Darkness

(pinche)
La última vez que pasé por aquí, el mundo era un lugar diferente. Maldigo la extremada sensibilidad con la que hemos nacido los mutantes, el mundo puede ponerse patas para arriba en dos segundos, sin que nadie más lo note.
Quizás lo perciban como un sueño, como una desordenada manera de relatar imágenes mentales, quizás… quizás jueguen.
3 años y 12 meses después, dejando ambos perros en la parte trasera del auto, crucé las rejas para convertirme en un ser extraviado y confuso. Me quedé parada debajo de una galería y un hombre me preguntó si podía ayudarme. Salí del trance solo para decirle que necesitaba pagar un nicho del año 2012. Lo administrativo es administrativo, no tiene corazón. Las personas detrás de las ventanillas, reciben la plata mientras hacen chistes, miran facebook y se toman una sopa knorr de esas de media mañana. Se olvidan que alrededor de su pequeña oficina los rodean cientos de miles de cuerpos sin vida, y que nosotros los que venimos a pagar el impuesto de la muerte, traemos pesares como yunques, arrastrados desde que amanecimos sabiendo que era el día de visitar ese lugar.

Me perdí, claro.
Tuve que googlear el mapa del cementerio para encontrar la zona que buscaba, aunque después de más de una hora de dar vueltas descubrí que estaba a un minuto de donde había empezado inicialmente. En esa hora evité acercarme demasiado a todo aquello que me parecía que contenía un cuerpo. Caminé por el pasto, el día estaba soleado y frío. El cielo celestísimo, el único cielo celeste de toda la semana lluviosa, 4 días antes, 4 días después. Pero no, este día no. Pisé las hojas secas de los árboles, pensando en lo parecido de este día con aquél en el que conocí Auschwitz, frío seco, rayos que te calientan la cara, la campera en la mano y la baja temperatura colándose por los agujeros del sweater. ¿Cómo un lugar tan hermoso puede haber albergado los horrores más grandes del universo? Pensé en aquél momento, mirando árboles y preguntándole a los pájaros cómo se atrevían a cantar en ese lugar. En el centro de Buenos Aires también se atrevían, porque los pájaros cantan, vuelan, eso es lo que hacen, porque sale el sol y ese es motivo suficiente para buscar comida, armar un nido, empollar un huevo o volar junto a los amigos. No importa que en la capilla estén llorando a alguien que murió demasiado joven, o que en el crematorio se queme el cuerpo de alguien a quien se amó con locura, los pájaros cantan cuando te entregan las cenizas, cuando te dan un certificado, cuando retiras las flores marchitas.
Me perdí entre bóvedas, cajones con moho y apellidos emblemáticos. Encontré a un señor de mantenimiento comiendo su almuerzo sentado en un escalón, con una familia entera detrás de él, todos acostados en sus respectivos lechos, sin poder decir si les parecía bien, si lo consideraban una falta de respeto o un honor. El señor comía su sanguchito, los pájaros cantaban y yo sin tener idea dónde mierda estaba el nicho de mi papá.

Caminé sin rumbo con el teléfono en la mano, me pasaban autos, personas caminando, gente sacando fotos. Mi mirada en la pantalla pudo detectar que uno o dos se asombraron al verme tan absorta. Una vez más. el mundo prejuzgando sin saber. Conozco la mirada de “estás chateando en un cementerio, desubicada”. Me encogí de hombros una vez más, dejándolos pasar. Nadie lloraba, ninguno estaba de duelo, todos caminaban hacia algún lugar, con una dirección. Todos menos yo. Mi mapa decía que debía seguir derecho, después doblar, y doblar, luego subir, luego doblar.
Unos metros después de eso, me ubiqué. No necesité el mapa, un cordón invisible me fue llevando como en un video de RoyksÖpp, subí la escalera con miedo a mí misma, a encontrarme casi 4 años en un lugar al que había prometido no querer volver.
Doblé y me encontré con el 2033. Un frío me recorrió la espalda. Estaba helado allí. Me puse la campera porque el sol no nos calentaba y los pájaros, quién sabe los pájaros. Silencio.
Metí la cabeza adentro de la bufanda para no respirar.
No quiero sentir el olor.
Me cayeron dos lágrimas porque, qué hija de puta, no querer sentir el olor.
Quién se cree uno? Quién se cree uno para repugnarse por el olor de los muertos? Debe ser uno de los sentimientos más horribles del ser humano. Sin embargo, no fui capaz de respirar hondo y llenar mis pulmones de tu olor y el de tus amigos del barrio. Perdoname, es un dolor insoportable perfumarse con el olor del cuerpo de alguien amado en descomposición. Dije “Hola” en voz alta y se me doblaron las rodillas. Acaso tiene más sentido decirle HOLA a un nicho que esos que ponen en el facebook saludos a los que se han ido como si hubiera una red social para los muertos? Qué sentido tiene decirte Hola a vos, 2033, no tenés chapita, no te pusimos nombre. A tu lado todos con sus nombres y sus placas, todos con los años como para que los vivos puedan calcular si se murió joven o si se murió viejo, como si eso fuese más o menos injusto o si hiciera que nosotros los mutantes lloremos más o menos porque tenías 62 años y no 14
Me quedé mirando tu tapa sin nombre, casi escuchando como me decías que era una barbaridad que no tuvieras tu nombre. Sonreí un poco, creo que te prometí hacerte una placa, pero lo que dije en voz alta fue “No quiero estar acá”. Di un paso atrás, con dos lágrimas más y mientras pensaba en lo patético de mi cuadro, te conté que te había escrito un libro y que a la gente le gustaba tu historia.
Sin respirar tu olor, ni tocar absolutamente nada, te dije que me quería ir, que no me gustaba estar aquí, que era muy feo. Un rayo de amor se dirigió desde mi corazón hacia donde sea que vos estés, y me fui, salí rápido, me senté en el auto, los perros me chuparon la cara y manejé por Corrientes, pasándome de carril sin pensar mientras los autos me tocaban bocina y me gritaban BOLUDAAA, tenías que ser mujer!

Boom

(Pinche)
Seguiré intentando descifrar mi propia incógnita, la que año tras año me desvela. Para quién se escribe? Para los demás o para uno mismo? En el camino me he encontrado con muchos maestros, muchos poetas, mucho amor y muchos mentirosos. La maldad? No sé si creo en la maldad, aunque sí creo en lo echado a perder. Muchas veces nos comportamos como seres echados a perder. El bloqueo del escritor no es ni más ni menos que una represión. No somos capaces de dar lo mejor que tenemos. No somos capaces de regalar, de crear, de sangrar, de parir. Nos anulamos, en nombre de todas aquellas cosas que nos limitan, encierran, agobian.
Quiero ser todo lo libre que un cuerpito de 60 kg me permita. Quiero volar con alas de metal si es que las plumas no me crecen. Quiero volar con la mente si de otra forma no se puede. Quiero ser tan yo misma que asquee, hasta llegar al punto de que ustedes sientan rechazo, vergüenza, repulsión por nuestras diferencias.
Ser diferente no es ser horrible. Ser diferente no es malo, no es deshonroso, no es gran cosa. Ser diferente es, simplemente, ser. Qué contrato firmaron en el que juraron ser todos iguales? Dónde decía eso? No llego a leer letra tan chica.
Invéntense un mundo en el que estén permitidas esas cosas que a ustedes les gustan. Cómprense una corona de plástico, háganse un buen desayuno y festejen ser los reyes de su mundo.
La vida se acaba pronto, demasiado pronto como para vivir en un mundo prestado, y es muy triste descubrir que pasaste media vida intentando ser el rey en el mundo del otro. Ese mundo ya tiene un rey, y ese rey ES EL OTRO.
Todos los días miro mi vida y la veo a punto de empezar. No sé si es pecado mortal, como si no hubiera empezado todavía, como si estuviera esperando algo… O si es una movida genial: todos los días empieza una oportunidad de que todo sea totalmente nuevo y tal cual como mi corso a contramano lo planeó.
Para quién escribo? Para vos? Para facebook? Para mí? Para los 45 me gusta que tendrá esta publicación? Sigo intentando descifrarlo, mientras tanto… Mi mundo choca con el tuyo, y nos encontramos cara a cara, mi corona se enreda con la tuya y eso está muy bien. Me gusta conocer otros reyes.