Pinche para escuchar la canción. Es clave.
Me puse de novia con un hombre perfecto. Me trataba de mil maravillas, me respetaba, me amaba, me dejaba ser. Lo más importante de nuestra relación: yo era mi mejor versión. Me amaba a mí misma estando a su lado. Él le caía bien a todo el mundo, mis amigos, mi familia. Me hacía inmensamente felíz.
No puedo decir en qué momento empezó a cambiar, supongo que fue después de aquél viaje a Brasil. Volvió distinto, pretendiendo ser otra persona; incluso me pedía que lo llamara de otra manera. Las cosas empezaron a estar raras, pero seguíamos amándonos; los cambios que fueron sucediendo, los soportamos por amor. Ya hacía muchos años que convivíamos y que todos nuestros planes eran juntos. Obviamente, las relaciones con los años van cambiando, pero nuestro amor y nuestra pasión, seguían intactos, a pesar de siempre tener que estar cambiando por sus requerimientos.
Un día llegué a casa, barbijo mediante, y con plena crisis encima de nuestras cabezas, me dijo que necesitaba que le diera mi sueldo. No lo entendí y no estuve muy de acuerdo, pero él no me dio mucha explicación; se lo di igual, no tuve mucha opción. Al mes siguiente hizo lo mismo, pero en vez de pedírmelo, empezó con violencia psicológica, hostigamiento, persecución, para terminar llevándose la mayor parte, dejándome lo mínimo. Tuve que salir a pedir prestado. Una mañana me levanté y dije qué está pasando acá? Nuestra relación estaba tensa, insoportable. Ya no se parecía nada a lo que habíamos sido juntos. Todos hablaban de nosotros, en el barrio, en todos lados. Nuestros amigos divididos, de un lado, del otro. Todos haciendo apuestas de cuánto tiempo más duraríamos. Por qué!? Yo no quiero separarme! Busquemos la forma de seguir juntos, la plata no importa, queedáte la plata! Nuestra relación vale más que la plata! Me acosté a dormir llorando esa noche, y a la mañana siguiente, la casa estaba vacía. No sólo se había ido sin avisar, sino que se había llevado todas mis cosas, mis ahorros de años, mis planes futuros, mi felicidad.
Me mandó un mail para despedirse pero antes de mandarlo le contó a los vecinos que se iba. Todos lo supieron antes que yo. Imagínense ese destrato. En pijama abrí la puerta y ahí estaban todos preguntándome por qué se había ido. Todos parecían saber más que yo.
Le pedí que me devolviera mis ahorros, por favor, me dijo que me los va a devolver, pero aún no sabe ni cuándo ni cómo. Quizás tenga que pelear por ellos. El vacío que siento no es por mis ahorros, no es por sentir que estuve con alguien que jamás me quiso; es porque realmente yo no me veía en otra relación, tenía mi vida proyectada con él y empezar de nuevo se me hace cuesta arriba. Tengo 40 años, un hijo, 3 perros, un gato y una casa llena de deudas… no sé quién me va a querer y tampoco sé si quiero querer a alguien más.
Los días pasan, y las ideas se van acomodando. Aparecen planes en la cabeza, y aunque son distintos a todo lo que tenía pensado, al menos son algo.
Ya entendí que no va a volver, ya no quiero que vuelva.
Lo único que me interesa ahora es que me devuelva todas mis cosas. Por qué? Porque me corresponden.
No se dejen engañar por lo que dicen los vecinos.
La verdad la sabemos solo nosotros dos.