Un enigma risueño de la vida: en una noche de tormenta, en un avión, podían vislumbrarse rayos y centellas por las minúsculas ventanitas, el cielo se iluminaba íntegro con cada relámpago que atravesaba el horizonte. Cada vez parecía estar más cerca, casi podía escucharse la lluvia golpear contra las alas del 320. En el cockpit dos pilotos, en el galley delantero dos tripulantes, en el galley trasero, otros dos. Todos ellos, en servicio.
En la salida de emergencia, 3 pilotos. En traslado. Enfrente de ellos, dos tripulantes, también en traslado.
La curiosidad es: estas 5 personas, profesionales, acostumbrados a volar, intrépidos, valientes, instruidísimos!! Cagados hasta las patas por la tormenta. Agarrados de los asientos, sudando, charlando nerviosos, ajustadísimos a los cinturones.
Cómo es posible que el sólo hecho de viajar en calidad de pasajero nos haga tener los miedos propios del pasajero?
Se comentaba por la salida de emergencia de ese airbus que volvía de Córdoba, que todos hubiesen preferido estar en su puesto de trabajo para sentirse más cómodos y seguros.
Los pilotos en el cockpit, los tcs en sus puertas.
Una demostración más del tamaño del ego de la gente que pasa el inmae.
Aclaremos que era la tormenta cuasi huracán que hizo volar a todo Cordoba!
Y no creo que sea ego esto, debe ser mas bien sentirse en el lugar equivocado.