litlle pleasures 140
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Kiss me before flight.

Esta es una entrada diferente a las demás.
Así como nuestro trabajo tiene risas, lugares, compañeros, amigos, pasajeros copados, líos de galley y ataques de risa en el medio de la cabina… también existe el otro lado… el que uno deja en casa.

A mí por ejemplo, hay algo que me duele en el alma.
Cuando tengo problemas de pareja, cuando tuve una pelea y terminamos mal, nos acostamos sin hablarnos, la discusión fue fuerte y no pudimos arreglarlo antes de irnos a dormir, o antes de irme de posta o de salir a volar… me queda una angustia fuera de lo normal, un vacío enorme que a medida que me voy separando cuadra a cuadra de mi casa, crece.

Si trabajara en una oficina, pensaría que esas 8 horas nos podrían venir bien a los dos para calmar las cosas.
Pero estar en el aire, solo incrementa mi ansiedad.

Cuando me voy peleada de casa, solo pienso en fatalismos.
Mi silent review es tétrico y pienso que, si algo me pasara, si algo fallara en el despegue, en el aterrizaje, en el crucero… no pude darle un gran beso y decirle cuánto lo amo.

Yo no tengo miedo a volar, no le temo a las turbulencias ni a las tormentas, no le temo a los despegues ni a las nubes ni a los pozos de aire o las casi-caídas libres.
Solo le temo a no haberme ido de mi casa diciéndole al amor de mi vida que lo amo.

Por eso, todas las mañanas, las noches y las madrugadas, antes de irme, me acerco a la cama aunque duerma, le doy un beso y se lo recuerdo.
El quizás no se acuerde, o quizás no entienda por qué es importante para mí.
Pero es mi ritual, y lo cumplo sin fallas.

Esta noche tengo que irme a volar sin haberme despedido, sin haberle dicho cuánto lo amo y que mi vida es mejor porque esta él.
Me entristece que así sea, pero así es.
Y voy a romper mi procedimiento aunque ni yo misma esté de acuerdo.

Este trabajo tiene ciertos riesgos, y yo inventé esta regla porque creo que el riesgo puede estar esperándome a la vuelta de la esquina.
Quizás lo que la vida de un tripulante tenga para enseñarle a los demás sea que la vida es demasiado  impredecible y en el destino de cada uno de nosotros puede estar esperándonos cualquier cosa.
No sabemos lo que puede pasarnos en cualquier momento y es por eso, que hay que vivir siempre como si nos estuviésemos yendo a volar.

No te vayas a volar sin decirle a los demás que los amás.
Así volás tranquilo, y lleno de amor.