Yo debería haber sido puto.

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ESTA ENTRADA ESTÁ EN CONSTRUCCIÓN
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Todos fuimos nuevos.

Se ha agrandado tanto la familia de 320, tenemos de pronto tantos hijos, hermanos, primos que no sabemos bien qué pensar.
Hay un momento en el que, al no haber cursos nuevos, volamos entre nosotros como quién va a comer spaghetti a la casa de la nonna el domingo. No te hace falta ni mirar la tripulación en el portal, porque, sea como sea, va a estar bien. Pero hoy, entrás al portal con miedo, lo abrís sabiendo que va a haber uno o dos nombres que no vas a conocer, y que segurmente, vayas de cuatro, y sin pedirlo, sin haberlo coordinado, solo por la sencilla razón de que el jefe y vos quieren estar juntos y formar la cofradía, mantenerse pegaditos y protegidos del ataque púber de los recién ingresados, con todas sus ganas, sus energías, sus procedimientos frescos e implacables, o su confusión absoluta e interminable. Nos mantenemos guardados en el galley de adelante escapándonos de los tiroteos bananas de los mini Don Johnson de veintipocos, de las galanterías infames e irrespetuosas, de la falta de código, de los chistes zarpados, de la poca vergüenza de que el pasajero esté adelante. Los niños nuevos no pueden mantener la picha dentro del pantalón, las niñas nuevas no entienden que si el compañero está de novio no hay que gateárselo.
Por momentos, es un jardín de infantes. Si, lo acepto, el bitching está viejo y arrugado, el bitching pasó los 30, ya no entiende los códigos de cris morena, es difícil ser bebé, ya no quiero ser bebé. Entonces, nos recluímos en las postas, no vamos a pasear, ni a cenar, no atendemos el teléfono y los dejamos a los nuevos totalmente solos, chateando con sus amigos de buenos aires o llorando en su habitación porque extrañan al novio.
No nos bancamos a los nuevos.
Y pasan los días, las semanas, los meses.
Y un día, en un vuelo, un nuevo te caga a trompadas la cabeza.
Es el nuevo el que te contiene el día que VOS no podés más, es el nuevo el que se acuerda lo que decía el último newsletter, es el nuevo el que te dice ‘sentate a comer que salgo a retirar yo’. Ese nuevo es el que te cuenta que moría por este trabajo desde hacía años, ese nuevo te cuenta que con la plata del sueldo ayuda a la familia, esa nueva te cuenta que detrás de su apareciencia de femme fatale botinera, es una dulce niña con muchos más códigos que gente con 400 hojas de libro de vuelo.
Si, pequeños bitches, los nuevos también son personas. Como los chilenos, que son casi latinos.
Poco a poco, esa camada de casi 150 gacelas enfurecidas, se van adaptando al trabajo. Pierden un poco la exaltación, la excitación, la necesidad de llamar la atención. Se relajan, se dejan de querer seducir a cuanto tipo suba al avión, o quererse acostar con cuanta compañera ande dando vuelta, se dan cuenta de que la secundaria ya pasó, se hacen un té en el vaso de crew y respiran hondo.
Y les damos la bienvenida, y dejamos de mirar el portal para ver con quién nos vamos de posta a Córdoba, y cenamos juntos, y vemos juntos el soñando 2 en nuestra habitación y vamos al cine, y compartimos los chismes… y cerramos el círculo una vez más.
Ya estamos adaptados, ya estamos integrados, vayamos afilando los cuchillos que hay un nuevo curso por entrar…

Deportada de Córdoba.

Llego a córdoba y nos dan un slot para dentro de una hora y cuarenta minutos. Yo tengo antojo de caramelos masticables. Pido autorización al jefe, al capitán, y me pongo los zapatos rojos, la credencial para circular por aeropuertos y me bajo triunfante con la billetera en la mano a comprar 20 pesos de caramelos de colores. Saludo a la chica de tráfico que me indica por dónde ir, esquivo la cinta de los pasajeros, voy por el pasillito, giro a la derecha, giro a la izquierda, sigo la flechita de salida, y finalmente encuentro las puertas automáticas que me llevan hacia el kiosco. Antes de traspasarlas, saludo a la señora de SEGURIDAD AEROPORTUARIA que está parada en las puertas. Amablemente le digo, bajé a comprar caramelos, si salgo por acá después puedo volver a entrar por acá? (respuesta obvia, pregunta hecha solamente por cortesía, para no pasarle por delante como un poste y respetar un poco su institución)
Señora: mmmm no, no te puedo dejar pasar.
Yo: no? Pero voy al kiosco eh… Cruzo y vuelvo no son ni dos minutos, compro unos caramelitos.
Señora: pero por acá no podés pasar. Tenías que ir por arriba.
Yo: es que la chica de tráfico me indicó que era por acá, por abajo.
Señora: sos de internacional? De donde venis?
Yo: no, vengo de buenos aires, mi avión está en remota, me dijeron que venga por abajo, quería unos caramelos…
Señora: fijate de ir por arriba, pero te van a tener que hacer un boarding pass…
Yo:…
Señora: vos sos tipulante?
NO! LA REALCADA CONCHA DE TU MADRINA SI VENGO DE UNA FIESTA DE DISFRACES…
Yo: si, soy tripulante.
Señora: ah.
SI VAS A DECIR AH PARA QUÉ CARAJO ME PREGUNTÁS!????!
Yo me doy vuelta, con intención de irme.
Señora: (con cara de me estás comprometiendo hasta límites insospechados) no, está bien, pasá, pero esta es la última vez porque…
Yo: pero noooo, dejá, te agradezco muuucho, no te quiero comprometer, no te hagas NINGÚN problema. Me doy vuelta OFENDIDÍSIMA y me voy para arriba.
Las chicas de tráfico me informan que arriba no hay kiosco, me vuelvo al avión, furiosa, frustrada y sin caramelos, deportada de Córdoba, toda chiruza, toda tilinga, toda doméstica y regional!!

Dormidísimo.

Un copiloto de la empresa, joven, simpático, del interior, no voy a dar más datos, dormía plácidamente en su cama estando de guardia.
De pronto el teléfono lo despierta a las 3 de la mañana sin que él llegue a tiempo a encender su cerebro y ponerlo en actividad.
Voz en el teléfono: Hola… Maurizio?(aclaro que el nombre es ficticio)
El espíritu de Maurizio, dormidísimo, sin comprender qué es el mundo: si, soy yo.
Voz en el teléfono: Maurizio, te hablamos de …(nombre de la empresa)
Y antes de que la voz en el teléfono pueda explicarse, Maurizio interrumpe…
M: de… (nombre de la empresa)??? Para una entrevista???!!
Voz: no, qué entrevista… para activarte la guardia…

Divino él, tan dormido estaba que se había olvidado que ya había dado la entrevista y hacía 4 años que trabajaba en la empresa.