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Mais palmitos por favor

(Pinche)

“Si con el amor no alcanza, entonces quizás no era amor de verdad”, dijiste.

Si con el amor no alcanza entonces quizás es porque yo soy pelotuda, pensé yo. Pero no te lo dije, porque para qué. Qué sentido tenía discutir si sí o si no, cuando en el fondo todos sabíamos que yo iba a terminar sola comiendo palmitos y vos en los brazos de una rubia.

Y encima, la culpa de todo iba a ser mía. Como siempre, aunque es tu costumbre decir que yo no tengo la culpa de nada, pero estoy segura de que pensas que sí, que el corso a contramano me tiene ida, y te tiene cansado y que ya está bien de tanta boludez.

Bajé hasta el chino para buscar algo para comer, en jogging, pantuflas, un saco negro lleno de caca de pulgas y un nudo en el pelo. Agarré una lata de palmitos y una bolsa de maní. Así me pienso alimentar hasta que vengas a tocar el timbre. Y no me importa si traes pelos rubios pegados a tus jeans.

Las rubias siempre me ganan de alguna manera o de otra. Siempre nos ganan a todas, incluso se ganan entre ellas, pero qué más da. Las opciones son meterme dos palmitos enteros por la aorta o hacer trenzas de los pelos rubios que traigas entre tus dedos.

Mi orgullo desapareció el día que me agarré del marco de la puerta para que no me metieras en tu cuarto. Me metiste igual y me escuchó hasta la vecina del 5to. Ahora puedo trenzar pelos con tu nombre y colgarlo como una guirnalda de mi patio, y cuando el sol brille sobre el pelo dorado, ojalá me deje ciega para no tener que ver como cada noche te vas con ella.

Me dijiste que me amabas y que todo estaba bien. Me abrazaste fuerte como nunca y yo lloré para adentro, no se me cayó ninguna lágrima en la vida real,  pero la colonia de arañitas conviviendo en mi cerebro estalló en mil colores y ellas se derritieron como plastilina caliente, tapando mis arterias, agujeréandome entera.

Me dejé abrazar como un bebé cachorrito, con los ojos cerrados y borroneados, poniendo la trompa fruncida y restregándote la cabeza como los gatos. Volviste a quedarte conmigo todas las noches y lavé tus camisas, tus remeras y tus sweaters. Mi suavizante borró todo rastro de dolor. Mis ojos secos te miraron dormir, te taparon la nariz mientras roncabas, te felicitaron por embellecer el mundo con solo pertenecer a él.

El amor sí alcanzaba, viste que el amor sí alcanzaba? dije mientras me pintaba las pestañas, mientras vos ponías música antes de salir a comer. Tu perfume de recién bañado todavía estaba en el aire, en las gotitas de agua que volaban alrededor de mis labios.

“Elegí un restaurante” dijiste. Y yo lo elegí pero me daba lo mismo, porque yo podría vivir a palmitos, a maní. Podría tan solo mirarte dormido, o despierto, o roncando, o callado, o riendo. O me podría sentar en la puerta del baño mientras haces caca si se te queda sin batería el celular.

Entendés?

Igual elegí el restaurante y salimos, porque salir a comer refuerza el amor y la pareja. Ponernos de acuerdo para elegir cosas que nos gusten a los dos para poder probar el plato del otro y que no elijas pescado ni cosas con ajo quiere decir que me amas.

Volvimos temprano porque teníamos sueño y te sacaste la ropa para acostarte conmigo, para tocarme con tus manos que no tiemblan nunca. Las arañitas de mi cabeza se van a vivir a otros países cuando vos me sacás la ropa.

Entendés?

Te quedaste dormido porque siempre decís que el hombre necesita 10 minutos en los que el cerebro se le apaga. Pero bueno, esos 10 minutos se hicieron casi 10 horas y te fuiste a trabajar.

Me levanté un rato después de que te fueras, y con una sonrisa dibujada, hice la cama. Levanté mis medias del piso, busqué la bombacha atrás de la mesa de luz y levanté tu sweater.

Podría hacer una trenza rubia, podría hacer pequeñas trenzas rubias y colgarlas al sol.

Con mi sonrisa borrándose de a poco, doblé tu sweater arriba de la silla y me senté en la punta de la cama.

Ni todos los palmitos del mundo podrán tapar los agujeros hechos por las trenzas rubias.

Contesté tus mensajes todo el día, un poco solemne, pero siempre cariñosa.

Quizás el amor no sea suficiente, quizás no sea real, pero la verdad es que yo te quiero igual, aunque vos quieras a alguien más.

 

 

8 comentarios en “Mais palmitos por favor

  1. Empecé a ser feliz el día que mi mente empezó a funcionar como un hombre. Y ahí me empecé a divertir y me importaba un chot… encontrar pelos, o lo que fuera, porque mi cerebro no funcionaba como mujer. En ese estadío estaba cuando encontré al que hoy es mi marido. Hace 17 años. Un niño, una perra. Nada más. Detalles x DM. Beso

  2. Caramba…. pensar como hombre,..qué fórmula difícil dentro del cuerpo resisitiendo ser dominado por los estrógenos y la progesterona.. Te lo digo en serio, de a ratos te asalta el proveedor, de a rato la mamele, de a rato unos pelos en la barbilla , que crecen a instancias de anhelar pensar como hombre, de a ratos llorás con la novela, o eructás con ruido… Pensar como hombre no te salva. No te salva ni Dios si sos mujer y pensás con cabeza de hombre…Terminás en un retiro de vos misma , puertas adentro de la fórmula invencible.

  3. Ojala me muera de lo real que es esto…
    Que innecesario sufrir asi pero que triste es no poder decretar em dominarlo y sacarlo para siempre del plano!
    Por qué nos malacostumbramos a que nos quieran asi, asi de mal y cruzado?

    ME QUIERO MORIR DEL DOLOR pero esa ansiedad que viene de la mano del saber que lo voy a ver en cualquier momento es lo que mejor explicaste aca.
    Me quiero morir, O QUE ELLA NO EXISTA pero que pase algo ya asi dejo de leerme en lo que escribis.

    Te acompaño en el sentimiento (sin la parte del “te amo” que esta reservada con exclusividad eterna para mi bebé)

  4. Después de haberme dejado por mensaje de texto y con una simple frase que decía: sos una responsabilidad muy grande que no voy a saber cumplir (cual trabajo práctico de facultad para promocionar) dije: se pueden ir todos la reconchísima de su madre. Viví mi vida como si fuera un hombre y la verdad, mal no me fue. Ahora vamos por los 4 años de noviazgo. Es cuestión de hacerles sentir lo mismo que nos hacen a nosotras. Ningún pelotudo merece que nos pongamos mal y menos porque el señor está detrás de una rubia.

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