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Don´t make me use my flight attendant voice

(Pinche)

Apaguen los teléfonos. Pónganlos en modo avión. Guarde su mesita. Ponga el bolso arriba. Ajuste el cinturón de su hijo. Cierre la cortina cuando pasa al baño. No me tire de la pollera para pedirme algo. Decídase rápido ¿Carne o pollo? Enderese el asiento. Tire la bolsa de vómito de su marido usted misma. No le cambie el pañal al bebé arriba del asiento. No apoye los pies en los apoyabrazos. No deje cáscara de banana en el bolsillo de adelante. No me haga”chhh chh chh” como a un perro. No permita que su hijo toque el timbre de llamado por diversión. No toque la puertita de arriba de su cabeza, son las máscaras de oxígeno, no televisores cerrados. Si pide tres vasos de bebidas, tómeselos por favor, no me los devuelva. Arriba del avión un cortado, una lágrima y un café con leche son la misma cosa=café+leche, la proporción de cada uno queda a criterio de algo que desconozco, el espacio arriba de su cabeza podría ser para su equipaje o para el de alguien más, no se enoje si no tiene lugar porque no es mi culpa, no deje la bandeja con la comida en el piso, no se quede en el galley haciendo yoga a las 3 am, no traiga a su perro a hacer pis al lado de la puerta, no acueste al bebé en el piso, no deje el pañal cagado abajo del asiento, no se pare durante el rodaje, no escuche música ni vea películas sin auriculares, no me pida café batido, no vaya al baño con turbulencia, no le pida comida de tripulación a la tripulación, no quiera visitar el cockpit durante el vuelo.

¿Somos acaso los tripulantes de cabina una raza de ogro malvado que existe con el único fin de transformar su viaje en una experiencia lo más parecida posible a un infierno donde todo está prohibido, donde usted hace todo mal y queda en evidencia, humillado adelante de 200 desconocidos? Algunos dirán que sí. Que las azafatas somos malas, que tenemos cara de orto, mal trato, mala manera, mal tono, que estamos mal cogidas, que no nos gusta nuestro trabajo, que solo nos importa sentarnos como unas gordas comebizcochos a reirnos con los compañeros y hablar ordinarieces detrás de las cortinas, o pasear por el free shop con nuestros viajes y nuestros descuentos y nuestros hoteles 5 estrellas y nuestra vida superficial, magnífica e imbécil.

Aquí quiero dejar un listado de las cosas que hice en el 2016:

-Me senté al lado de un nene de 6 años que viajaba solo a leer una revista y pintar, porque lloraba al tener que ir a ver a su papá, separado de su mamá. No quería ir, me agarraba la mano y me decía por favor mi mamá, por favor mi mamá.

-Abracé durante 2 horas a una chica que temblaba porque estaba segura de que el avión se iba a caer.

-Limpié vómito del pelo de un alguien.

-Le preparé a 35 personas té verde de mi cartera a personas que no tomaban té negro, como yo.

-Me llevé a upa a 612 bebés a caminar la cabina mientras los padres peleaban porque no sabían cómo hacer para callarlo.

-Le di besos a 300 abuelas parecidas a mi abuela, rompehuevos, ansiosas, quemadoras, diosas.

-Alcé a pasajeros que pesaban más que yo porque tenían movilidad cero y tenían que pasar de una silla de ruedas al asiento.

-Le abrí el alfajorcito a 34 viejitos con Parkinson.

-Le dije a 4 chicos que sino se portaban bien el capitán los iba a llevar abajo, al calabozo del avión.

-Le puse oxígeno a 5 personas que me vomitaron la mano, una de ellas terminal de cáncer.

-Le expliqué a un infinito número de personas que la turbulencia es para el avión, lo que el empedrado es para el auto: “Incómodo pero no peligroso”.

-Saqué de mi cartera, cereales, chicles, muñecos, libros de pintar, auriculares, un saco y mi propio ipad para que los pasajeros la pasaran mejor.

Conozco varios que aun teniendo la ayuda de un médico a bordo, fueron quienes empezaron con el RCP, colocaron un Dea y lo utilizaron hasta que la persona en el piso volvió a abrir los ojos. Conozco algunos que terminaron con el cuerpo sin vida de una persona en sus manos, porque era demasiado tarde.

Así que, por favor, ponga su asiento vertical, guarde su mesa y don´t make me use my flight attendant voice.

Feliz año para todos <3 que empiecen el 2017 de la mejor manera, viajando!!!

 

 

 

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Fuck this, I’ll always be a flight attendant.

Esta semana estuve a punto de morir, ustedes no lo supieron porque yo seguía poniéndole filtros a las fotos de mis cactus en instagram, pero en serio, casi me muero.

El martes mientras me hacia el rodete en el baño, 5 minutos antes de que me pasara a buscar el remis, cayó en la bacha un piojo.

Era un piojo gigante y enorme, estaba vivo, movía las patas y tenía todo el aspecto que solían tener los piojos la última vez que los vi. Inmediatamente sentí como 450 piojos caminaban por mi cuero cabelludo, deslizándose por las orejas, clavando sus dientes draculínicos en mi piel, alimentándose de mi sangre mientras yo me debilitaba y me convertía en algún insecto putrefacto y vergonzoso. No había tiempo, tiré medio frasco de spray roby fijación fuerte y los detuve ahí, manequin challenge, hasta nuevo aviso. Una vez llegada a aeroparque decidí decirle a todos, porque si se me va a caer un piojo arriba de la mesa es mejor que lo sepan por mí. Me desperté a la mañana siguiente en la ciudad de Córdoba y solo salí para comprar peine fino y aceite mata piojos. 10 piojos me saqué, todos grandes ningún bebé. Me pasé el peine durante, no exagero, 6 horas. Perdí pelo que da calambre y me acosté. Volví a pasarme el peine con el aceite, recién lavado, mojado, seco, y recién bañada a la mañana siguiente. Llegué a casa con la autoestima por el suelo y un ganglio de la ingle inflamado (?).

Esa semana me salieron ronchas en las piernas, unos granos que explotaban y supuraban picando y ardiendo, pegándose a mis medias de descanso. El ganglio de la ingle debía tener que ver con eso, pero qué más da, clavé ibuprofeno y seguí. La vida no te da tiempo.

Al día siguiente en un semáforo en la calle Yrigoyen, una cheta con una camioneta millonaria me choca de atrás, mientras estoy llevando a Ibi a un pensionado. Ibi voló de mí, yo volé de ella, y me bajé del auto con mis granos, mis piojos y todos mis demonios a ver si finalmente Satán me daba la oportunidad de ser un poco hombre y cagarme a piñas con alguien. Pero no, la conchuda estaba muy preocupada por mi integridad física y no pude golpearla. Me quedé temblando, debió ser estrés. El auto todo roto, aunque mis amigos se ríen y dicen que eso no es todo roto que es un toque nomás, créanme lo que digo, está todo roto. Dejé a la Ibi en la pensión para hacer una adaptación, y me fui corriendo a un cumpleaños sorpresa que organicé yo misma y al que llegué tarde. Me arrodillé en la calle en el centro de Quilmes y con un aerosol negro pinté 4 cartulinas mientras pasaba la gente sin entender nada. Quién quiere escribir una carta cuando puede entrar a un bar con un cartel de 2 metros pintado con aerosol? Cuando salía del estacionamiento para casa se la puse al auto de al lado con una parte móvil de mi auto, digamos lo que me dejó colgando la conchuda. Me acosté a dormir agotada, unas horas después me subí al avión y me fui a Ushuaia. A veces el trabajo es descanso. Llegamos a Ushuaia, fresquito, lindo, bajaron los pasajeros, limpiaron el avión, subieron nuevos pasajeros, cerramos la puerta, rodamos, llegamos a la cabecera y volvemos a la plataforma. Me llama el capitán “Saltó una falla”. Resumen: falla de último momento, se bajan todos, empiezan a arreglarlo, tardan, nos vencemos, se cancela el vuelo. Antes de que colapsen, les cuento: estas cosas pasan, son máquinas, se rompen, se arreglan, lleva un tiempo, nada más. Resumen: en Ushuaia con la valija vacía, el latigazo del choque en el cuello, piojos y llena de granos explotados en las medias. El transporte para en un supermercado que está a unas cuadras del hotel para que compremos ropa. Adquiero un jogging, ALPARGATAS, dos remeras y una bombacha. Llego al hotel me pongo el jogging y me duermo hasta las 12 de la noche, me pierdo la cena, y me quedo despierta hasta las 3 am.

Al día siguiente vuelvo de pasajera, me duelen los granos. Tengo programada la castración de Ibi, vuelvo corriendo, me reciben bárbaro, la operación sale bien y yo llamo un médico a domicilio que me dice que tengo culebrilla.

En ese instante decido morir porque para qué seguir, no?

Dios que termine este año, necesito resetear.

Así que sí, estuve a punto de morir, pero desperté esta mañana y me pasé el peine fino y parece que hemos combatido los parásitos. La médica de la empresa me dijo que después de pasar dos días pensando que si se juntaban la cola y la cabeza me iba a ir de este mundo, lo que tengo es un herpes normal, nervioso, nada del otro mundo, que no rasque y que no le rompa las pelotas. Ibi pasea por la casa con una campana en la cabeza para no chuparse los puntos; tiene en el costado y en el medio de la panza porque su operación no fue muy standard que digamos,  y se la ve muy a gusto disfrazada de velador, incluso se apoya en él para dormir en poses que nunca antes había implementado. En mi casa salió el sol, todos duermen la siesta, hice una lasagna de vegetales a las 4 de la tarde y me estoy tomando un gin tonic con pepino. Es Lunes 19 de Diciembre, son las 5.29 y suena Attaque 77. No me estoy muriendo y todo parece estar bien.

Me paro a la heladera a buscar hielo, meto dos rodajas de pepino, 1/4 de Tanqueray y pienso “Fuck it, I´ll always be a flight attendant”, así se llamará mi libro si alguna vez nazco yanki.

Los espero el 22/12 a las 22hs en Suspiria Resplendoris para despedir la desprolijidad de esta vida. Invítenme un gin tonic. Le pongo una de azúcar.

Chapeaux

Yo no voy a hablar del accidente.

Me hace daño y no me gusta la fauna de opinólogos.