Ustedes habrán caído en mi trampa

(Pinche)
Estoy sentada, apenas borracha, enfrente al cuadro de Dorian Grey.
Tengo una de las conversaciones más difíciles que se puedan tener con tal hermoso ejemplar: hablamos de mí.
Quizás sea que hace mucho no puedo decirle la verdad a nadie, quizás sea que hay algo en lo bello del rostro de este cuadro imposible de tocar que me obliga a dejar todas mis municiones del lado de afuera de la puerta, quizás sea algo mucho más simple, quizás ya es hora de decir la verdad.

No voy a vivir para siempre, mi energía no es inagotable, no sé lo que estoy haciendo, no siempre sé lo que quiero, no voy a quedarme inmortalizada en este momento, en este hoy.
Los seres humanos deseamos tanto la vida como la muerte, nos apasionan ambas dos por igual. Morimos por estar vivos y vivimos construyendo trampas para evitar morir.
Mi trampa es tan sencilla y hermosa, tan auténtica y mia, tan única y leal.
He encontrado la manera de evadir a la muerte, he encontrado la manera de permanecer siempre aquí. En este momento están leyendo mi trampa mortal. Mi manera de sortear la desaparición es que alguien me lea, que alguien entienda las letras que alguna vez escribí.

Dorian brilla como si le diera el sol. Yo sonrío admirándolo, por momentos quisiera tampoco envejecer, quisiera poder entrar al cuadro, quisiera abrazarlo, quedarme en silencio y que el tiempo no corriera, que todo esto que nos persigue ya no nos persiguiera, pudiendo jugar esos juegos que juegan todos los demás.
Pero no puedo entrar, entonces me conformo con contestar sus preguntas y poner mi cerebro encima de la mesa para que lo corte con el cuchillo y lo vea sangrar.
Mi cerebro sangra color plata, color metal.
Por momentos nos reímos, él en su posición de privilegio, yo del otro lado, mutante, orgullosa y mortal.
Es entonces que empiezo a decir la verdad.
Digo la verdad de una manera tan horrorosa y fuera de lo común que el cuerpo entero se me sacude y mis ojos se vuelven traslúcidos; no lloro porque no sirve llorar, pero sé que si él pudiera sacar las manos del cuadro, lo haría, tomaría las mías y me preguntaría más. Porque nunca es demasiado, porque siempre quiere saber más y este juego es mucho mejor que el de llorar.

Debo admitir que los engañé.
Este blog fue la trampa que les tendí para encontrarme con los verdaderos ustedes, los que ven más allá.
Les mentí cuando escribía cosas graciosas, les mentí cuando me reía del copiloto y del capitán, les mentí cuando hablé del triple Santiago, les mentí cuando les dije que me iba a operar las tetas con el osde 410. Les mentí porque los necesitaba, les mentí porque quería su amable atención. Tuve que mentirles para poder poner la trampa, tuve que mentirles para poder ser inmortal.
Sabrán entender que no les pida disculpas: ahora que están todos aquí y se han ido los que sólo querían reír, me siento orgullosa de mis mentiras piadosas y de lo que hemos formado al fin.
Yo sé que el blog ha cambiado, sé que esta pantalla negra con letras blancas ya no es lo que solía ser, pero no lo siento, no pediré perdón por haber cambiado porque no me avergüenzo de los cuernos en mi cabeza ni de las plumas negras naciendo de mi espalda. Simplemente esto es quien soy, esto es lo que tengo para ofrecerles, esto es lo que siempre estuvo adelante de sus ojos.
Les agradezco la compañía durante todos estos años, les agradezco el apoyo y la incondicionalidad; pero sabrán que hay algunos hechos que no pueden ser deshechos y que si un plato se cae al piso y se parte en varios pedazos, podemos pegarlos y seguir usándolo pero… ya no será el mismo plato que alguna vez fue.
Acaso ustedes quieren ser los que fueron hace 5 años atrás? Acaso la vida y la muerte a su alrededor no les hace remolino en las venas, acaso no les late el corazón por momentos más rápido, acaso las arrugas de sus ojos no se llenan de las preguntas que nadie les supo responder?

Yo estoy luchando porque no se me acumule tierra entre las rendijas del laberinto de mi cerebro. Estoy luchando porque no hagan ruido las bisagras cada vez que abro o cierro una puerta.
Estoy luchando, y si éste es mi último día, quiero que haya valido la pena haberlo empezado.
Después de todo, en algo nos parecemos este cuadro delante de mí y yo; no queremos irnos sin habernos hecho todas las preguntas.

Mi cerebro se está secando a la intemperie y lo miro con algo de lástima, rodeado de su sangre plateada como el río rodea la torre alta en la que vivimos desde hace tantos años mis animales y yo. Lo pincho con un tenedor, todavía vive. Hablo sin mi cerebro, hablo sin parar, acaso no saben que el secreto de la libre asociación de ideas es no pensar, no usar el cerebro, simplemente dejarse llevar?
Hablo de todas aquellas imágenes que se me cruzan, desactivo las barreras y los filtros, digo la verdad. Y recostada en ese diván, enfrente a ese cuadro, descubro que estar enfrente no es estar enfrentada, y me permito sonreír, sonreír de verdad.
El cuadro se mueve y se dobla cuando las manos de Dorian Grey salen para tocar las mías. Sorprendentemente, no tengo miedo, no le temo a lo sobre natural. Me dejo acariciar y veo que la piel de sus manos se quiebra un poco, se seca, se vuelve más vieja y gris.
Es entonces cuando descubro los demonios que nos sobrevuelan, esos de los que no hablamos, esos que decimos no conocer.
Cierro los ojos y me quedo en silencio mientras dos manos ajadas y sabias vuelven a poner mi cerebro en su lugar, al abrirlos, apenas si quedan unas gotitas color metal en el plato, apenas si algunas cicatrices en la parte baja de mi cabeza, apenas sus manos firmes manchadas de plata, apenas un millón de demonios mutantes esperando que bajemos la guardia para atacar.
Pero no lo hacemos.
Dorian regresa sus manos al cuadro y vuelve a ser hermoso y eterno. Vuelve a ponerse a salvo y sus manos son rosadas y bellas, son suyas y de nadie más.
Yo me sueno el cuello de un lado y del otro, mantengo los ojos abiertos y permanezco rebelde, invulnerable, fuerte y mortal.
Serguiré levantándome todas las mañanas intentando que valga la pena haberlo hecho, seguiré intentando sacudir el polvo de todos los laberintos de mi cerebro, seguiré intentando que me lean aunque no sea graciosa, aunque no sea cómoda, aunque no sea convencional. Y de esa manera, aunque muera de una muerte triste, aburrida y anti natural… ustedes habrán caído ya en mi trampa y me habrán vuelto inmortal.

Ser quién el otro espera que seas

(Pinche)

Hoy vuelvo a trabajar después de casi 15 días de vacaciones.
Cómo vuelven ustedes a sus trabajos después de 2 semanas de desconexión absoluta?
Yo vuelvo medio pelotuda.
Si el vuelo va a ser seguro? Claro que sí, los procedimientos están tan bien implantados que es imposible que uno se olvide de lo que nos han tatuado a fuego durante años. Ahora, hacerlo en forma rápida y sin cuelgues? Ahhhh, esa te la voy a estar debiendo.
De hecho, llevo despierta desde las 8 am y siendo las 13.17 no encuentro manera de planchar el uniforme, sacarme el resto de esmalte rojo “libertad” de las uñas ni de fijarme si el carry tiene cosas coherentes dentro o sanguches llenos de hongos fabricados en la última semana de Octubre del corriente año.
Escucho a Amy cantar “Just friends” y tengo más ganas de bailar que de calzarme las medias. Creo que hace calor, pero no podría asegurarlo, por las dudas encendí el aire acondicionado y como me dio frío, en vez de apagarlo, me vestí. soy toda coherencia.
La perra duerme una sostenida cantidad de horas, presa de una diarrea primaveral; los gatos deambulan bostezando y yo me saco la bombacha del culo cada vez que me paro de esta silla.
Es uno de esos días, sí; como dijo Johnny Depp cuando fue a entregar el premio totalmente borracho.
Es uno de esos días y antes que levantar el teléfono para preguntarte qué es lo que pasa, elijo consultarlo con mi mejor amigo blog.
Aquí estoy más a salvo que chateando con el espíritu de tu foto, de tu online offline doble tilde azul game.

De todas las vacaciones se vuelve cambiado. Todos sabemos eso, no es cierto? Yo he vuelto rápida y furiosa de este retiro espiritual. Pasé más de 10 días viendo las estrellas y parece haberse abierto el cielo de una vez. Ayer mi analista me dijo que estoy más juvenil, que ahora sí parezco de mi edad.
Qué es parecer de una edad? Parezco de 33, parezco de 53, parezco de 23? Creo que tenemos todas las edades, somos capaces de tener todas las edades.
Estuve conviviendo con dos amigos en estas vacaciones, ella tiene 22 años y el 38. Ninguno de los dos parece su edad. En algún punto medio se encuentran y bailan una danza de quizás 29, quizás 28, quién sabe, pero es una danza que les sienta tan bien. Aunque ni ellos lo sepan mientras gritan más fuerte que la música que se desprende de sus privilegiadas mentes.
Durante muchos días me acosté con mi perra y mis gatos en la cama que compartieron mis dos padres cuando aún estaban casados, allá por el año 1990 quizás. Pensé que jamás podría dormir en esa cama, sin embargo, desperté con el ruido de decenas de especies de pájaros que desconozco y me reí sin fin, una y otra vez, por las mañanas y por las noches, en mi lugar preferido de este mundo.
Ahora he vuelto a mi cama, a mi casa, a lo sombrío de estas paredes, a mi música de siempre, a mi caos natural.
Todavía no escucho hacer ruido a las tuercas pero puedo anticipar que pronto, en una catarata de metal, caerán sobre la garganta del diablo de un baldío de chatarra, haciendo chirridos dolorosos  y complicados, retorciendo los hierros de todos los órganos de nuestros cuerpos, reciclando y aplastando lo esponjosos que supieron ser nuestros tan claros planes.
Viendo venir el desastre desde el minuto cero, abro los planos sobre la mesa y miro el mapa alternativo. No tengo intención de que me encuentren, no quiero ninguna comida calentita ni pijama naranja fashion que provenga de su prisión. El nuevo plan es no tener plan.
Detecto esos pequeños momentos en los que se pretende pegarme una etiqueta en el tupper y catalogarme de algo, de algo que es de determinada manera, de algo que está hecho de determinada cosa, de algo que le pertenece a alguien.
Si yo fuera una tarta de pollo en la heladera de tu oficina, te aseguro que al abrir la puerta te encontrarías con alta gallina parada en dos patas, haciendo orgía con ensaladas caretas, reventando frascos de yoghurt, vomitando en los filets de merluza y cagándose a piñas con el rebozado de las milanesas.
No hay manera de etiquetar a esta tartita de pollo. Cométela mientras está drogada y dócil, porque donde junte fuerzas…

Sí, me corre ácido por las venas. Y no, no tengo intenciones de dejar de sangrar.
Parece ser que ahora tengo la edad que tengo, o algo así. Parece ser que tengo la edad que siempre quise tener, la que no pude tener nunca, la que no supe aprovechar. Vengo con un motorhome cargado de animales, música fuerte y shorcitos de verano. Vengo con toneladas de poesías, vengo con los labios suaves y los dientes fuertes, vengo con las piernitas inquietas y salvajes, vengo a toda velocidad y no hay peaje que me pueda parar.

Me sueno el cuello de manera ruidosa y miro el reloj.
Me quedan 4 horas para el despegue, 3 horas para el briefing, 2 horas para que me pasen a buscar y 40 minutos para meterme en la ducha.
Tengo 40 minutos para meter toda esta furia por cada uno de mis poros, concentrarla y mantenerla adentro hasta que pueda volver a dejarla salir, y solo entonces, poder ser una azafata de las que queremos ser las que no tenemos etiquetas en el tupper, y solo entonces, ser una tarta de pollo dueña de su propio destino, ser un paquete de chatarra metálica transformer, ser la persona que tiene la edad que quiere tener, que vive la vida que quiere vivir.
Ser todo, menos lo que el otro espera que sea.
Ser todo lo que se surja ser.
Ser todo eso que vos querés etiquetar.
Ser todo eso a lo que vos le tenés tanto miedo.

Las redes sociales de los muertos.

(Pinche)
Somos tan imbéciles que les escribimos a los muertos en el muro de facebook cuando se van.
No somos más que eso, unos sacos de huesos con carne y músculo bajo la piel, que en cuanto perdemos a un ser querido, buscamos la manera de comunicarnos con él mediante un mensajito antes de que dejen de chequear las notificaciones.
Y allá están todos, reunidos entre las nubes, y mientras mi viejo le pasa una bandeja de uvas a mi abuela le dice “Che Gallega, te fijaste en tu muro? V subió una foto, dice que te extraña” y mi Abole contesta “Awwwn, qué dulce, ahora le doy un me gusta” pero la muy jodida se va con su pelo suavecito por ahí a pasear con Bamba y me clava el visto.

Por qué lo hacemos?
Acaso creemos que leen los mensajes más de lo que leen nuestra tristeza? Acaso creemos que hay un mensaje más potente que el de la mente?

Te quedan menos de 12 horas.

(Pinche)
No me gusta definirme como ansiosa, pero en un rapto de sinceridad, podría decir que es uno de mis peores defectos.
La ansiedad mata.
Y la combinación azafata ansiosa no ayuda para nada a vivir en paz.

Yo sé como se ve esto de afuera. Aviones, uniformes, traslados gratis, viajes por el mundo, tacos altos, piernas largas, perfume de free shop, días libres, vacaciones, diversión. Yo estuve del otro lado, yo también las vi pasar por el aeropuerto a los pedos, en filita, mirando siempre hacia otro lado, maquilladas, perfectas, hermosas, siempre en otro lugar.
Yo quería eso. Quería esa perfeccción.
Y resulta que llegó.

Tengo un short de algodón, un buzo enorme y unas medias y estoy sentada enfrente a una ventana mojada que me muestra un Neuquén gris y una paloma hecha mierda apoyada en un muro de ladrillo que están construyendo de lunes a viernes de 8 a 19.
No puedo decir que yo esté mucho mejor que esa paloma; tiene todas las plumas mojadas y despeinadas, no vuela bajo la lluvia, probablemente se le voló el nido a la chota con la tormenta de anoche y quedó medio malherida. Debe tener hambre y probablemente esté aturdida y quizás sorda.
Convengamos que le falta un short y unas medias y somos casi lo mismo.
Venirse a Neuquén es perder el nido. Todo acá es tan ajeno, tan ficticio, tan de goma. Las noches en Neuquén no terminan jamás.
Es en este momento que miro mi carry explotado; la campera de cuero que no me pienso poner, el jean dado vuelta, las remeras revueltas y pienso… y el glamour? y la diversión?
Anoche llovía en aeroparque, el micro de Intergarco me dejó en la plataforma y subí corriendo las escaleras hacia el Sierra Juliet, me paré en el descanso, apoyé la valija y lo acaricié desde afuera, como quien toca algo suave y hermoso, como quien decide que esa sensación fría y mojada es la última que quiere sentir, ahora y para siempre, y que todo lo demás no importa.
El BSJ me trajo hasta acá, lo despedí en la plataforma mojada de Neuquén y desde entonces, peleo mi ansiedad desde las 4 paredes de este hotel.
Mi vida está en casa, no acá. Mi casa es roja, mis muebles tienen tierrita, mis sillones están cubiertos de pelitos de colores de los seres que los doman. En este hotel todo es leche ajena pegada a los acolchados de pana, almohadas duras, bidets con chorros que no limpian, jabones que secan la piel, ventanas con muros y televisión de mierda.
Entonces dejo pasar las horas. Escucho música, intento hablar con los que están cerca de mi casa roja, pienso en lo que haré al volver. Hago planes, listas, duermo, sueño, espero y espero un poco más.
En Neuquén no soy azafata, soy una presa de mis elecciones de vida.
Neuquén te caga a trompadas la cabeza, Neuquén te coge, pero te coge mal.
En Neuquén te hacen ruido las tuercas, la música va más lenta, las letras se combinan raro, las lágrimas luchan menos por salir.
Entonces se me despierta una ansiedad difícil de combatir.
Necesito volver. Quiero estar en mi casa, quiero que sea mañana, qué hago acá? Por qué diablos estoy acá?

Porque sos azafata querida.
Porque estás trabajando.
Porque vos lo elegiste.

Creo que, simplemente, algunos de nosotros pensamos demasiado. Y quiero aclarar que no nos sirve de nada. Analizamos las cosas hasta límites inhumanos pero no llegamos a ninguna conclusión que ayude. Nos encargamos de hacer listas mentales con todas las posibilidades y probabilidades, las miles de opciones que se desprenden de cada opción, llegando a un nudo de ideas que no se puede desenmarañar. Con esa pelota en la cabeza, agotados, decidimos que la vida es una mierda y que nada tiene solución. Entonces no queremos seguir las reglas de nadie, nos obsesionamos con ser nosotros mismos, con ir en contra de todos los sistemas; nos obsesionamos con la libertad.
Miro la pared que separa mi habitación de la de mi compañera y trato de imaginarme si ella estará intentando arreglar el mundo con su cabeza, si estará planeando la revolución… o si se estará sacando un moco mirando a Mirtha Legrand. Quién sabe? Nadie dice la verdad. A todos nos conviene que los demás piensen que somos idiotas. Estamos más a salvo, tenemos menos responsabilidad.
Neuquén te enciende la cabeza como ningún amor, como ninguna pasión, como ningún fracaso.
Neuquén te corta al medio, te disecciona, te descuartiza, te entierra, te profana, te desempolva, te cose, te pega y te vuelve a poner en pie.
Neuquén te saca las telarañas de los sesos, Neuquén te desbrida.

Saben por qué odio Neuquén? Porque te hace las preguntas que no querés contestar, porque te obliga a visitar los pasillos oscuros del palacio, te arrastra de los pelos mientras vos gritas.
Odio Neuquén con la misma fuerza con la que amo todo aquello que es verdad. Como amo todo el barro pegado a mis zapatillas, como amo cada uno de los kilómetros que me separan del lugar donde quiero estar.
Odiar y amar están tan cerca uno del otro. Juegan los mismos juegos, lloran las mismas lágrimas, se abrazan uno con el otro apenas un segundo después de entrar.
Un poco como vos y yo, un poco como el odio que vos me tenés a mí, un poco como los motivos por los que me amas.

Le quedan menos de 12 horas a Neuquén para enseñarme lo que quiera enseñarme esta vez. Y acá voy a estar esperando. Contando los minutos mientras pienso en mi propia extinción, en si estaré haciendo lo correcto, en si el camino que estoy trazando era el que quería para mí. Aquí me quedo en esta ciudad un poco gris y un poco lenta, un poco explosiva y un poco jodida, apenas un poco como yo.
Acá me quedo con mi ansiedad a cuestas, mi short y mis medias, la paloma destrozada, la música que se escapa por debajo de mi puerta, el dolor de cabeza, el odio por no estar cerca, el odio por el ruido de las tuercas, el amor por todas estas letras, el amor que se siente cuando estás despierta.

Y de pronto un golpe en la puerta, justo cuando creía que estaba casi muerta.
No hace falta abrirla, para ellos está siempre abierta.
Miro hacia el pasillo y sonrío.
No sé cómo siempre me encuentran, les digo. Y sin perder un minuto, comienzan.

Y sé que dentro de unas horas estaré lista para volver a ponerme el uniforme y jugar a ser la niña que todos siempre quisieron que fuera, me haré esos peinados que me distinguen, disfrutaré preparando sus mil cafeteras; pero, secretamente, ya nunca seré la misma. Mientras ustedes crean que la que dejó aeroparque ayer y la que lo pisará mañana es la misma, yo sabré que eso es imposible.
Porque en un par de horas sabré cosas que ayer no sabía, y con esa información, pisaré los aviones de otra manera; sabiendo lo que sabré en un par de horas mi ansiedad será mayor, o será menor, pero nunca será la misma.
Y con mi obsesión por la libertad a cuestas, estaré un poquito menos pendiente del pasado y estaré un poquito menos pendiente del futuro, y me habré dado cuenta de una puta vez, y que lo único que tenemos es ésto que tenemos ahora.

Pero eso lo sabré en un par de horas, cuando me haya dado cuenta de que ningún lugar de los que pisas es en vano, y de que hay que dejar la puerta un poco abierta… nunca sabés qué te pueden llegar a querer decir los que vengan.
Mientras tanto, sigo jugando a ser tu estúpida mucama del aire, me perfumo para recibirte y juego todo lo que necesitas para entretenerte. Aprovechalo mientras todavía no terminaron de instalarme la última actualización, porque cuando terminen me voy a volver indestructible, me voy a volver irrefrenable, y cada vez más salvaje, cada vez más imposible, cada vez más fuerte y más inexorable.
Cada vez más como Neuquén.