Cuándo fue la última vez que tuviste un sueño?
Soñás con cosas distintas cada vez? Sos de esos que soñaron alguna vez hace muchos años y se aferraron para siempre a esa idea? Sos de los que no creen en nada, de los que están de paso, los que intentan pasar desapercibidos hasta por su propia vida… o sos de los que quieren que esto valga la pena?
Desde que tengo memoria hago planes que jamás sé si podré concretar. Desde que tengo memoria me digo que soy capaz de todo y, al mismo tiempo, que voy a fracasar. Mis dos monstruitos juegan pulseada mientras me anoto en cursos, estudio carreras, duermo la siesta y me enamoro sin parar. Cuál es tu verdadero sueño? Me dispongo a hacer el ejercicio más salvaje que hay, a practicar el deporte más peligroso jamás inventado, a enfrentar lo más díficil. Vamos a decirnos la verdad.
Cuál es tu verdadero sueño? Tu sueño es un trabajo, una profesión? Tu sueño es una persona, es el amor? Tu sueño es la realización, una familia, algo que trascienda tu propia esencia, independientemente del amor? Todo es válido aquí, corazón. No nos avergonzamos de los sueños del otro JAMÁS. Aquí tenemos los sueños más absurdos, más violentos, más ridículos que hay. Aquí no nos importa qué tan imbécil sea tu sueño, siempre habrá uno que te ganará. Sos de los que ponen el sueño por encima de todo, o sos de los que lo revenden en cuanto aparece el sueño de alguien más?
Yo no he podido regalarle mis sueños a nadie. Será que tengo una imaginación tan potente que no fui capaz de adaptarme a la realidad. Ni siquiera el amor más grande logró que yo bajara de aquél pedestal. No tengo idea en qué momento la libertad empezó a ocupar un lugar tan importante, pero de pronto se volvió una obsesión tan grande que ya no permití recibir órdenes ni siquiera de mí misma, rebelión total. Qué idiota, si hubiera dejado que algunas personas me dijeran 2 0 3 cosas quizás… tan cabrona había que ser…
Yo no quise ser azafata toda la vida. Para ser sincera, antes de los 22 o 23 años ni siquiera se me había ocurrido. Lo que sí recuerdo es que en mi habitación de pequeña, había una ventanita; y cuando me tiraba en el piso con el colchón, se veían las antenas con sus luces rojas. Un día me pregunté: Para qué serán esas luces? Quizás sean por los aviones… y un escalofrío me recorrió la espalda; tenía 14 años y había subido a un avión una sola vez. Desde entonces, ver las luces rojas me provocaba vértigo, intriga, palpitaciones… Por algún motivo, las luces rojas me hacían sentir libertad. A veces, sentada en el galley, me olvido donde estoy. A veces estoy parada, sola, en silencio, al lado de los boilers ( ahí es donde considero que está la entry plug del avión, no me pregunten por qué) y no tengo idea de que estoy suspendida en ningún lugar. Creo que quizás ese era mi sueño sin saberlo: aprender a estar conmigo misma sin importar dónde. Si no, no puedo explicar la sensación de bienestar que me provoca por momentos estar arriba de un avión. Ya sé, los que temen a los aviones, no comprenderán. Tampoco comprenderán los contadores, los profesores de educación física, los podólogos, los camareros. En fin, no sé si alguien comprenderá. Quizás soy la única que piensa que el cerebro de los aviones está en los galleys. Seguramente los pilotos piensen que esté en el cockpit y tiene más lógica, es machista, o sexista, pero tiene más lógica, después de todo, ellos lo mueven, nosotras hacemos el café.
Por qué mi sueño terminó siendo éste, volar? Por qué este sueño fue el padre de todos los sueños, por qué cobró tanta importancia que fue lo único que nunca quise perder? Inexplicable. Soy de esos que todos los meses tienen un proyecto nuevo, me enamoro de las ideas, de las proyecciones, de las miles de maneras en las que puede materializarse algo que hoy puede estar borroso. Con los ojos abiertos veo lo que está adelante mío, pero a la vez, como quien pone un calco por encima de la realidad… veo las otras cosas. El mundo de mentira convive con el de verdad. Casi siempre sé cuál es cada uno.
Una vez, amé a un chico. Trabajaba en un avión.
Si, el amor entre pilotos y azafatas es trillado pero es real. Quizás les guste pensar que nos mueven energías sexuales, lamento desilusionarlos, nos mueve una energía mucho mayor. El amor en el aire, entre tripulantes, es lo más bello que he visto en este mundo, me rindo ante la dimensión del amor arriba del avión. Los dos estábamos muy enamorados, él tenía planes que no eran exactamente los míos, pero seguimos adelante, hasta que los sueños se enfrentaron. A los ojos nos dijimos que cuando llegara el momento, él iría por su sueño, y yo me quedaría con el mío. Nos quedó claro, nuestros sueños eran nuestras prioridades, no el amor. El amor soportaría, el amor esperaría, el amor no se rompería jamás. No soy capaz de pedirle a alguien que amo que no concrete su sueño por mí, y no soy capaz de decirle a alguien que amo que voy a dejar mis sueños por él.
Encuentro al amor algo fascinante. Por amor he dejado de amar. Por amor, con lágrimas en los ojos, me alejé de los seres más maravillosos, porque en nombre del amor, buscábamos cosas diferentes. He sacrificado tanto por mis putos sueños que el calco ante mis ojos se empieza a borronear. Y si los que dejan sus sueños por los demás tienen razón? Y si la felicidad estuviera en la improvisación, en la sorpresa, en girar en la esquina? Y si los sueños se renovaran, y si no hiciera falta siempre tener razón?
Todavía no conocí a esos humanos que saben vivir, todos los que he encontrado son una máquina de tropezar, como yo. No he conocido el éxito, la salvación. Parece que los que sí lo encontraron viven en otros países, en pelis de Disney, o en Instagram. Yo me cruzo con puros quilombos, todos persiguiendo sueños que jamás llegan, que llegan a medias, o que vienen fallados.
Serías capaz de olvidar tus sueños por alguien más? Podrías vivir tranquilo si nunca lo conseguís por haberte quedado con esa persona?
Podrías perdonarte si por un sueño perdiste a la persona que amabas?
Sonrío, estoy parada con un té verde adelante, dibujando árboles en un cuaderno apoyada en la mesada negra del galley de adelante. Apoyo la frente en la puerta del horno y con mi cerebro apoyado en el cerebro del avión, sonrío.
Aguante el amor. Aguante la libertad.