Le hice dos cambios al blog. Un botón para acceder a la compra del libro digital, y un listado de títulos a los posteos de años anteriores; pero el verdadero cambio, es que vuelvo a escribir.
La que ustedes conocían, un día se bañó, se dejó crecer las uñas, barre los rincones y acaricia el pelo de un niño rubio. La que conocían, la que escribía, comía poco y mal, tomaba coca cola de madrugada y pastillas de colores… se fue esfumando.
Suspiro profundo. La extraño? Mi espontaneidad me gustaba, lo admito; pero acepto que ahora soy más feliz. El día me rinde muchísimo y tengo más planes que nunca. Me veo cumpliendo sueños a una velocidad que me resulta sorprendente. Es como si de pronto hubiera dejado de postergar todo y la ¨to do¨list se hubiera completado de a poco.
Pero la escritura, ay. Esa parte mía mugrienta y real, siento que empezó a esconderse como un tesoro que no quiere ser encontrado, y yo, sin mapa en la mano ni piratas que me guíen, ando perdida abriendo puertas y placares a ver si aparece. Es verdad que escribir desde este lugar tan feliz ahuyenta un poco a los seres que me dictan las historias pero, de vez en cuando aparecen algunas herrramientas para invocarlos y que al menos me tiren unas letras. Gracias al mundial de escritura, hace tres años que estoy practicando escritos con consignas; algo que no acostumbro a hacer. A veces salen cosas copadas, a veces no tanto, pero lo que me dejó fue la sensación de estar viva pese a no tener el tesoro a mano.
Me pregunto, si tuviera que dar mi reino por la posibilidad de volver a inspirarme, lo haría? Sería capaz de perder toda esta estabilidad y volver a estar desquiciada, a las noches sin dormir y los llantos espontáneos? Quién sabe.
Les voy a subir algunos de los cuentos del mundial de escritura. Recuerden que, si ven que son medio raros, eran cuentos con consigna.