Los vampiros nos levantamos ese mismo dia más o menos temprano. Hacemos nuestras actividades rutinarias dependiendo de la vida de cada uno y, por la tarde, tratamos de dormir la siesta. Tratamos de dormir MUCHA siesta.
¿Por qué?
A las 8 de la noche empieza el ritual que terminará 12 horas después.
Nos duchamos, nos exfoliamos, nos masajeamos, tratamos de sentarnos en el inodoro forzándonos para no sufrir más tarde, nos ponemos nuestros trajes vampiro y salimos a la noche.
Llegaremos a la pista hacia las 11 de la noche y ahí comenzará nuestra tarea.
Tendremos 168 hermosos cuellos para alimentar, entretener y acunar.
Con suerte a las 12 estarán plácidamente en el mundo de los sueños y; nosotros, una familia tipo, descendientes del conde Vlad, los espiaremos envidiosos detrás del mamparo del galley, retorciéndonos entre ojeras y bostezos.
Llevaremos todo tipo de manjares y revistas, bolsas de agua caliente y mantas… pero nada será suficiente; los 52 grados bajo cero se colarán por entre los burletes de la 1L y serán como agua bendita y ajo para nuestros helados pies.
Nuestros 168 transilvanios apagarán la última luz de lectura justo en el momento del recorrido de cabina.
Valiente vampira con linternita colgando de la PSA en mano, me adentraré en el bosque de piernas en pasillo, cabezas de bebé colgantes, bolsos y vasos rotos… sortearé todos los peligros y me cubriré con la capa roja el orificio oronasal protegiéndome de los gases violentos y los malos alientos, para intentar llegar a las puertas del castillo del galley trasero… finalmente, victoriosa, entraré en el baño LD y encerrándome dentro respiraré con dificultad, agitada y enceguecida.
Miro mi pálido rostro para corregir presentación personal y descubro que no me reflejo en el espejo!! pero lo peor es que llevo puesto el delantal y encima el saco de descanso!! Estoy encerrada, no sé que hacer, quiero llamar al Condado del Galley delantero para pedir un consejo pero el high-low sólo despertaría a mis hermosos cuellitos sedientos… entonces pienso… pienso…. si me saco el delantal, me dejo el saco, estaria rompiendo la uniformidad? y si me dejo el delantal y me congelo…?
Decido actuar rápido, chequeo el otro baño y vuelvo flotando, mis pies no tocan el suelo, los miro desde las cieling y dejo caer buenos deseos en sus bocas abiertas.
Una vez adelante, mi familia cabecea.
Los párpados se caen, están falleciendo. Sabemos que el final ha llegado, que no podremos mantenernos despiertos ni un minuto más…
De pronto, sentimos en nuestro estómago la suave y dulce sensación del descenso que viene a rescatarnos y nos preparamos para el fin de la primera etapa.
Son las 2 y media de la mañana y estamos por aterrizar.
El jefe de familia enciende las luces mientras anuncia nuestra llegada y en ese momento, algunos cuellitos descubren que les explota la vejiga, tienen sed y necesitan biromes; sus bebés lloran por culpa de la trompa de Eustaquio y las mamás piden calentar mamaderas. Finalmente, todos bostezan al unísono perfumando la cabina.
Llegamos.
Nuestros colmillos se guardan y despedimos cálidamente, esperando el momento en que suban nuestros compañeros vampiros de limpieza y podamos sentarnos y encender el celular.
En casa todos duermen, no nos contestaron los mensajes y ya es tarde para llamar. Ni el novio, ni la novia, ni los hijos. NADA.
Lo apagamos y nos miramos resignados.
Comimos demasiado, estamos por explotar. Rezamos para que termine la noche.
Un Vampiro vestido de gris aparece por nuestra puerta con un aparato en la mano y dice las 3 palabras más temidas… “OK DE EMBARQUE”
Volvemos a empezar.
Solo que esta vez, ya tenemos la pintura corrida y se nos chocan las rodillas al caminar, no podemos coordinar, no nos da la cuenta a bordo y no entendemos qué estamos haciendo ahí.
Cerramos las puertas y nos decimos “YA CASI”.
Un servicio más; salen cafés en vasos de plástico, ofrecemos azúcar para el jugo de naranja y hielo para el té, confundimos los pedidos, tropezamos, le pegamos con el carro a los asientos y para colmo de males, el capitán hace el anuncio de la ruta nombrándonos con NOMBRE Y APELLIDO a las 3.30 de la MAÑANA! todos aquellos que dormían, se desperezan y bajan la mesita. Respiramos hondo y volvemos hacia atrás a atenderlos.
Finalmente, apagamos la luz.
Miramos el reloj: faltan 2 horas.
Tiempo de compartir experiencias vampiras, el momento más esperado, se pasa rapidísimo, junto con el desayuno de las 5 am, las medialunas, el submarino y las risas.
Cerca de las 5.40 el descenso se acerca otra vez.Nos apuramos a guardar nuestras pinzas y doblar las capas dentro de nuestras bolsitas.
Se enciende la luz por última vez, lastimándonos los ojos.
Aterrizamos felices y nos disponemos a despedirlos con alegría… pero… ni nos miran.
Se bajan con los ojos pegados y cara de maltrato preguntando por la conexión con tucumán.
Resignados, saludamos al último cuellito y bajamos nuestros carrys.
Los 6 vampiros caminamos por la plataforma porque nadie nos vino a buscar.
Vamos en filita, sin hablar, arrastrando nuestro cansancio en dos ruedas y soñando con una almohada de plumas.
Al llegar al edificio vemos llegar a vampiros camuflados, muy frescos. Esta noche no han salido a vampirear y nos miran con lástima.
Llegamos a casa cerca de las 8, entramos de puntillas para no molestar a nadie, sin pensar que ahí dentro la vida ya empezó. Ya está la tele encendida, el novio en la ducha, las tostadas calientes y los niños corriendo.
Y nosotros que solo queríamos meternos en el sarcófago…