20150407_142559

El hombre que rompía las bolsas

(Pinche)
Me ahogo un poco con cada bolsa encontrada, se me enrolla la lengua hacia atrás cada vez que se callan sus voces, me aparecen moretones en la carne con cada golpe, con cada bombacha rota, con cada ropa quemada, con cada celular apagado.

Cerrá los ojos. Es tu hijita la que no volvió a casa. Cerrá los ojos, es tu hermana la que no contesta el teléfono. Cerrá los ojos, es la mujer de tu vida la que desapareció.
Por favor, no nos acostumbremos a esto, por favor, A ESTO NO.
No hay pollera demasiado corta, no hay escote lo suficientemente profundo, no hay actitud desafiante que justifique que me pongas un dedo encima.
Nos están drogando, subiendo a autos, llevando lejos, atando, golpeando, desnudando, violando, vendiendo. Y parece algo normal. Nos vamos a acostumbrar a esto como nos acostumbramos a todo lo demás? Por favor, díganme que somos algo más que eso. Díganme que valemos más que una bolsa de consorcio, dos sogas y 15 minutos en televisión. Díganme que valgo más que los 200 pesos que pagaría un tipo por acostarse conmigo en contra de mi voluntad. Díganme que puedo caminar por la calle sin miedo, díganme que la noche no es sinónimo de muerte, díganme que alguien nos va a defender.

Queremos ser iguales, queremos tener las mismas posibilidades, queremos poder elegir. Pero no podemos tener la misma fuerza física que ustedes. Si nos ponen una mano encima, nos duermen, si nos agarran del cuello, nos quiebran; si se lo proponen… nos matan.

El cliché de “puede ser tu novia, tu hija, tu hermana, tu mamá…” es tan real que da asco. Soy la novia, la hija, la hermana y la mamá de alguien. Nada justifica que pienses que podés hacer conmigo lo que quieras: NI SIQUIERA SI SOY TU NOVIA, TU HIJA, TU HERMANA o TU MAMÁ.
Ni siquiera si realmente en tu enferma cabeza crees que me lo busqué.
La última vez que un hombre me pegó, lo miré dormir con tal odio que pensé que se le iba a cortar la respiración. Dirán que pude haberme ido de su casa después de que me pegó. No, no pude. Y no fue porque tuviera miedo de sus amenazas, fue porque estoy tan jodidamente rota de la cabeza que quise volverlo loco, quise que supiera lo que era necesitar escapar desesperadamente de un lugar.
Trabó la puerta con llave y se acostó, gritándome que fuera a acostarme con él.
Me quedé parada temblando en el living, pensando que tampoco había sido para tanto, que unos sacudones y una patada desde atrás no eran violencia, que había sido un arranque, que en realidad caí al piso porque me había resbalado, porque él era incapaz de hacerme mal.
Pero de pronto algo se adueñó de mi, cerré los ojos fuerte, y tratando de no llorar… pensé en mis papás. Fue inevitable que la cabeza no se me destrozara, sentir pena por ellos y sentir pena por mí.
“No me enseñaron a callarme. No me enseñaron a darme por vencida. No me enseñaron a perder.”
Entonces decidí meterme en la camita del hijo de puta dando por iniciado el proceso del final. Lo miré dormir deseándole todo tipo de males, enfermedades, desastres, ruinas y muertes dolorosas… pero no lo toqué. Decidí que le iba a ganar con la mente. Y lo logré.
Jugué el juego perverso de un hombre violento y enfermo, y gané. Unos meses más tarde, él me dejó, entre lágrimas, diciendo que me amaba pero que no me soportaba más.
Lo enloquecí.
Recuerdo salir de su casa con miedo a que se arrepintiera, pero con una sensación de triunfo que jamás en mi vida volví a sentir. Acababa de ganar un bonus para mi propia vida.
Y me jacto de eso?
Qué imbécil. Me jacto de haber sido más viva que él, porque en algún lugar, soy tan lamentable como todos ustedes, porque sigo creyendo que eso era lo que me tenía que pasar.
Pues no. No hacían falta los insultos, los empujones, las amenazas, las persecuciones, los sacudones, la tirada de pelos, la patada. No hacía falta que fueras tan jodidamente hijo de puta, y quiero que sepas que todavía te deseo una vida de mierda y una muerte lo más dolorosa posible. Quiero que sepas que jamás me curé de vos, y que como miles y miles de mujeres, sigo creyendo que si digo algo  fuera de lugar todavía puedo recibir un golpe, un grito, un insulto, una patada más.

Cierro los ojos, quiero al hombre más bueno del mundo al lado mio. Quiero que ese hombre me toque el pelo, me abrace fuerte, me bese despacio, me diga que me quiere para siempre y que nada de lo que yo diga puede provocar ningún incendio en mi propia piel. Quiero que ese hombre abrace a cada una de las chicas que aparecieron en una bolsa negra. Quiero que sea el que las vuelva a vestir, el que las acompañe por los callejones oscuros, el que les devuelva el calor a sus cuerpos fríos. Quiero que sea él quien rompa las bolsas para siempre. Quiero que ese hombre les devuelva la vida a las chicas de las bolsas.
Quiero que ese hombre sonría cuando las vea pasar hermosas con sus polleras cortas y maquilladas, quiero que sea el que agradezca la belleza del cuerpo ajeno, quiero que respete la vida, quiero que sea él quien cure las heridas.
Existe ese hombre?
Ese hombre podés ser vos.
Ayudanos a no tener miedo a vivir nuestra propia vida, ayudanos a ponernos la ropa que nos gusta, a ir a los lugares que queremos ir, a salir a la hora que necesitamos salir.
Ayudanos a no salir en una bolsa en los diarios.

Buscamos hombres como vos para volver a empezar. Porque no somos la carne de nadie, porque no queremos que pagues por nosotras y porque no queremos sangrar por vos.
Por eso te pedimos que nos cuides un poco más, nos abraces un ratito más, nos acompañes un poco más.

Las mujeres no somos propiedad de nadie.
Somos lo que queremos ser, y las que queremos ser.
No permitamos que nos disminuyan, que nos desaparezcan.
Por favor, no nos acostumbremos.

Ni una menos.

6 comentarios en “El hombre que rompía las bolsas

  1. V., lo leí ayer y me quedé pensando y sintiendo. No llegué al extremo de piñas pero sí abuso psico y alguna agarrada de pelo en mi adolescencia; no sé aún cómo me fui a tiempo. Me quedé con ganas de hacerlo llorar, de darle unos bifes y humillarlo en público, y aún (luego de 20 años) le deseo lo peor. Que se hable, por las mujeres que creen que es lo normal. Yo para afuera decía que estaba todo bien, que era un divino…
    Amé tu venganza. Te paso los datos de mi ex? 😉

  2. No se ni como enpezar a escribir este comentario. Mi ex me tiró de un balcón. De pedo estoy viva, fractura de columna, hombros, cráneo… al hijo de puta todavía le sigo deseando lo peor. Ni hablar de la mierda psicológica de sus hirientes palabras, tuve que abandonar mi vida por completo y comenzar una nueva. Te admiro por expresar todo esto como lo haces. Gracias

  3. Durisimo, real, cierto…. es increible que haya personas asi.
    Como hombre me avergüenzo de aquellos que no actúan como tales.
    Fuerza y amor para todos!

Responder a Hernán.- Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.