Young woman wearing black eye make-up, crying, close-up

El Triple Santiago

Lo que estoy a punto de contarles está basado en una historia real.
Ningún tripulante de cabina fue herido durante la duración del vuelo, pero (casi) todos resultaron seriamente dañados psicológicamente.
Decir estas tres palabras en simultáneo, en la misma oración, una detrás de otra, es cosa severa.
El triple Santiago es el Candyman de los vuelos, lo ves en el rol, lo repetís en voz alta, y estás listo.
Ya no hay como escapar.
El triple Santiago no se cancela jamás.

Este vuelo ocurre a la vuelta de una posta.
De la posta no quiero hablar, no me gusta hablar de mi vida personal, esta entrevista la doy para hablar de mi carrera, por favor, respeten mi decisión o si no me voy a querer ir.

Me acosté  a las 12 con toda la onda de dormirme, pero como dormí la siesta, no me dormí.
A las 2 estaba con los ojos como dos botones y recién cerca de las 3 entré al mundo de los sueños.
A las 5 sonó el despertador. Me bañé/me cambié/bajé.
Abajo había JUGO DE TORONJA y SANGUCHES DE PASTRON. Listo, gracias. Me voy en ayunas, dejá.
Me subo a la camioneta, van a los pedos, no sé por qué. Schumi les está ganando a todos, su especialidad son las curvas. Se me revuelve el guiso, llego arruinada y dormida, entro al aeropuerto, despacho la valija ( me odian en el check in, puedo advertirlo por un culo que se dibuja en su cara y por como en vez de salir palabras salen pedos).
Sala de briefing: jugar a impecabilidad. Salimos más cansados que antes de tanto aparentar.

Llegada al avión? qué se yo a las 6 de la mañana.
Embarcan diez mil millones de personas que tienen aliento al más allá.
Nadie entiende nada, uno sale con auriculares, el otro con documentación, el otro con cupones de DF, la máquina no funciona, la jefa nos mira con ojito de odio a través del mamparo, se sale de la vaina por cagarnos a pedos telepáticamente. Nosotros estamos idiotas, nadie sabe qué es lo que está haciendo mal, porque la verdad es que nadie sabe bien qué es lo que está haciendo. El primer tramo es un gol. Sale de puro pedo, porque como los pax están dormidos tampoco entienden nada, comen un poco, duermen mucho y lo único que quieren es que nos callemos, que dejemos de pasar con los carros y que les apaguemos la luz.
La jefa está adelante con sus cosas de vip, no rompe las bolas, pero nos espía igual. ( me doy cuenta)

Llegamos a Buenos Aires.
En ese preciso momento, uno enciende el teléfono mientras cincuenta mil personas salen del estadio de river del recital de Roger Waters y se meten todas adentro del avión, a cambiarte los carros de comida, pasar la aspiradora, limpiar los baños, traer auriculares limpios, cambiar las mantas, buscar cosas perdidas y gritar. Las dos puertas se abren y entra un viento que me deja el rodete en la recalcada concha de la lora, un buen samaritano me rompe las medias al pasar, y yo odio al universo. Llevamos en traslado 73 carros de duty free con distintos números de DNI y destinos y hay que firmar un sinfin de planillas que no estoy segura que estén bien. Trato de mirar los sellitos y de verificar los números. Por SUERTE el resto de los carros están adelante, así que saltando la aspiradora, pisando las bolsas, las cabezas de las personas que luchan por pasar asiento por asiento para lograr pasar la pantalla y llegar al último monstruo para finalmente, bajar… Lo consigo; llego al galley delantero, es una creamfields.
La jefa se está morfando los restos de quesos y panes varios y tiene la mesada como si fuera el hotel Alvear.
La miro con odio, le robo un queso y controlo los papeles.
Claro, el chabón de duty free ya se bajó.
Chau pibe gracias.

De pronto en 22 segundos embarcan embarcan embarcan!
Vamos full.
Mucha gente va en tránsito a Miami. Eso es lo único que voy a decir al respecto de nuestros pax.

Esta vez, con un poco más de conciencia, se entregan las cosas en el momento correcto, con una coordinación mejor pero con menos paciencia.
Mi media rota y una bolsa de pedos que me traje de Santiago me están haciendo el día un poco largo.
Un pasajero se queja de que no le funciona el audio. No hay asientos libres para cambiarlo de lugar.
Alguien pide una almohada. No hay señora disculpe. Pero la señora se enoja y recuerda el precio del pasaje, así que voy adelante y le pido a la jefa si me da una de adelante, ya que no tiene la cabina full. La señora jefa en vez de decirme simplemente que no y dejarme continuar con el embarque, me recuerda una parte importantísima ( y larga) del manual y, finalmente, me libera diciéndome que no.
Voy y le digo a la señora que me disculpe pero que no tengo más.
Me putea en arameo.
El servicio sale bien, todos desayunan rico y nos devuelven la basurita listos para el siestín.
Yo tengo ácido en los ojos, necesito dormir.  Mientras nosotros estamos explotando los carros en el galley y bañados de sudor y néctar de manzana dulce, vaciando los vasos, ordenando las cafeteras, se caen nuestros sacos, se vuelca el hielo, los pasajeros nos miran desde la cola del baño, un TC bruto les cierra la cortina en la cara como si fuera la puerta de una limo a la que no pueden pasar. Nos llama la jefa para saber si vamos a salir con el duty o si apaga las luces. Salimos con el duty, la jefa no tiene ningún interés en ayudarnos por más que tiene un pasajero solo, debe estar en este momento tomándose un café con la revista gente y con el culo apoyado en las 11 almohadas sobrantes que no me quiso prestar.
El carro del duty baila por la cabina, oscilando entre las filas de emergencia, hacia atrás y hacia delante, dejando pasar a la gente que quiere pasar al baño y que vuelve del baño. Ponen los carteles, vamos al galley, volvemos a la salida de emergencia porque viene una señora con un bebé, la dejamos pasar, volvemos hacia atrás, se para una señora, señora sientese que estamos con carteles, y entonces ustedes que hacen con ese carro si estamos con carteles ( cara de ofendida), es que estamos tratando de pasar, y sacan los carteles y entonces volvemos para atrás, pero se paran 5 personas en distintas filas y esto es algo de nunca acabar.

SEÑOR TRIPULANTE: USTED NO PUEDE PROHIBIRLE A UN PASAJERO QUE VAYA AL BAÑO.
(sé que si pudiera, lo haría)
Así que cuando estoy por terminar la primera de las ventas anticipadas que tenía, el capitán dice que estamos en la cordillera, a mí no me importa nada porque soy el as de las turbulencias, las cordilleras y las ventas de duty free, así que me quedo en el medio de la cabina y le digo a mi compañera con cara de heroína que se sacrifica por la humanidad “Vos andá, me quedo yo”. La conchuda se queda y terminamos la venta.
De pronto la cabecita archienemiga de la jefa se asoma entre la cortina y el mamparo. Llego a divisar como le tiembla el ojo y la adivino dirigir su mano furiosa hacia el interphone… en menos de tres segundos suena el inter de atrás.
Me río de Janeiro y le dijo a la conchuda, “Mejor vamos para atrás”.
Los pasajeros que tenían compras pendientes nos dejan muchos besotes y nos vamos a sentar.
Cierro el duty mientras un compañero que es un bombón, me acerca un vaso de agua caliente y un omelette verde, frío, walking dead.
Dejá flaco gracias, sos un amor, pero si rechacé la toronja y el pastrón, te podés meter el omelette verde bien en el culo, no sabés que hay que calentarlo menos tiempo? NO LEISTE LA CIRCULAR QUE SE LLAMABA CALENTAMIENTO CORRECTO DEL OMELETTE!!!?? NO VES QUE SOS UN INUTIL; A VER DECIME DE QUE CURSO SOS? !!??

ommm.
CRM CRM.
(o CMR? siempre me lo confundo con la tarjeta de Falabella)

Aterrizamos en Santiago.
Me meto en el baño, me golpea una señora que quiere entrar a limpiar.
Ay señora si no me deja tirarme estos pedos de una buena vez le juro que me pido la guardia, deje de golpear, vaya a limpiar el otro que acá estoy haciendo malabares por no mearme la pierna la puta que la parió.
Siguen golpeando.
Se escucha “Hay alguien o está trabado?” Y antes de que pueda contestar, miro con ojos de terror como la traba ROJA pasa a VERDE y están a punto de verme en mi posición menos deseada. Pego un alarido onda SPARTA y la señora vuelve a trabar.
De verdad, hay alguien que pueda cagar en el avión¡?? No sé cómo lo hacen. Yo no puedo ni mear sin que me abran la puerta.

Otra vez se llena el avión de Creamfields y River Plates, yo me abstraigo de todo tapándome las ojeras y pensando que cuando llegue me voy a dormir sin sacarme ni los tacos.
Terminan y se bajan.
Quedamos en paz, ya están por embarcar.
Un señor me hace una seña desde abajo de la escalera, sonríe mientras sube y me dice que se viene a llevar servicios porque hay 3 de más. 3. TRES, tres, TRES, 3, TRES, de más.
El tipo vino caminando desde donde Cristo perdió las chanclas por 3 TRES muffins de zanahoria.
Jodeme.
Jodeme que es verdad.
Entonces me dan ganas de pelearlo y le digo que no se los lleve, que si sube alguna mamá con su bebé, o se me cae un muffin al piso, no tengo nada más para ofrecer. El, en seguida, me imagina como una gorda valor, comiéndome todo lo sobrante encerrada en el baño, babeando zanahoria por las axilas, diciendo “my precious my precious” mientras tiro pedacitos al aire y revoleo la cabeza como los gorriones.
No señor, no me los quiero comer, usted se cree que me llamo MuffinGirl, no señor no, lo que quiero es tener una opción, tener alternativa si alguien me pide algo, por favor, un poco de criterio, un poco de razón! El señor llama por handy al jefe y le dice que me resisto a devolverle los 3 muffins.
Los pasajeros están embarcando, estamos con combustible y yo no lo puedo creer. Le digo que se los lleve ( se los lleva) y me quedo en el galley pensando en lo triste de mi destino.
Abro el horno y encuentro el omelette verde. Tengo el estómago pegado al pulmón. Con los ojos cerrados pincho un pedazo y cuando estoy degustándolo ( no sabe mal) me suena el interphone. La jefa quiere saber por qué no estoy en el embarque. Por desgracia, encima, con su mirada láser, me ve masticar.
Con el espítitu derrotado, vuelvo a la cabina.
Embarcamos, es la una menos diez.
Despegamos, y en el jumpseat giratorio, me tomo un vaso de líquido que alguien me alcanza gracias al cielo. Me humecto las entrañas mientras el avión se sacude y la gente, tensa, mira por las ventanillas.
Yo sueño con un marinero que  tiraba una cuerda a un perrito que estaba comiendo en un balde azul, mientras  venía un tipo con unos bifes con olor rico y alguien aprieta el flush.
Ah que bien, me despierto con el sonido del flush, lo que significa que un pasajero se paró con los carteles encendidos, me pasó por adelante mientras me quedé dormida en el jumpseat giratorio y se metió en el baño. Encima me quedé dormida con el vaso en la mano, onda, de borracha es eso. Todo mal.
Se asoma la cabecita mínima de la jefa, allá por el fondo y hace el anuncio recordando a los pasajeros que deben permanecer sentados. Eso quiere decir que me vio.

Lindo debriefing te espera, V.

Finalmente, se detiene la turbulencia, se cortan los carteles. Arriba, a trabajar. Son las 14 horas y el descenso empieza a las 15.
Lo que corremos, no tiene precedentes.
Y acá es cuando ustedes dicen que en Lapa hacian Córdoba con comida caliente, choice, champagne y repetición de vinos.
Siii, ya sé, somos unos muertos, no entendemos nada. No nos importa.

Termino el servicio y corro a armar el carro de duty free, salgo a la cabina, hago dos ventas manuales, dejo pasar a 365 personas que van y vuelven del baño, entrego biromes, le paso por encima a unos diarios, golpeo 7 rodillas, piso una mochila, le salvo la vida a un bebé recordándole a la mamá que la cabeza va del lado de adentro. Nos mandan a asegurar cabina y yo estoy en el galley con el delantal puesto pero desanudado, el pañuelo a medio poner, el rodete explotado, el labial corrido hacia arriba, metido en  las comisuras secas de mi boca, el chivo a pleno, el culo ni te cuento y el duty free sin cerrar.
Me falta plata, me faltan cupones, me quiero matar.
Escribo informes como condenada y finalmente, del delantal de mi compañera, aparecen los faltantes.
La congelo con la mirada, abro los sobres, meto más informes y aterrizo en el giratorio con los papeles encima y la birome detrás de la oreja.

EZEIZA.

Bajamos en la posición 30.500, nos vienen a buscar y paseamos por plataformas que no sabíamos que existían. En migraciones, hay cuatro sillas de ruedas, mamás con bebés, dos mujeres embarazadas y tres tripulaciones más. Genial, somos los últimos. Para siempre.

Derrotada, recorro el Duty. Agarro un Jagermeister y unos chocolates y voy a pagar.
Los pasajeros en la fila me reconocen del vuelo.
Con mis brazos caídos al costado del cuerpo y el Jager colgando, quiero decirles, SI, soy alcohólica, ahora puedo serlo, cuando llegue a mi casa, puedo embriagarme y vomitar, puedo sentarme en el inodoro y mear sentada como corresponde y puedo comer COMIDA y tomar agua, y sales minerales, y puedo tirarme a la cama y dormir como duermen ustedes mientras yo me presurizo más y más, puedo darme una ducha de agua caliente y gritarle a los azulejos, puedo apoyar la cabeza en la almohada, puedo DESCANSAR.

Soy la primera en la fila, la cajera del duty sonríe con lástima ante esta azafata devaluada.
-De qué vuelo venís? dice mientras tipea.

-Del Triple Santiago.

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