas.
Parece ser que los aviones tienen campo AT. Se protegen de las agresiones como si fueran ángeles, dan la bienvenida a los buenos, le hacen pasar un mal momento a los malos; los aviones son caballos alados de metal: ven a través de vos. No podés mentirles ni engañarlos, sólo que no te enfrentan ni te ponen en jaque. Los aviones son la prueba de que todo decanta al final, son un filtro despiadado y silencioso.
Juliet aterrizó cuando todavía era de noche. Estaba distraída tomando unos juguitos con unos amigos de otra empresa cuando lo ví llegar. Se acercó algo avergonzado pero orgulloso a la vez, sabía que yo acababa de descubrir su gran secreto y que nuestras vidas nunca volverían a ser iguales.
“Juliet, los aviones están vivos” le dije riéndome.
“Tu perra está cagando en un 37” me respondió.
Corrimos a buscar a Adela y a Vento que habían cagado, meado y estaban maltratando unos almohadones con los dientes, los bajamos a los gritos y nos quedamos juntos hasta que empezó a aclarar.
Hacía frío en la plataforma cuando el sol empezó a salir. Juliet miró hacia adelante y dijo “¿Sabés que ya nunca más vas a poder estar lejos de los aviones, no?”
Asentí.
“Esto es cosa seria.”
Juliet, los aviones me hablan, saludo cada vez que subo las escaleras, creo más en la religión del avión que en mi propio Dios. No hace falta que me aclares que esto es cosa seria. Más que seria es gravísima.
“No te rías, éste es tu mundo.”

Volvimos caminando por el pasto mojado con los perros, ellos oliendo cosas, yo confundida.
Me acosté en el colchoncito, esperando que el espiral se revirtiera y volviéramos todos a mi sillón, pero eso no ocurrió. No soy Hermione.
Pasé horas en el colchoncito, muerta de frío, en una mañana con mucha niebla y sin poder ver el sol.
En un colchón sobre el pasto entendí que estos escritos son mucho más que historias reales y no tanto, ésto es mucho más que carritos de comida y gente yéndose de vacaciones, mucho más que azafatas, pilotos, valijas y turbulencias. Aquí le hemos dado vida a los aviones, de una manera que jamás había sido posible. Hoy los aviones tienen una identidad, hoy no es un 320 pintado con tres letras, hoy, porque VOS lo crees así, el Bravo Sierra Juliet es especial y no es uno más, hoy posa para tus fotos, hoy, te subís esperando poder escucharle la voz.
Le hemos dado vida a algo que mucha gente cree objetos inanimados. Dejemos que lo sigan pensando, juguemos este juego solamente ustedes y yo. Hagámoslo nuestro secreto, permitámonos volver a la época en la que sentados en el piso, con dos muñequitos en la mano, lográbamos que ambos tuvieran voz. Permitámonos creer.
Me quedé dormida en el colchoncito, acunada por sonidos de turbinas y voces graves y profundas.

Desperté vestida con mi uniforme, peinada con un gran rodete y unas trenzas, con la boca roja, las pestañas enormes y lista para volar.
Ya nunca más podré ser otra cosa, ya nunca más podré estar lejos.
Porque además de madre de lobos, azafata y cuenta cuentos, hablo con los aviones, y hay unos cuantos pequeños soñadores, que, gracias al cielo, me creen.

Gracias por no pensar que esto no es nada más que un lugar donde se acumulan estúpidas historias de azafatas. Gracias pero muchas gracias, por creer.

10 comentarios en “Estúpidas historias de azafatas

  1. Ellos hablan…. Respiran…. Yo los he escuchado y he sentido su respiración… Si te ha pegado la droga…. Tranquila no estas sola no eres la única… Con vos ya somos 2…. Solo quien tiene la locura y pasión por los aviones puede entender este sentimiento. Espero algún día nos cuentes algo del BFO o de mi querido BRA el olvidado CQS el viejo pero no menos valiente BET o por que no del BTM. Hasta la próxima espero pronto volver a leerte… Saludos

  2. V, no son estúpidas ni son historias, es la vida misma, tu vida misma, la vida misma que muchos quisiéramos poder traducir en palabras igual que lo hacés vos y no nos dá el piné.
    Gracias por compartirlas, y por dejarnos soñar a nosotros también.
    Bss.
    Asistenteviajero (Christian para los amigos)

  3. V, no son estúpidas ni son historias, es la vida misma, tu vida misma, la vida misma que muchos quisiéramos poder traducir en palabras igual que lo hacés vos y no nos dá el piné.
    Gracias por compartirlas, y por dejarnos soñar a nosotros también.
    Bss.

  4. Ya te dije que tenés que hacer con los vecinos. Veneno y listo. Yo también le hablo a los aviones (y a helicopteros y a hangares) el día que me contesten…. ese día va a ser preocupante. jajaja. Que te mejores, V.

  5. Hay veces que es preferible hablar con los aviones o con los perros antes que con algunas personas, vecionos etc.
    Muy lindo lo que escribiste, volve al "tuiter" se te extraña @gcolmenero

  6. Ellos hablan…. Respiran…. Yo los he escuchado y he sentido su respiración… Si te ha pegado la droga…. Tranquila no estas sola no eres la única… Con vos ya somos 2…. Solo quien tiene la locura y pasión por los aviones puede entender este sentimiento. Espero algún día nos cuentes algo del BFO o de mi querido BRA el olvidado CQS el viejo pero no menos valiente BET o por que no del BTM. Hasta la próxima espero pronto volver a leerte… Saludos

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