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Nunca olvidé esa noche, en ese hotel de Flores.

(Pinche)

Funciono mejor de noche, siempre fue así. Con apenas una siesta de 3 horas, puedo permanecer toda la noche con una energía desbordante que jamás podría tener por la mañana después de dormir 8, 10 o 12 horas. Con la luna me enciendo, puedo caminar, escribir, estudiar, ordenar o simplemente, estar alerta.
Se ha hecho de noche en el distrito 12 y los animales duermen. Ya cenamos, me tomé medio litro de coca cola light y algunos tés con jenjibre. Mi casa entera grita LAVAME SUCIO, la mugre trepa por las paredes y te salta en la espalda. Me sueno el cuello y decido que voy a tirar absolutamente todo lo que no me sirva. Cuatro horas después, dí vuelta los muebles, pasé la aspiradora, pegué el sillón roto con cinta de alta velocidad y limpié algunos cajones pero, no tiré ni una sola cosa. Me cuesta tirar.
A la una bajé a los perros porque Vento está con diarrea por comer porquerías, apenas abrí la puerta salió corriendo y hundió la cara en una bolsa de comida putrefacta, así que ahora lo tengo tirándose pedos con olor a guiso agusanado. Ade lo padece en silencio. Puse tres lavarropas, colgué la ropa de tenders, escaleras, puertas. Mucha ropa atrasada para lavar con estos días de lluvia, y muchas mantas de perros llenas de pelos y meos. Subo la escalera corriendo, cuelgo, bajo corriendo, pongo otro lavarropas, abro puertas, barro, aspiro, corro la bicicleta, suena attaque 77, muevo un sillón, despego un póster, doblo ropa, saco bolsas de basura, cierro cajones y miro la hora. Son las 2 de la mañana, tengo los ojos abiertos como si me hubiera tomado una bolsa de falopa. No es el caso, pongo agua a hervir para otro té y me la olvido, bajo corriendo mientras la pava silba enloquecida. La saco del fuego bailando, rayo jenjibre y de pronto escucho : SHHHH POR DIOS!!!!!
La onomatopeya censuradora y represora viene de alguno de mis queridos vecinos, Puedo adivinar de quién, pero honestamente, me importa bastante poco. Si tuviera unos buenos parlantes subiría el volumen de la música, pero no los tengo y la computadora no tira mucho, así que me limito a cantar lo más fuerte que me dan los pulmones, esta gente no entiende con quién se metió. Me mandaron mensajes, audios de mis perros llorando, cartas pegadas en el palier y deslizadas por debajo de la puerta, mails escrachándome con todos los demás vecinos, me amenazaron con mandarme cartas documento y denuncias varias porque mis perros lloraban.
Todos los SHHHH que puedan gritar me chupan bien la concha, todos sus SHHHHS son muy pequeñitos y lloricas al lado de lo que nos pasa a nosotros cuando se oculta el sol.
Esta gente se cree que me va a asustar, se cree que me va a calmar. Pobre de ellos
YO VOLVEREEEE A LAS CALLEEEEEEEES OHHHHH
SE QUE MI BARRIO ESPERARÁAAAA OHHHHHH
Con los alvéolos tuberculosos enfurecidos le cantamos a la gorda conchuda y a todos los que quieran escuchar,
Los animales me miran, me estoy tomando un té verde con jenjibre y tengo una remera con perritos salchichitas, soy lo más peligroso que hay, me corren pensando que me van a asustar, que me van a sacar los perros, que me van a hacer echar. ME CORREN A MI.
NUNCA OLVIDÉ ESA NOCHE, EN ESE HOTEL DE FLORES
FUE AQUELLA LA ÚLTIMA VEZ QUE TE VIII

Centrifuga el último lavarropas,
YO VOLVERÉ A LAS CALLES
SÉ QUE MI BARRIO ESPERERÁAA
meto el tercer Koinorr, vibra el piso, nadie duerme.
Que les quede claro quién manda acá.

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Las putas y yo

Foto: Danparo Rodríguez Ph

(Pinche)
Comenzaron los trabajos de reparación en la unidad 23, el departamento donde las mujeres trabajaban con su cuerpo.
El consorcio del edificio fue a buscar a la dueña, que no vive ahí, para pedirle permiso para entrar, y así encontrar las pérdidas que ocasionaban los manchones de humedad en mi departamento y el de Gloria. La señora, mayor, no tenía idea de quién estaba viviendo en su propiedad, de modo que hizo una denuncia por usurpación. Mientras tanto, el consorcio golpeó las puertas del 23 a todas horas, sin recibir respuesta. Nadie vive en el 23, pero se escucha gente entrar y salir por la noche. Las chicas entraban y salían en horarios bastante parecidos a los míos. Mientras todo el edificio duerme, las putas y yo, trabajamos. Mientras mis perros aúllan, las putas se desvisten y yo preparo cafeteras con los ojos cerrados de sueño.
Vuelvo a casa derrotada, arrastro el carry on mojado de esta lluvia que no piensa parar hasta demostrar lo poco que hizo Scioli por la provincia, arrastro los pies escalera arriba y me cruzo con una rubia que eructa leche en su último día en el edificio. Nos saludamos sin pisarnos la sábana, porque a esas horas, ante todo, el respeto.
Me duermo incómoda, con la cabeza apoyada en la almohada, abrazando al perro que llora cuando me voy, aquél que hace apenas unos meses manchaba todo de gusanos y jugos. Los gatos se acomodan en los huecos que deja mi cuerpo doblado, en el arco interno de las rodillas, encima de mis costillas. Adela se acerca y me huele, con la nariz deforme y torcida, se introduce entre las colchas, dejando sus cuartos traseros contra los míos.
Me duermo.
Llueve sin fin, llueve mientras mis ventanas rotas dejan entrar esas pequeñas cataratitas con las que resbalaré por la mañana por culpa de las pantuflas gratuitas de los hoteles 5 estrellas; llueve, llueve porque así es como el cielo nos dice cosas distintas a cada uno: que es hora de dormir, que te bendice y te entrega la mejor noche para garcharte todo y tomar whisky, que te maldice y tenés que irte a Rio Gallegos, que te acaricia y se te cancela el vuelo, que te mete el dedo en el orto y extrañás terriblemente a tu amor. El cielo se manifiesta siempre de la misma manera para todos, pero no hay manera de que todos recibamos el mismo mensaje.
Me abracé a mis perros y mis gatos, nos dimos vuelta unas 300 veces, para un lado y para el otro, estábamos calentitos y llenos de amor. Supongo que debo haber sonreído en sueños, porque no puedo aspirar a más que eso: querer, sentirme querida, sentirme a salvo del desamparo.
Por la mañana, paseamos. Me encontré un policía en la puerta de casa. La pareja del kiosco de diarios me confirma que hay una “consigna” en el edificio, con un relevo cada 6 horas en el piso del 23. Las putas se han ido, ahora solo quedo yo. Finalmente, se ha podido ingresar al departamento y un plomero rompe las paredes con una violenta maza, yacen los escombros en el antiguo burlesque del amor.
No paró de llover, como en esas canciones de Maná. A la noche decidí hacer una expedición y buscar al policía, no quería ofrecerle una tacita de té, solo quería verlo, ver de cerca a un policía haciendo guardia. Cerca de las 3 de la mañana, abrí la puerta, dejé escapar al gato y lo seguí gritando su nombre, solo para crear una escena que justificara mi subida en pijama al piso de arriba. El plan del gato funcionó perfecto, pero no había ningún policía. Era todo un timo. Volví a mi cama, frustrada y desprotegida. El distrito 12 sigue siendo tierra de nadie, sin policía, sin putas, sin relevos con pizza, café y rosquillas… tan solo la lluvia, tan solo mis perros, Gloria la quejosa, y yo.
Me desperté esta mañana entre animales, adivinen qué?
Llueve.
Son las 3 de la tarde y ni siquiera pudimos salir a pasear, Adela duerme con la cabeza en la almohada y tapada hasta arriba. Los gatos se abrazan en un cuadro perfecto. Vento se rasca la oreja con una pata trasera, le duele y pega un grito, mira la pata enojado y empieza a morderla, como dándole una lección. Todos tenemos un coeficiente intelectual altísimo por aquí.
Me hago un té porque nunca hay nada para comer. De alguna manera me encanta vivir en este palacio del moho, donde los vidrios lloran, las paredes crían hongos, los animales se adueñan de las comodidades y la heladera no tiene nada para enfriar.
Se escuchan voces, parece ser que Gloria habla con alguien. Quizás sea el policía. El otro día la vi esperarlo muy animadamente del lado de adentro de la puerta del edificio, ella llevaba en los pies algo que era de entrecasa, tenía a su perrito caniche gay en los brazos, sonreía nerviosa esperando que el policía entrara. Espero que se la esté cogiendo, quizás así deje de prestarle atención al llanto de mis lobos. La ecuación es simple, si Gloria coge, yo puedo ir al cine. Y en realidad, me encantaría ir al cine, comer unos pochoclos, volver a casa, que lloviera, hacer unos tecitos verdes, y visitar las hermosas cataratitas que nacen de mis vidrios rotos.
O acaso no es eso la felicidad?

Me visto para ir a votar, camino unas cuadras, entro a la escuela, hago la cola mientras reviso cosas en el celular. Escucho a las personas hablar de cosas con las que no estoy de acuerdo, miro para otro lado intentando demostrarles mi desinterés. Necesito que la cola se apure, tengo los perros atados en la reja del lado de adentro y el de seguridad me miró mal. Con ojos impacientes recorro la cola y me encuentro con dos chicas de las que trabajaban en casa, en el 23. Me sonríen, les sonrío, nos saludamos en silencio, nos respetamos. Este horario no nos pertenece, no deberíamos estar despiertas, no es horario para ninguna de las 3, preferiríamos estar en la cama, dormidas, abrazadas a alguien, calentitas y escuchando la lluvia, preferiríamos el amor, siempre el amor, las putas y yo.

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Adoptá un jefe.

(Pinche)
Ir de 4.

Ir de 4 en un doble Córdoba. Ir de 4 en un Gallegos cuando no dormiste siesta. Ir de 4 en un regional con la Premium Economy full. Ir de 4 en un Córdoba Bariloche. Ir de 4 en un Ushuaia 4.45 am.
Hacer las cafeteras, sacar las bolsitas en la escala, armar el carro, alcanzarle los cabezales a los de limpieza cuando recién te sentás y encendés el celular, atender el cockpit cuando la jefa no se banca al capitán, atender el interphone cuando la jefa se la está rascando, armar el carro cuando la jefa se mete al baño “un segundito”, (Andá armando que ya salgo…) recibir a los pasajeros en los regionales, darles las revistas, los diarios, la documentación, hacer magia para que las 15 putas valijas que traen entren en 4 bins, “me abrirías los vinos, porfi?”, “me entregás las toallitas sauna porfii”. TODAS MANCAS LA RECONCHA DE TU MADRE, pensás vos. Pero te tenés que contener, porque sos el 4 y es tu maldito deber.
Con la cabeza apoyada en la puerta 1L intentás mantener los ojos abiertos mientras la conchuda te cuenta una historia que no te puede interesar menos, rogando sentir el descenso de una vez por todas y tratando de entender por qué siempre vas de 4.
Algo te alegra un poco, si vas de 4 es porque los jefes te eligen. Si te eligen es porque trabajás bien, porque sos una persona amena para pasar el día, un doblete de la muerte, una seguidilla infinita, un vampiro asesino. Se entiende, si siempre vas de 4 es porque les caés bien a los jefes, te tienen cariño, te estiman, sos un buen compañero.
Y entonces, achinás un poco los ojos porque el sol de las 6 am te entra gloriosamente naranja y cegador por el gran angular de la 1R y la escuchás, a la conchuda, con un poco menos de mala leche. A ver qué pelotudez vas a decir ahora la argolla de tu madrina… y sonreís un poco, sin que adivine que te estás quedando dormido con su anécdota de los sobrinos forros del orto esos que tiene.
Te la bancás un rato más porque sabés que te quiere, porque sabés que todos te quieren, porque vos siempre vas de 4, y eso significa que sos tope de gama.

Vení 4, acercate, te quiero decir algo.
Sentate un toque.
Los jefes también tenemos sentimientos, sabés? Pendejo engreído hijo de una gran puta.
Los jefes, así todos viejos, aburridos, mal aliento, casados, castrados, con 23 camadas de hijos, todos divorciados, todos llenos de juicios, de ex maridos de mierda y ex mujeres locas, gordos, incogibles y mal cogidos, cansados, ojerosos y arrugados… los jefes, alguna vez fuimos tcs. La re concha de tu madre, nadie lo recuerda, pero alguna vez fuimos tcs y sabés qué? Los jefes alguna vez también se enfiestaron en las postas, y se gastaron todo el viático en chupi, los jefes también se descontrolaron en la posta de Neuquén y terminaron haciendo un strip tease con un copiloto, y también fueron a trabajar sin dormir por haber salido, y también se pasaron teléfonos con los pasajeros, y se comieron a alguien del cockpit, y se intoxicaron en una posta por comer mariscos raros, y se rajaron pedos en la cabina, y se bajaron de un vuelo diciendo que estaban enfermos y era mentira, si, los jefes también mintieron… aunque no lo creas, también se pidieron la guardia por un partidito en el mundial, y también se bajaron alguna vez un juan valdez para llevarle a un conocido, los jefes, alguna vez, tuvieron sus heladeras llenas de medialunas de jamón y queso, lo que pasa es que ahora nadie les hace bolsita, y eso es triste.
Entonces, pendejo del orto, te calmás. Dejás ya mismo de mirarme con esa cara de sobrador y te bancás todas las historias de mis sobrinitos, sabés? Y me cambiás la carita, porque te tengo noticias… hay otro motivo por el cuál el jefe te trae de 4, y no es ni porque seas tan brillante, ni porque seas tan divertido, ni porque te queramos tanto… muchas veces te llevamos de 4 porque los otros dos nabos del fondo son incluso más insoportables que vos. No sos lo mejor de la empresa, sos simplemente, el mal menor.

Así que la próxima vez que el jefe te quiera poner de 4, pensalo antes de agrandarte. Y ayudá al jefe, ponete en el lugar del jefe, abrazá al jefe. Pensá que, hace años luz, el jefe fue joven y estaba lleno de ganas de vivir, pensá que al jefe le latía el corazón, pensá que ese jefe en otra vida, también cogía.