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Adiós Little Bitches.

No le quiero dar muchas vueltas al asunto.

Voy a dejar este blog.
No es para siempre, no voy a borrarlo. Solo voy a dejarlo suspendido hasta que vuelva a ser lo que era.
Para mí escribir es una liberación. Es más que un hobby o algo para entretener a los demás.
Yo escribo desde muy chica y lo hago porque es lo único que sé hacer, es lo que amo, es lo que me sale por los poros, es lo que me hace bien.
El asunto es que uno no puede escribir lo que uno quisiera. Uno sólo puede escribir lo que está dentro de uno, lo que lo mueve, lo que lo hace ser a uno quien uno es.
Hoy soy un gran container de recuerdos, un envase de materia flotante, un frasquito de lágrimas.
Hoy soy todo eso que me han quitado.
Divido el día entre los momentos a caretear ante los demás y el alivio de cerrar la puerta de casa del lado de adentro, para finalmente poder llorar y maldecir a los dioses por este tránsito insoportable.
No estoy pasando por un buen momento.
Pero como no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo soporte, sé que esto también va a pasar.
Mi hermosa Bamba se alojará en un lugar de mi mente y mi corazón donde ya no haga daño su hermoso recuerdo, donde pueda convivir con el presente y donde solo sirva de inspiración. Pero, hasta que ese momento llegue, el FOR BITCHING ONLY dejará de existir.
Este blog fue concebido para tratar temas de vuelo, temas divertidos, realidades, ficciones, ridiculeces. Este blog fue concebido para hacer reir lo más posible, para hacer llorar un poco y para transmitir, sobre todo, libertad.
Hoy no puedo transmitir más que tristeza y oscuridad, y no es lo que quiero para el Bitching.

Les agradezco mucho estos 4 años de leerlo. Les agradezco sus comentarios, su apoyo, su lealtad.
Disfruté de cada post y de cada mail de ustedes, pero sobre todo disfruté el saber que lo leían, lo comentaban, lo recomendaban.
Espero poder volver a abrir un post dentro de poco tiempo, y espero, sobre todas las cosas, que ustedes aún tengan ganas de leerlo cuando llegue ese momento.
Mientras tanto, para aquellos que amen las tinieblas y las oscuridades de la mente, podrán encontrarme en Franeliame-lie. Si quieren la dirección pueden pedirla dejando su mail en los comentarios y se la pasaré encantada.
Gracias a todos, un beso grande.
Les dejo la última canción.

V.

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Bamba shaped heart

( Los dos temas con los que fue escrito el post son éste y éste) Es la primera vez que me siento a escribir con el sillón vacío.
Sé que cada palabra que escriba va a ser insoportable. Estas 23 palabras que escribí ya me provocaron taquicardia y llanto. Dónde estás? Dónde estás? Adónde te has ido? Me acuesto en el sillón vacío, con las piernas retraídas a mi estómago y apoyo la cabeza en el almohadón. Miro el mundo como vos lo mirabas, y me veo pasar, me veo entrar y salir, me veo barriendo, entrando con un té, saliendo con el carry, hablando por teléfono. Así es que así me veías vos.

Así me veías vos, Bella.

Escribo esto para llorar.
Creo fervientemente en el poder del llanto.
Creo en el amor que se desprende en cada lágrima, en cada espasmo de dolor.
Escribo esto para que se sienta lo desagradable e inmundo de permanecer en un mundo donde no estás. Lo escribo para que cada uno de ustedes sea visitado por los invisibles y apuñalado una y mil veces con un acero oxidado, lo escribo para que se desangren y mueran mil veces, con cada palabra, con cada imagen de lo que es esta muerte horrible e inexplicable. Saben por qué? Porque eso es escribir. Y eso debería ser leer. Lean con el corazón: lean sintiendo cada síntoma, lean entendiendo la verdad detrás de todo este escrito. Leanlo y sufran, lloren, pónganse en nuestro lugar. Y una vez terminado, lávense la cara y olvídenlo para siempre. Vivan sus vidas, minuto tras minuto sin recordar este infierno y este abismo, vivan cada minuto de sus vidas sin pensar en nosotros, pero sabiendo que hay que sentir. HAY QUE SENTIR.

El 26 a la noche pasé la peor noche de mi vida. Por primera vez en esta enfermedad, te ví sufrir. Junté tu sillón con el mío, enfrentados, y armé una especie de cajón-cama, con mantas, almohadones y toallas. Nos acostamos ahí cerca de las 4 de la mañana y escuchamos el Adagio de Mozart durante horas. No dormimos ni un minuto, nos miramos a los ojos muchísimo, te hablé, me abrazaste, te acaricié, lloramos, lloraste muchísimo, muchísimo. Por momentos me quedaba dormida por un segundo, llevada por la pesadez y la oscuridad de la situación, y me despertaba tu quejido y tu hocico en alguna parte de mi cara, mis brazos, mis piernas. No sabía cómo librarte de tu dolor. Tan sólo te prometí que terminaría pronto y que ibas a descansar, preguntándome a mí misma cómo diablos iba a hacer para clavarte una aguja y obligarte a partir.
No creo en eso.
Yo no creo en eso.
Pero estaba dispuesta a hacerlo, pasé toda la noche pensando cómo iba a ser verte cerrar los ojos mientras pensabas que YO te había clavado el aguijón mortal.
No, mi cielo, no. Cómo yo voy a hacerte algo así? Cómo yo voy a provocarte la muerte, cuando disfruto de tu respiración más que de la mía. Cómo voy a hacerte ir antes de lo que VOS decidas, si sos sabia, si sos TODO.
Pero estaba decidido, con el primer rayo de sol, el Doctor recibiría mi mensaje pidiéndole el favor horrible y asesino de librarte de tu llanto y tu incomodidad. No te pedí que no lloraras. Te dejé llorar. Te dejé llorar porque vos me dejaste llorar a mí. Me abrazaste con tu cuello, me secaste las lágrimas con tu hermoso pelo negro, suave y brillante, tan tuyo, tan mío.
Esa noche duró mil horas. Los minutos no pasaban, nos dimos vuelta en nuestro cajón-cama 10, 20, 30 veces. No encontrabas una postura en la que no te doliera. Qué te duele mi amor? Te pregunté. Te posé las manos en la pancita y le pedí a Dios que no te hiciera sufrir. Que no había ser más brillante y hermoso en esta Tierra. Que no me había puesto delante de nada tan hermoso en 32 años, que por favor, le entregaba el reino de mis logros y sueños porque te llevara de una vez y no te hiciera sufrir ni un minuto más.
Pero los minutos seguían pasando.
Me diste aquella mirada. Me la diste.
Después de meses de pensar y preguntarme si te despedirías con la mirada, el momento llegó. Te besé, te besé, te besé. Te dije que te amaba más veces de las que se la dije a nadie en mi vida, y seguimos esperando. No eran ni las 6 de la mañana y seguías tratando de vomitar todo ese mal que te secaba el cuerpo. Sharam se acercó varias veces, se inclinó ante vos, despidiéndose en nombre de todo el clan culino: Leia y Fif. Lo dejaste caminar entre tus patas sin perderlo de vista y le rendiste tus respetos también. Cuando se hicieron las 7, ví el sol. No quería verlo, no quería saber que tenía que llamar. Seguimos acostadas escuchando a Mozart, con nuestras mantas vomitadas, rodeadas de ese olor a muerte que tenía toda la situación.
Se hicieron las 8 y me levanté para sacarte a pasear.
Mientras me bañaba, Seba te cuidaba, se quedó al lado tuyo para saludarte y abrazarte. Para agradecerte el haber cambiado su vida para siempre.
Cuando salí de la ducha, habías vomitado algo oscuro y espeso. En el momento en el que largaste eso, algo dentro tuyo desapareció. Se fue el dolor, se fue el llanto y no te quejaste más. Quedaste ausente y sin fuerzas tirada en el sillón. Acababas de vomitar tu bicho, tu mal. Y me hace feliz saber que Seba te ayudó. Te agarré en mis brazos y salimos a la calle.
En la puerta estaba tu papá.

Hiciste un pis y caíste rendida. Te levantó a upa y te llevamos a su casa. Acostadita en la colcha de colores, con la mirada perdida, ya no estabas ahí. Estabas sin estar.
Te miré a los ojos bien de cerca, pero tu mirada estaba en otro lugar.
Te acariciamos, te besamos, te contamos mil historias. Adele, Paris y Moet dieron vueltas a tu alrededor.
Adele se acostó a tu lado formando con su cuerpo un Ying Yang galguno que me llamó mucho la atención. Sacamos fotos, te abrazamos, te dimos todo nuestro amor. Cerca de las 10 algo pasó.
Tus ojitos parpadeaban rápido y tu cabeza se movía eléctricamente.
La habitación se cubrió de desesperación. Mau quería llevarte de urgencia al Pasteur, pero, yo sabía que querías estar ahí. Lo supe, lo sentí.
Ese era tu lugar para partir, y éste era el momento.
El doctor dijo por teléfono que había que inyectarte decadrón, Mau salió corriendo y nos dejó solas.
Tu sistema nervioso estaba siendo invadido. Temblabas mucho.
Te dije que no tuvieras miedo. Te dije que ya estaba, que tenías que irte.
Te dije que no tuvieras miedo por mí, que yo iba a estar bien. Te dije Gracias Bamba. Gracias por todo esto, gracias por venir a buscarme, gracias por sacudirme, gracias por hacerme despertar. Gracias por acompañarme en lo más doloroso que jamás pasé.
Gracias por elegirnos a nosotros, gracias por atravesar un campo de espinas para llegar a nuestra puerta, gracias por darnos el honor de acompañarte en este momento.
Gracias, Bella. Andá, andate, andá. No temas nada, vas a un lugar enorme, vas a un campo verde y hermoso, vas a Rivendell, vas a las tierras imperecederas, vas a correr liebres y a comer el asado que te va a hacer mi papá. Vas a cuidarme desde el cielo, vas a verme pasar con mi avión. Te vas a un lugar hermoso, al lugar del que venís. Te vas con todo hecho, te vas habiendo amado y habiendo logrado que cientos te amen. Te vas teniendo la mirada más dulce que he visto, te vas, te vas Galguini, te vas…
Esa Bamba, esa Bamba, esa Bamba, esa Bamba, y esa Bamba, y esa Bamba, te canté al oído.
Temblabas, temblabas. Tenías una lágrima en tu ojo, juro por lo que más amo en este mundo, tenías una lágrima en el ojo, queriendo caer.
Te sostuve la cabeza y te repetí, no tengas miedo, no tengas miedo, no tengas miedo…
Entró Mau y te inyectamos, ahora podrías respirar mejor, fuera del shock.
Temblaste un ratito más.
Te dijimos todo, te abrazamos, te lloramos.
Por última vez respiraste, se notó que te ibas, se notó que era la última vez. En un grito de desesperación te dije CHAU BAMBA! CHAU! TE AMOO!!! y explotamos, explotamos de amor.
Te quedaste quieta.
Ya no respirabas más.
Mau te secó la lagrimita.
Te toqué el pecho para ver si era verdad que no respirabas, que no latías, que no estabas más.
Pero parecía una película.
Parecías un buen actor fingiendo estar muerto, de alguna manera, quería encontrar algún latido en alguna parte. Quería escuchar tus fluídos correr, tus venas, tu estómago, aunque más no fuera escuchar a ese puto tumor.
Pero nada.

Sólo pude estar segura cuando sentí que viajabas directamente adentro de mi corazón. Te instalaste cómodamente como en un sillón nuevo, lo tomaste todo, ENTERO. Y apoyaste tu tierna cabecita para dormir una siesta.

Te fuiste pendeja, te fuiste.
Y no te fuiste cuando YO decidí, te fuiste cuando VOS quisiste, Gracias.

Y quiero ser madura y quiero ser evolucionada. Quiero ser mística y espiritual, quiero sentirte en la brisa y en los árboles, quiero saber que vas a vivir en mí para siempre, blablabla.
No puedo.
No puedo ser una mierda de espiritual ni de lógica, ni quiero comprender que este es el camino de la vida y que cumpliste tu misión, no quiero saber que me cambiaste, no quiero saber que ahora todo será mejor, no quiero escuchar que todos somos mejores gracias a vos, no quiero otro perro, no quiero ver un solo animal más. No quiero estar viva, no quiero extrañarte, no quiero viajar sola este viaje puto de mierda que es mi vida sin vos. No quiero pisar ese campo nunca más en la vida, quiero prender fuego mi casa, no quiero sentarme, no quiero dormir, no quiero amar.
No quiero entenderlo, no quiero que pase, no quiero sentirme mejor.

En un rato me voy a trabajar.
Le sonreiré a mis compañeros y a mis jefes. Le sonreiré a los pasajeros, le sonreiré a mis amigos, a mi novio, le sonreiré a mi ex.
Le sonreiré a la puta presidenta de la nación si hace falta.

Pero vos, acostada en ese sillón, ahí adentro, calentita y dulce, suave y hermosa, sabés que estoy furiosa, sabés que odio las leyes de aprendizaje de esta vida, que son tan putas y duras conmigo desde que abrí los ojos por primera vez.
Vos sabés que seguiré sonriendo por los siglos de los siglos y que seguiré dando todo mi amor, poniendo la otra mejilla, respirando profundamente ante las adversidades y las dificultades. Siempre.
Pero, minuto a minuto, se me va cortando el corazón en forma de galgo. Va perdiendo sus aurículas y sus ventrículos, perdiendo sus cámaras, sus compartimentos, perdiendo su color. Se recorta la carne de sus costados, se transforma en un órgano fino y delicado, con un cuello largo y unas patas flacas, con un abdomen pronunciado y una gran nariz. Mi corazón es negro ahora, y Bambea sangre hacia todos lados, una sangre infectada de amor y de dolor, en el porcentaje justo para irrigar una vida nostálgica y saturnina, para mojar mis ojos al menos una vez al día, y marearme con la metástasis que dejará esta partida.

Adiós Bella.

Me estás mirando desde tu nuevo lugar, y sabés que lo único que calma mi llanto, es acostarme en tu sillón, y sentir que me abrazás como una mamá galga, y me decís que ya va a pasar, que no tenga miedo, que voy a estar bien. Que se viene algo mejor, y que recuperaré la alegría de estar viva. Y que vas a estar presente ese día, y todos los demás. Hasta que nos volvamos a encontrar.

Chau Bambina!!
Cuidame desde el cielo.
Te voy a extrañar todos los días de mi vida.