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Me odia, pero yo la odio más.

(Pinche)
Pasé 2 días más en el Hotel Pagoda del barrio Chino.
El primero lo pasé paseando por Los Angeles downtown, una suerte de zona céntrica y ejecutiva, con grandes edificios espejados, restaurantes y algunas tiendas de joyas. Me comí un burrito un poco desabrido y compré un chip de celular yanki, para poder tener internet en el teléfono sin depender de la gracia de las wifi sin candadito.
Con el google map me moví a todos lados, tomé colectivos, trenes y pude ubicar todo lo que quería.
A la noche tenía pensado salir, pero volví demasiado tarde después de esperar un taxi casi una hora en una esquina, pasando bastante frío por no tener campera.
El último día en Chinatown decidí irme un poco más lejos. Camino a la estación de tren, me encontré con un pasillito que llevaba a un pabellón gigante. Seguí a todos los chinos que iban ciegamente como fila de hormiguitas hacia una entrada minúscula. Subí dos escaloncitos y allí estaba, una little China se escondía ahí. Un mercado del estilo de la salada, puestos con diez mil cosas colgando, llaveros, mochilas, bolsos, bombachas, piedras verdes, muñecos feos, sandías, monedas, budas y sopa.
Salí con una mochila nueva bastante fea: tela verde militar con muchos bolsillos y un compartimento interno para la compu, útil y necesaria. Metí todo en la mochila, el bolso que traía y la pc.
Adquirí la tarjeta para viajes en tren y metro bus, que no me acuerdo el nombre pero se los averiguo. Un dólar la tarjeta y le cargás lo que querés, yo le puse un pase por un día y me fui a Hollywood Highland.
Subí por la escalera mecánica sin esperar nada especial, y allí estaba. El walk of fame.
No me puedo explayar demasiado porque en realidad no visité mucho, necesitaba aprovechar el día para escribir y editar, así que después de dar unas vueltas, me metí en un restaurante, pedí una hamburguesa con papas, una lata de coca y me puse a hacerlo.
Volví a Chinatown antes de que se hiciera de noche, me bañé, me tiré en la cama y llamé a un club llamado Exchange LA, ubicado en el downtown, donde esa noche se presentaba un dj muy bueno.
La chica que me atendió se sorprendió un poco de que quisiera ir sola, así que me anotó en una lista para pasar sin cargo. No entienden algunas personas que las mejores cosas ocurren estando solo, que se yo, como sacarse los pelos con una pincita al sol, hacerse la paja, o llorar con videos de perritos bebés.
Clavé unas plataformas que me acababa de comprar en el Forever de Hollywood Boulevard y a las 22.30 local time estaba en la puerta del club. Entré sin cola, inspeccioné el lugar y elegí el punto en el que me quedaría toda la noche.
Con el teléfono en la mano, rogando que la batería me dure toda la noche para poder pedir un taxi a la salida, me apoyé sobre una columna en el extremo izquierdo de la barra, mirando la cabina.
Con los ojos entre cerrados analicé las botellas, no reconocía muchas. Ah si! Bombay! Bacardi, Jameson, cervezas varias. Si, todo muy bien, dónde está el Jäger? No jodamos.
Finalmente me animé a preguntar. EL barman me lo sirvió solo y con mucho hielo, en un vaso de whisky de boca ancha y detalles en la base, pero de plástico. Muy lindo, me lo hubiera llevado, eran descartables, pero me sentía muy Moni Argento, de todas maneras, para cuando estaba terminando el cuarto vaso ya no me acordaba de nada.
Volví en un taxi que encontré en la puerta luego de comprar un sanguche de pollo con verduras en un kiosco. Me lo comí en la cama, en pijama, haciendo migas y jugando al twitter.
Lamentablemente, hay gente que tiene algunos archivos de sonido grabados en ese momento en los que no se me escucha muy sobria.

Me desperté cerca de las 10.30 de la mañana porque el despertador no paraba de sonar.
Resaca.
A las 12 tenía que dejar la habitación y tenía el típico caos ebrio de la noche anterior. Ropa tirada, maquillajes, carteras, pedazos de sanguche, toallas colgadas de picaportes, cables, cables, folletos, ganchitos de pelo, paquetes de galletitas, latitas vacías, corpiño, zapatos, botas. No suelo ser muy desordenada y menos en los hoteles, pero el Pagoda sacó lo peor de mí.
A las 12.10 estaba entregando la llave, bañada, con todo guardado y la habitación impecable. Suelo dejar las toallas todas juntas, la basura dentro del tacho, cerrada, la cama estirada y los papeles y carteles del hotel todos juntitos en una esquina, para que los puedan volver a usar.

Afuera brishaba el sol como la concha de la madre.
Compré unos adornos en locales de la calle en Chinatown y me despedí del barrio.
Tren a Highland de nuevo, cuatro cuadras hacia arriba y llegué a mi nuevo hotel. Holiday Inn Express Walk Of Fame, tremendo nombre le pusieron.
Muy lindo, como un Holiday Inn pero sin los detalles costosos, digamos, los detalles al pedo.
Cosas copadas? La cercanía con la zona del Walk of Fame, el wifi, las máquinas de hielo y de latitas de coca, el laundry para usar con monedas, BAÑERA, caja de seguridad, (la mía no funciona pero bueno) la pileta, el gimnasio, (el cuál no pienso pisar) la zona de computadoras e impresora (que no te deja imprimir word ni tampoco hacer un ctrl P) y el desayuno obeso hasta las 9.30 am.
Descansé, me bañé y salí a caminar con la compu en la mochila. Algunas fotos lindas después, me metí en un Hooters. No saben lo buenas que estaban esas pibas, se me salían los ojos como al lobo de los dibujitos. Lo peor es que había grupos de tipos, los auténticos yankis gordos que van a ver el partido de football y tomar cerveza, y ni las miraban. Qué sociedad de mierda somos nosotros, nos muestran dos tetas y un culo y me tenés ahí toda desconcentrada cada vez que pasa alguna. Finalmente, pude desistir de toda esa carne y me puse a escribir. Me vinieron a preguntar varias veces si quería algo más, si estaba todo bien, si quería lo que me había sobrado para llevar, si quería que me retiraran, si quería refill, si quería postre, pero fuera de lo quemadoras que son y de que cada 15 minutos pasaba una distinta y firmaba en una planillita que me habían dejado en la mesa, eran un amor.
Escribí, acomodé, leí. Fue productivo. Cuando salí era de noche, siendo las 20 hs. ya había almorzado y cenado en esa comida, así que me fui a una licorería y me compré una botella pequeña de Jäger que me reservo para mi última noche en LA.
Volví a la cama y tuve la primer buena idea de estas vacaciones.
Después de mucho resistirme a la idea de organizar el libro en capítulos, VOY A ORGANIZAR EL LIBRO EN CAPÍTULOS. Por ahora son 7. El prólogo y 7 capítulos. Ya están escritos los títulos y ya están las entradas correspondientes en cada uno de ellos. Tengo una carpeta en la que hay entradas que todavía no sé dónde poner, o ni siquiera sé si van a estar. Me falta ponerlas en orden para generar el clima en cada capítulo. Me faltan algunas entradas nuevas que unan a las viejas entre sí, dándole coherencia al paso entre una y otra. Cuando termine eso puedo dar por concluida la misión de estas vacaciones. En Buenos Aires me quedará la tarea de editar entrada por entrada, una por una, hasta la perfección. Y después de eso Ctrl Print.

La mañana del 17 fue hermosa. Lindos días aquí en Hollywood. Tomé sol, caminé, saqué muchas fotos y me metí a almorzar/cenar en el Hard Rock Café.
Lugar: hermoso
Música: genial
Comida: muy buena
Atención: POR FAVOR LA RE CONCHA DE TU MADRE PODES DEJARME EN PAZ!???
La CANTIDAD DE VECES que vino en UNA HORA la camarera a preguntarme cosas, no se las puedo explicar. Me senté a las 5.30 de la tarde, se sentó en la mesa con su timbre chillón a charlarme de la vida, preguntarme cómo estaba, cómo me sentía y no es broma. Me contó que era Saint Patrick y si quería festejarlo con algunas de sus cuarenta y tres mil opciones de… LA CORTÉ CON UN SIMPLE “I DON´T LIKE BEER THANK YOU”. Me ofreció quinientas otras bebidas ,”Just Diet coke, Thank you” Se fue, volvió, me trajo la coca. Me preguntó si necesitaba ayuda con el menú, porque unos minutos antes cuando empezó a contarme la historia de cómo San Patricio se afeitaba con espuma las bolas, le dije que me disculpara pero que no hablaba mucho inglés, nada más que para que se fuera. Entiendo que por ese motivo pensó que no podía entender el menú y que le iba a pedir como hombre de las cavernas.
Le pedí un mac with cheese and chicken porque no me había decidido y su presencia al lado mío me presionaba tanto que lo primero que vi, ahi nomás lo elegí. Se fue y volvió dos veces más hasta que trajo la comida, para avisarme que ya venía y para ver si estaba todo bien.
EL NIVEL DE SEQUEDAD VAGINAL QUE TENÍA EN ESE MOMENTO ESTABA PROVOCÁNDOME UN PARO CARDÍACO pero lo seguí soportando un rato más.
Llegaron los fideos.
Imagínense la escena. Yo, sentada, con la netbook abierta y el word, con MOUSE y MOUSEPAD, onda, ME CHUPA UN HUEVO TU GLAMOUR, con el vaso de coca gigante y comiendo fideos sin mirar el plato. La tarada esta viene y me pregunta si le quiero poner un wouldyouliketotrysomesiuperwillichispikiwikigüeliserant whit your macandchis?

Eh?

IFYULIKETOTRYSOMEOFOURNIUSUEKEREQUENTCHIKIMILIRELISERANT?

Uy flaca te pego.

Me toqué la cara, juro que no quise, pero ya quería que entendiera que estábamos bien así, que si quiero que me chupen el agujero del ano me voy dos cuadras más hacia Constitución, que vivo cerca, que no me voy a venir HASTA ACÁ A LA CONCHA DE LA LORA.

“It´s OK thank you Honey”.
Sonríe y se va.
(Me odia, pero yo la odio más)

Mientras me comía los fideos vino dos veces más.
Quería saber IT´S EVERYTHING OK FOR YOU? y IT´S EVERYTHING OK FOR YOU? de nuevo, por si en el medio entre un fideo y otro EN UNA DE ESAS, se me había dado de golpe por probar el wikiguiliserrant o cagarla bien a trompadas.

Terminé de comer. Escribir? un poco. El odio que tenía era tal que no me podía ni concentrar. La gente de la banda empezó a tocar una versión medio chill, medio reggae de Karma Police y eso me hizo muy feliz.
Con el último fideo en la boca me retiró el plato y me preguntó si quería un postre.
Le dije que en un ratito, más tarde, y casi sin mirarla me sumergí en la pantalla. Clavé la compu BIEN ENFRENTE MÍO, onda NO TE METÁS MÁS, y la ignoré.
Acomodé un par de cosas, arrastré words de una carpeta hacia otra y me gustó, “Si tan solo me dieran una hora o dos horas más, termino” pensé, pero ella quiso saber si yo quería CAFÉ.

Dios, Café me ofrece.
Por favor, llevátela. Que cambie de turno, que cambie de mesas, que le dé diarrea al perro, le avisen por teléfono y pida de irse, que la agarre un compañero y le pegue una cogida en la cocina, no sé, que se desmaye, que se muera, pero SÁQUENLA DE ACÁ!!
Mi última cara ya no fue muy amigable, ya no le sonreía ni le decía “Thank you”.
Empecé a pensar que le molestaba que estuviera ahí, que necesitaba la mesa, pero me doy vuelta y el lugar estaba vacío. 10 % de mesas ocupadas.
No entendía nada. Yo estaba arregladita, bien vestida, no molestaba para nada, ya había comido, estaba con mi mini pc ahí en una mesa de frente a la cocina, en silencio, sudaca sí, pero en silencio, por qué habría de molestar? O es que son tan serviciales que no saben cuándo detenerse?

Seguí en lo mío unos minutos más cuando con mi visión periférica veo que se acerca.
Escucho la música de tiburón en mi oído interno.
Se para al lado mío, abre la sonrisa grande y me dice:
Y ESCUCHEN ESTO

“Are you ready for the check, now?”

Con un movimiento lento de la cabeza, lentísimo, miro a mi alrededor, buscando a alguien que me explique ALGO.
La miro seria unos segundos y, así, seria, le digo “YES, PLEASE”, y me doy vuelta, en un suspiro mortal, a abrir la mochila y sacar la billetera.
Ella se da cuenta de su error y empieza a querer retractarse.
“I mean, not now, whenever you need, I just… when it´s ok for you…” con esa voz PENETRANTE, con ese TIMBRE AGUDO, que es algo que no soporto ni de las yankis ni de ninguna mujer.
La muy conchuda saca la cuenta que tenía PREPARADA en el delantal, y me la da, con una sonrisa GIGANTE y escondiendo cara de culpa.
La cuenta decía 22.40 toda adornada con corazoncitos y poronguitas celestiales.
Le doy 40 y me pregunta “Do you need change?”

YES CONCHUDA, I NEED CHANGE, MIRA SI TE VOY A DEJAR CASI 20 DÓLARES DE PROPINA DESPUÉS DE QUE ME SECASTE LA CONCHA DURANTE 65 MINUTOS Y ACTO SEGUIDO ME ECHASTE.

“Yes, please”, digo.
Vino con el cambio, me recomendó dar el tour por las guitars de la siuper truper cheicon of de costumes of de virtins of de parrot y se fue toda feliz.

Salí con un humor que no les puedo explicar.
Caminé unas cuadras, compré unos regalos y me volví al hotel.
A las 20.30, pijama puesto, en la cama, con la compu encima, ya estaba para dormir.
Pero claro, me sentía miserable. Me sentía sola, lejos, improductiva, vacía. Esa pequeña mujer me había chupado las energías, me había despojado de mi alma como un Dementor, y ahora no había vuelta atrás.
Así que agarré mis escritos viejos y los empecé a leer.
Leer, música y leer. Llorar, leer, música y llorar leyendo.
Los disparadores pueden ser tantos, pueden ser tan tontos. Un disparador es una petisa con voz finita, rompiéndote las bolas en un bar.
A las 12 me dormí.

Hoy es mi último día en LA.

Me vino.
Quiero agradecer a Dios por los Rolls de Canela y el Ponstil Forte.
Tengan paciencia, todavía queda lo peor.

6 comentarios en “Me odia, pero yo la odio más.

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