El galley delantero

3512145780_af3683aa52Fue una noche durísima.
La perra se despertó dos veces entre las 12 y las 4.10 am que era el rango horario que tenía para dormir antes de mi primer vuelo.

Me desperté sobresaltada las dos veces, la saqué a pasear para que hiciera pis y no tuviera que aguantarse ni sentir dolor, la miré respirar mientras se dormía, la acaricié y me volví a acostar. Dormí 20 minutos.

A las 4.30 salí de la cama y abrí la ducha, me bañé, me peiné, me puse el uniforme, y encima de todo… el saco azul.

El saco azul es sinónimo de haber llegado a un claro en el bosque. El saco azul es una palmada en la espalda y es un té verde con leche a las 9 de la mañana. El saco azul es Paul Van Dyk en horario central, es soltar el embrague y que no se apague, es una sonrisa de galgo, 12 cuotas sin interés, pasto verde recién cortado, embarcar con el 00, salir del inmae, comer en mcdonald´s y no engordar. El saco azul es, para mí, el galley delantero.

Ayer me tocaba el BTM, tormenta, líos, demoras, que se yo, llega el capitán y anuncia el cambio de equipo.
Quién podría ser?
Ustedes lectores del bitching deberían saberlo. Quién podrá ser?
El Sierra Juliet. y sí, no es un error de tipeo, no me retracto: el Sierra Juliet no es qué sino quién.
Mi preferido, el más hermoso, el mejor.
Si, sin VTR, sin espacio para guardar los zapatos ni el delantal, con la división por cabinas en los timbres de llamada, (tocan fila 4 y suena atrás, los de atrás creen que irán los de adelante y los de adelante siguen morfando porque no les suena)…así y todo Sierra Juliet, Bravo Sierra Juliet, el avión de mi primer vuelo en Enero del 2009.

Subi la escalera por primera vez con el saco azul. Y antes de poner un pie en la alfombra engomada del galley delantero, me persigné en mi propia religión, la religión de los aviones, incliné la cabeza y le pedí permiso para entrar, porque el Sierra Juliet es mi hipogrifo, mi Buckbeak personal. Me aceptó nuevamente, como en el 2009, y por primera vez, le toqueteé el FAP, abrí y cerré la puerta del cockpit todo lo humanamente posible y descolgué el interphone para cada uno de los anuncios que correspondía, el de demo en vivo incluído.
El me respondió con el cariño que lo caracteriza, por un rato me acercó a todo aquello que desconocemos, a lo que le tememos, a lo que más ansiamos. Me mantuvo suspendida durante horas, me dio perspectiva, me alejó del enmarañado telar de la superficie terrestre y me devolvió, sana, salva y un poco más sabia, liberándome de la segunda actividad y abriendo su puerta en la plataforma de aeroparque, por primera vez, con mi saco azul.

Me alejé del avión rezándole a mi propia religión. La religión en la que si lo deseás de verdad, sin miedos, sin culpas, sin prisas y sin pausas… lo conseguís.

Me despedí hasta mañana del Bravo Sierra Juliet y con mi saquito azul, simbolo del galley delantero, volví a casa sabiendo que, a partir de ahora, podía intentar transmitirle a cada uno de los que quisieran escuchar, que no hay lugar más hermoso para estar, que este donde estamos hoy.

Hoy, mi lugar, es el galley delantero.

5 comentarios en “El galley delantero

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