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El último acto de amor.

Hace más de un año escribo un cuento corto que no puedo terminar. Se llama “Trasponder” e iba a hacer la única historia de amor que terminara bien en un libro de cuentos cortos de amor que terminaban como termina el amor; mal. Todos terminaban mal, menos Trasponder. Una chica y un chico se conocen, son particulares, y los une una historia que tiene que ver con un trasplante de órganos.
Cuando largara el nuevo libro, llamado “Burlesque” iba a aprovechar para hacer campaña de la donación de órganos, algo que creo fervientemente que es una de las más auténticas obras desinteresadas de amor que podemos tener. Empecemos por nosotros mismos; somos ojos, boca, dientes, pelo, manos, piernas, páncreas, piel, huesos, corazón, hígado, intestinos, riñón, pulmones, uñas, dedos, médula, sangre, agua, células. Somos espíritu, sonrisa, canción. Somos energía, alegría, conexión. Somos vida, al menos hasta que dejamos de serlo. Cuando eso ocurre, casi todo lo anteriormente nombrado se pone seco, gris, inerte. Nos ponen un vestido horrendo, nos maquillan y así, disfrazados para fiesta de Halloween, vamos a la tierra, vamos al fuego, vamos al viento. Nos lloran, al lado de placas que no significan nada, ya no somos ninguna de esas cosas, lo único que queda es la energía, la conexión, lo único que quedan son las canciones. Ya no servimos más, somos recuerdo.
Sigamos por nuestro seres queridos, jóvenes, viejos, enfermos, sanos… todos ellos tienen algo en común; cuando se van, dejan un agujero en el alma. Se vuelven espíritu en el viento, se vuelven árbol en la tierra, cenizas. No hay más ojos, no hay manos que tocar, no hay perfumes más que aquellos grabados en nuestra mente. No se puede abrazar al espíritu y el vacío es total.
Entonces una magia nos dice que podemos trascender. Que después de muertos podemos ser más que abono para el césped. Que en vez de ir a llorarnos a una lápida, podemos ser el corazón que le dé vida a un cuerpo que, de no recibirlo, sería nuestro vecino en el cementerio.¿Para qué llevarnos nuestros órganos donde ya no podemos utilizarlos? ¿Por qué no dar vida con lo único que nos queda?
Donar órganos es el último acto de amor que podemos darle a este mundo doloroso y maravilloso. Con los años aprendí a respectar la naturaleza, los animales, las plantas, todos los ecosistemas. Con los años también aprendí que el hombre es un ser maravilloso, capaz de crear e inventar cosas imposibles. El hombre es capaz de dar vida después de la muerte, es por eso que festejo a la ciencia, es por eso que creo con total convicción, que TODOS deberíamos ser donantes de órganos.
Si todo estuviéramos en la lista de donantes, las listas de espera desaparecerían, la desesperación, la muerte, la tristeza… todas ellas tendrían que esperar… porque por medio de un trámite de dos minutos por internet, somos capaces de decirle a la muerte “Pará un poquito, tengo una última cosa que hacer”, y esa cosa, es dar amor, por última vez y para siempre.
Devolvamos el envase que nos fue regalado, para que sea utilizado por quién más lo necesite.
Donemos nuestros órganos hoy. Donde vamos no nos sirven para nada.
Si estás de acuerdo conmigo, entrá al link de acá abajo, anotate como donante, te lleva dos minutos, te mandan un mail de confirmación y tenés que contestarlo para reafirmar tu decisión. Cuando hayas terminado, compartí este escrito, poné “YO SOY DONANTE” y etiquetame en tw o en fb. .
Planificá HOY tu último gran acto de amor.

DONAR HOY.

 

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