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La bomba que pusiste en mis entrañas.

(Pinche)

El único motivo por el que voy a escribir esto es porque es probable que la bomba que pusiste en mis entrañas esté a punto de estallar.

Me distraje un minuto, UN PUTO MINUTO dejé de mirar… y cómodamente estabas instalando los cables, las cintas, el reloj y el cosito de detonar.
La bomba se ve hermosa, es brillante como el sol. Casi da gusto tenerla dentro, casi agradezco poder sentirla ahí. Suelo ser agradecida con todos lo sentimientos que me hacen sentir viva, que me hacen ir más rápido, prestar más atención. Suelo emocionarme con las cosas más bellas, más tontas, más duras, más simples. Soy de llanto fácil, y ésta no será la excepción.
Cierro los ojos y trato de recordar el momento invisible en el que hiciste el corte, abriste al medio y la escondiste ahí. Pero todo es tan confuso. Fue un viernes? Fue un sábado? Un Domingo? No, fue un Lunes. Da igual.
Desde ese momento camino despacio, me baño con miedo, me cambio lento y no me quiero desvestir; desde entonces no he vuelto a abrir los ojos para bailar, no los he abierto para saber qué pasa, no he podido volver a mirar.
El espejo me devuelve una cicatriz de lado a lado. Ni siquiera me cosiste bien. Me seco los ojos, acerco mi mano y la toco. Tiene relieve, está fresca, late; tiene toda la vida por delante. Has creado una de esas heridas de las que no cierran jamás. Acaricio los puntos hasta llegar al extremo y encuentro una punta. Si duele? Claro que sí. Cómo no habría de doler la humedad del mar? Duele como el miedo a volar, como los nervios del despegue, como las estúpidas bendiciones, como las canciones sin terminar, como duele la cabeza al día siguiente, como duelen las sonrisas cuando ya no están.
Decido tirar de la punta del hilo, porque siempre me ha gustado saber la verdad. Oh, si hay algo que agradezco siempre, es la verdad. Una puntada de dolor me atraviesa en cuanto tiro del cordel, el primer punto se suelta y los demás después de él.
Sangra.
Todo sangra.
Se mojan mis pies.
Se tiñen.
Con el hilo colgando entre mis dedos, el pecho abierto y mis ojos fuera de sí, veo, no sin sorpresa, la maravilla que has dejado en mí.

La bomba que pusiste en mis entrañas marca la hora de alguna ciudad.
Desconozco la zona horaria, desconozco cuánto llevo de Jet Lag.
Pero los minutos corren, y la bomba, hermosa y brillante como el sol, adherida a mis paredes y mis órganos, corre peligro de explosión.
Pienso en sacarla, pienso en arrancarla, pienso en romperla toda y arrojarla al mar.
Pienso en pegarle con martillos invisibles, pienso en cortar sus cables con mis dientes, triturarla, aplastarla, destrozarla de una vez.
Podría explotar mientras esté en vuelo, podría explotar mientras duermo, podría explotar mientras bailo para olvidarme de todo este horror.
Podría explotar en este mismo instante, dejando estas palabras sin cerrar, dejando mi cuerpo diseminado, mis animales huérfanos, mi libro sin terminar.
Podria explotar mientras te busco para rogarte que la desactives. Podría explotar sin que lo supieras, podría explotar sin que lo evites. Podría quizás, no explotar jamás, y yo quedar para siempre en tu limbo, con esta sensación de que acá estábamos para algo más; y entonces, caminar pidiendo permiso todos los días de este infierno, evitando los lugares peligrosos, manteniéndome a salvo de los riesgos, del lado de la ética, de lado del respeto, del lado de lo que dicen que hay que hacer.

Muy despacito, voy al living y pongo una canción. Subo el volumen, cierro los ojos, no necesito ver. Abro los cajones y revuelvo hasta encontrar una aguja.
De a poco, voy cerrando la herida, se deja de ver la bomba, voy encontrando, otra vez, mi propio color.
Confío en mí, confío en que aprenderé a vivir con ella, aunque tenga miedo, aunque quizás sí explote, aunque quizás me cueste un gran dolor.
Me quedo con la bomba dentro, no solo porque es hermosa, no solo porque brilla como el sol. Me quedo con ella porque me recuerda que estoy viva, me quedo con ella porque me la regalaste vos.

4 comentarios en “La bomba que pusiste en mis entrañas.

  1. gracias por tus palabras…recordar que siempre hay una bomba a punto de explotar te hace ver la vida de otra manera, las cicatrices sanan, las heridas permanecen toda la vida para recordarnos que unos vez nos abrieron…

  2. Sos grosa fantastique, no me canso de decírtelo! hay que aprender a vivir con lo que nos toca y es necesario abrir las heridas para que ellas tomen aire, para que puedan un día cicatrizar y duelan menos; no todos tiene el valor de enfrentarse a si mismos, de reconocerse humanos o admitir lo que les pasa, vivimos en la "cultura del éxito" donde la humanidad se nos presenta ajena, donde veo un gran miedo a llorar, a sufrir, a mostrar sin mascara lo que nos pasa como si golpearse, equivocarse, sentir miedo no fueran parte de la vida, del aprendizaje. Es bueno saber que hay personas como vos, como yo (que me identifico mucho en tus escritos) que buscan la verdad, que la prefieren por más que duela a la ilusión, al engaño o la mentira.

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