El capitán madrugador

1256564883844_fMe desperté sigilosa a las 2.15 am, una hora antes de mi búsqueda y de puntillas me metí en el baño. Intenté no hacer ningún ruido para no despertar ni a mi compañera de casa, ni a los gatos.
Cerré la puerta despacito y levanté el carry por el pasillo, para que las ruedas recorriéndolo no molestaran a los vecinos.
Me subí al remis y cerré despacio sin dar portazo, cuidando ese equilibrio natural que se debería cuidar a las 3.20 de la mañana. El chofer tenía lo que adiviné era la Aspen, a volumen muy bajo, y cerré los ojos mientras recorríamos la autopista Illia. En la bajada de costa salguero los abrí, firmé el voucher e intercambiamos algunas palabras de recién levantados. Me compadecí de los pasajeros que ya hacía más de una hora que esperaban en aeroparque.
A esa hora, intentamos no invadirnos, nadie grita, nadie pregunta, nadie habla de más. Nos limitamos a cumplir con los procedimientos y encargarnos de lo nuestro sin pisotear la sábana del fantasma medio dormido que tenemos al lado. En el avión, cerramos los bins con sumo cuidado, para no hacer ruido. La jefa no enciende casi las luces y nos arriesgamos a hacer un servicio en penumbras, para preservar el buen descanso de los pasajeros. En voz bajísima les preguntamos:”Quiere un cafeeé?” A lo que ellos asienten, sin importarles si azúcar o edulcorante, si cortado o negro.
Y de pronto como el peor baldazo helado de agua en pleno invierno, como la mano del zombie agarrándote el talón cuando sacaste el pie afuera buscando fresquito… Se escucha un sonidito a micrófono y respiración… “BUENOS DIAS SEÑORES PASAJEROS LES HABLA EL CAPITAN” a puro grito, con el volumen del P.A. en su máximo esplendor, con toda la energía de las 3 de la tarde, el señor Comandante te hace un anuncio PRESENTANDO A LA TRIPULACIÓN CON NOMBRE Y APELLIDO y deseándoles a los pasajeros que se relajen, cuando más de 20 de ellos se acaban de agarrar el pecho para que el corazón no se les salga del julepe que se pegaron.
Eso no es nada… 40 minutos después te hace el de INFORMACIÓN DE LA RUTA y les cuenta a los pasajeros POR DONDE ESTAMOS PASANDO. Recuerden: son las 6 de la mañana y afuera, una boca de lobo, los pasajeros se presentaron en el aeropuerto a las 2, sin dormir, y tienen un vuelo de casi 4 horas por delante.

Pero en la cabina de mando, el día ya ha empezado, ellos han dormido 8 horas, han tomado su café y ven el sol antes que nadie. Sólo cumplen con lo que está escrito, son amables, cálidos e informan.

Mientras tanto, nosotras volvemos con el carro, diez filas atrás, a servirle a los recién despiertos walking dead bostezones que nos piden cerebros para desayunar.

Mientras tanto, en Buenos Aires, una nueva hora… comienza.

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