Los principitos.

Los tripulantes estamos obsesionados con los fantasmas.
Creemos que en todos los hoteles hay “habitantes del más allá” que nos mueven las perchas, nos abren las ventanas y nos piden el wake up call en nuestro día libre.
¿Si es verdad? No sé qué autoridad puedo tener yo para decirlo.
Lo cierto es que durante nuestra estadía en el King David, en el piso 10, si no me equivoco, muchas compañeras, y algunos compañeros, juran que fueron visitados durante la noche por entidades perturbadoras. Se caían sillas, se escuchaban ruidos…
Ahora crecen los rumores de que el Amerian tiene un amiguillo que destraba la ventana haciendo que se muevan las cortinas. ¿Será el viento o será que los espíritus tienen predilección por encontrarse con los pequeños amantes del cielo?
Dice la leyenda que mientras una tripulante se encontraba absorta en sus tareas de galley (crucigrama, comer, depilarse las cejas) escuchó que se trababa la puerta del baño, sin ver entrar a nadie.
Dos niños pequeños jugaban en su interior, haciendo un gran alboroto.
La tripulante, golpeó la puerta sin recibir respuesta, solo silencio.
Después de varios minutos destrabó la puerta, para su sorpresa, no encontró a nadie en su interior.
Confundida, siguió con su trabajo.
Poco después, la situación se repitió: baño trabado, niños gritando y jugando, golpeó, nadie adentro.
Entró al cockpit a contar la situación, preocupada porque pudieran reirse de ella o dudar de su buen jucio.
El capitán, pálido, le comunicó que llevaban ataúdes con dos niñitos en la bodega.
¿Caso real? ¿Leyenda Aeronáutica?
Quién sabe.

Por las dudas, pido siempre la 612, adoraría ser visitada por El Principito.

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