IMG_8829
deja tu comentario

Follow the white rabbit

Pinche para escuchar
Con curiosidad y el corazón roto, exiliada y puérpera, jugué un juego que no pensé que podía ganar. ( O sí?)

Con mi vestido azul de volados, seguí al conejo blanco. Lo seguí sin perseguirlo, pero haciéndole saber que quería seguirlo.
Quién hubiera sabido los túneles por los que me llevaría y las cosas que encontraría, no solo lo que aprendería de los demás sino las sorpresas que descubriría de mí misma.

Soñé con el conejo blanco probablemente toda mi vida. Eran pesadillas en las que jamás me encontraba a la altura, siempre fallaba. Nunca lo suficientemente preparada ni vestida para la ocasión. Me despertaba agitada y agradeciendo que no había sido real.

A fines de la pandemia, mi peor pesadilla se volvió tangible, me subí a un conejo con alas sin tener idea lo que tenía que hacer. A veces demasiado grande, a veces demasiado pequeña, el conejo todo lo ve.

Hoy lo recorro a oscuras, conociendo sus marcas y manchas, sus mañas, sus sonidos, sus defectos y su listado interminable de virtudes.
Me hice un café expreso y calenté la leche con la ruidosa y maltratada lanceta a vapor del galley delantero. Hablamos. Estaba sola, apoyada contra el mesón y eran quizás las 4 de la mañana. Ya saben ustedes;  porque se los he contado, que en ese exacto lugar, entre el horno, la cafetera y el boiler, se encuentra el alma de los aviones. El genius loci del conejo blanco me tiene sin palabras, casi 3 años de estar sin palabras. Y no, no es sólo la confidencialidad la que me vuelve muda; es lo maravillada que estoy día tras día de haberme animado a seguir al conejo blanco y de sus incontables misiones secretas.

A veces nos arrastramos, de rodillas, golpéandonos la cabeza contra el techo de barro, cargando pesos pesados, muertos de sueño, más horas de las que jamás imaginamos, más carga en nuestros hombros de la que pensamos podíamos cargar. A veces, los banquetes son tan impresionantes, que preferimos guardarlos para nosotros. La recompensa es tan enorme, que al verla de frente cuesta creerla.
En la punta de la mesa, un sombrerero experto en casi todo;  nos sirve, nos observa, nos elige, nos invita, nos exige y rie con una mueca casi imperceptible, tímida y silenciosa.

Tomamos el té, siendo nosotros mismos. Y esa es una de las cosas más increíbles que puedo describir. Cuántas veces tuvieron que acicalarse y disfrazarse de otro para asistir a un importante té? Pues no aquí. Con nuestras cabezas llenas de luces de diferentes colores, cada uno, simplemente es. Y las particularidades de cada uno, son festejadas en la mesa entera. La locura de cada uno, convierte a esta madriguera en un lugar genial. No hace falta pretender.

Aquí SOY. Y quien soy, alcanza.

Si se me caen las lágrimas es porque no siempre pude ser, y te aseguro que ser, es bastante importante.

Este túnel en el que ando metida está bastante lejos de casa, miro hacia atrás y no veo el resplandor de mi galería. Hemos doblado, subido y bajado tantas veces que no sé ni dónde ni cómo quedó mi hogar. Lo añoro. Quisiera respirar el olor del aire de mi living, ese que es solo mío, imperfecto, defectuoso pero propio. Los hoteles son impersonales, pulcros y ajenos. Llego cada noche con las rodillas embarradas y las uñas partidas de rascar. Al día siguiente plancharé mi ropa y mi pelo y encararé una nueva misión, casi sin dormir, mal comida y con el cuerpo viviendo en otro horario.

Trato de no mirar hacia atrás todo el tiempo. Intento recordarme que todo lo que anduvimos, se puede desandar para salir por el mismo agujero por el que entré; y que cuando salga, el pasto estará ahí y el sol de mis atardeceres privados me estará esperando. Mientras me recuerdo no caer, también hago una lista de todos los motivos por los que seguí al conejo blanco.
El primero son las nubes.

 

Los demás importan menos, pero pagar el gas suena una excelente opción; que nunca se enteren que si me lo pidieran vendría gratis. Que nunca se enteren.

 

Mi despedida de los aviones estaba escrita allí por el 2020, entre barbijos, muerte y paranoia, el puñal que me clavó el Bravo Sierra Juliet, recién empieza a dejar de gotear. Perdí mi familia y mi autoestima, y al día de hoy, me cuesta entender por qué la madriguera del white rabbit se presentó delante de mí. Ojalá algún día algún oráculo me diga cuál es mi superpoder. Así de destruídos nos dejaron, haciéndonos creer que no éramos buenos en nada, que no podríamos seguir adelante.

Resulta que en uno de los túneles, descubrí que soy buena en ser. Simplemente ser.

No tengo que fingir que amo los aviones, que me gusta servir a las personas, que el descontrol y el caos aeronáutico habita en cada célula de mi cuerpo con comodidad y pertenencia.  Y dicen que donde no tenés que fingir, ahí es.

Así que, transito los 15 días que me quedan en los túneles con total normalidad y anticipando con alegría la vuelta a casa.

Seguir al conejo blanco, fue probablemente una de las mejores decisiones que tomé en mi vida, la vida entera me preparó para este momento. Si quiero que dure para siempre? Ni siquiera me interesa. Durará todo lo que tenga que durar, años, meses, días. Cuando termine, acariciaré su cabeza y con un último café le daré las gracias a su alma, por haberme recompuesto de uno de los dolores más grandes de mi vida. Porque fue el conejo blanco quien me puso de pie de nuevo y me susurró muy bajito, que nunca hay que dejar de pelear por los sueños.

 

Larga vida a la religión del avión.

 

Imagen de WhatsApp 2024-07-05 a las 18.57.31_ff75432a
deja tu comentario

Fif

 

Te voy a escribir hoy, a 12 horas de tu partida, porque tengo miedo de que si dejo pasar más tiempo se me olvide la suavidad de tu piel de conejo blanca y hermosa, y el olor que tenías a gato perfecto y celestial. Te voy a escribir ahora mismo porque esta mañana me desperté a las 7 y hacia frío y te busqué por todas las mesadas y no te encontré durmiendo en ningún lugar inapropiado, ni arriba de un morrón ni una manopla ni adentro de una panera. Te quiero escribir hoy, porque anoche en un descuido te arrancaron de mi vida después de 16 años ininterrumpidos de besarte y dormir con vos, solo cuando vos tenías ganas, con ese ronroneo potente y sanador que podría despertar a cualquiera.
Te escribo hoy Fifita, porque hoy deberías estar acá y por mi culpa no lo estás. Por mi estúpida culpa y mi afán de cuidarlos a todos, te descuidé a vos, que te pasaste 6 meses arriba de mi panza, ronroneándole a mi útero para que todo saliera bien. Vos que diste un 180 cuando se fue Sharam y te transformaste en ama y señora de las siestas al sol y de los lugares ridículos, de los gritos desmesurados a las 7 de mañana y los cabeceos a celular, libro y cara.

Hace 12 horas te metí en una cajita con una fundita de almohada de flores y con las manos te tapamos de tierra pidiendo perdón. No puedo decir que fue una enfermedad, ni tu avanzada edad ni que te apagaras de pronto. No puedo decir nada más que perdoname, porque hoy tendrías que estar acá gritando por tu leche y no te escucho, no te escucho, no sé dónde estás. Y te veo en la mesada, te veo en la mesa y en el almohadón de la silla, y en el silencio estrepitoso de la mañana del 4 de Julio, me imagino un grito tuyo cortándolo todo para hacerme reir. No me consuela saber que eras viejita, que tus pulmones estaban más o menos, que estabas tan flaquita y que quizás no te quedaba tanto. Yo te veía con muchas ganas de disfrutar el fuego del hogar, los mimos en el sillón y los pedazos de pan robados de la mesa. Yo estoy segura de que te quedaban muchos años más de enloquecer por una aceituna. Sin embargo, me equivoqué. Y no estás. Te pido disculpas Fifita, y espero que puedas perdonarme por este accidente que nos separó.  Sé que sabés que te extraño y te extrañaré, y que no habrá ni un día en que no piense en vos y en Sharam, de vuelta a upa mío, durmiendo juntos como hicimos durante tantos años.

Ojalá lo encuentres. Ojalá se encuentren. Ojalá me encuentren a mí. Los voy a buscar, y si los veo otra vez, de rodillas les pediré disculpas por los años robados y les agradeceré toda mi existencia sus servicios tan perfecto de ronroneo y sanación. Nada hubiera sido igual sin su sacrificio. Sé que trabajaron duro por mi felino y esa elección suya, siempre será altamente valorada. mis gatitos mágicos.

Aquí nos quedamos, aquí me quedo, buscando pelos blancos en la manta y en los sweaters. Aquí se queda Pini sin compañera de lamidas, León diciendo a cada momento que no quería que te pasara lo que te pasó.

Y aquí me quedo yo, ahogada en un mar de culpas, sabiendo que pude haber hecho las cosas muy distintas pero que mi error se llevó a mi gatita suava, a mi coneja hermosa, a mi fifón diabólico, a mi fifita de las praderas y que mi castigo será no volver a acariciar el pelo más hermoso que toqué en mi vida y que me llevaré esta tristeza en el alma para siempre, hasta que te vuelva a encontrar.

Te amo Fifita, por favor perdoname, perdoname fififa, perdoname mi amor.

Tuvimos una hermosa vida juntas, no lo olvides, yo no lo olvidaré jamás.

 

lluvia-3-e1581819535291
deja tu comentario

El amor nos separará

 

 

Pinche para escuchar

Escucha Ian, te dejo este mensaje porque no doy más. Esto está jodidamente complicado y no hay manera de salir. Lo intenté con todo, lo juro. No hay adonde ir, no hay adonde ir. El ruido es demasiado fuerte, no sé si viene de adentro o de afuera. Ian, estás ahí?

No contestó. Se fue sin dejar más que un puñado de canciones y un vacío absoluto. Sin embargo, elijo recordarlo rodeándome de una oscuridad resplandeciente, cerrando los ojos, bailando con electricidad. Llorar se ha vuelto un privilegio, ya no es lo que era antes. De pronto se necesita una justificación detrás de cada lágrima. Una explicación que satisfaga al público que ha decretado que mi vida es asombrosa y que no tengo derecho a sufrir. Supongo que tienen razón, pero la fuerza domesticadora de lo grande me arrastra a nadar contra corriente y coquetear con hundirme una y otra vez.

En días luminosos hay rincones oscuros para quienes saben reconocer la oscuridad, la hermosura de la oscuridad, la que se esconde tras acordes suaves, imperceptibles para los aplaudidores y los reidores seriales. Permanezco estática ante una ola invisible que me arrastra y solo ahí sonrío y puedo llorar. Nadie puede verlo, ni entenderlo. Les daré lástima quizás Ian, quizás piensen que estoy fatal. Poco me importa, el único abrazo que me reconforta es el epiléptico roce de lo que me arrastra hacia abajo. Mi cuerpo permanece de pie y lo que rodea mi piel se derrite hasta el suelo, filtrándose por los poros de la tierra y volviendo a generar una forma humana, antagónica a la que está de pie entre la gente. Hay dos seres, Ian. Todos somos dos.

La fuerza creadora de esta oscuridad me acompaña desde el amanecer, me acompaña en sueños, en baños y en fiestas. Me persigue en abrazos y proyectos, me vigila en bosques y playas. La vi a los ojos, pude verla. No le temo, pero cojones que tiene poder.

Hubo un momento en el que pensé que me perdería. Tuve que tomar decisiones dificilísimas. Las tomé, claro. Desde ese día fui feliz. Desde ese día te dejo mensajes en este puto contestador esperando que me digas hasta cuándo durará. Miro con recelo todos estos arreglos florales y el cielo de mil colores. Tengo claro que en algún punto mi barca se topará con el cartón del fondo del horizonte y se acabará el truman show. De alguna manera, necesité crear una fuerza igual de poderosa que me impulse hacia arriba, que no permita que el viaje hacia abajo se extienda más de la cuenta.

Te reirás lo sé, pero sabes cuál es el punto medio entre la luz y la oscuridad? Pues bailar. Bailar es lo que me mantiene a mitad de camino. Bailar no es muerte ni ficción. Bailar no es arriba ni abajo. Por eso cierro los ojos, Ian. Hay un espacio difícil de describir que habita dentro de mí y me mantiene a salvo tanto de la mentira como del final. En ese espacio escucho todo, veo todo, entiendo todo. Bailando encuentro mi verdad. Por eso nunca dejé de bailar. Sigo buscando la llave para poder bailar mientras camino, para que cuando cierre los ojos en la cama, las voces me digan que todo va bien. Ya, ya lo sé. Tampoco va tan mal. Pero los invisibles Ian, los invisibles.

Ya no me vas a contestar. Lo tengo claro. Tanto hablarte, tantos años. Y nada.

Supongo que estoy sola en ésto, una vez más. Sabes que mi cabeza esta jodida aunque pretenda hacerlo bien. Sabes que tengo una mapa de ruta de escapa que jamás descansa, Ian. Jamás apago mi pc.

Excepto cuando bailo.

Estoy creando algo grande, Ian. Creo que puede ser grande, o no, no lo sé. Casi no duermo pero está bien. Estoy creando algo que quizás pueda ser grande, quizás pueda ser hermoso. Sé que no vendrás. No pasa nada.

Estoy sentada en una cafetería cerrada solo para mí. Afuera llueve y se puede oler el café en el aire. Hay dos sapos escondidos detrás de un mueble que no pude sacar. Está haciendo frío, la lluvia trajo el frío. Supongo que me haré otro café. Hoy estoy muy luminosa según parece.

Supongo que no contestarás el mensaje. Tampoco vendrás. Está bien así, lo entiendo.

Ya te contaré cómo va lo de la cafetería y otras cosas. Mientras tanto, cuídate. No vuelvas por aquí, esto es un jodido infierno.

Aunque tenemos buen café.

Te quiero.

Siempre te querré.

 

 

E9901288-8A7C-499E-908D-A5AEDB1B9F4D
deja tu comentario

It´s ok. It´s just your mind.

Pinche para escuchar

Me sirvo un café de un tamaño ridículamente chico por culpa de la taza. Acabo de llegar de un viaje de libertades y niñerías que me llenó de plenitud y gracia. Me metí en una de esas tiendas para turistas donde todo vale el triple que en cualquier lado y elegí dos pocillos de cerámica blanca con dibujos de ovejas, buses, arpas, botas de lluvia y sets de té. Se supone que son los dibujos que representan Irlanda. Tomo un café Cabrales torrado de góndola del día, mirando la lluvia que cae en el pasto florecido, sin cortar, a través de las puertas abiertas de par en par. En la chimenea, una gotera moja el cuento que dibujé, pinté e inventé para mi hijo la noche previa a mi vuelo. Él duerme. Mi compañero de vida está en la costa con sus amigos.

Jamás logro terminarme un café sin que las tripas me apuren, quizás esta vez lo logre ya que la taza tiene dos sorbos.

La sensación de paz que me rodea es llamativa. Miro a mi alrededor algo sorprendida, sé que el caos se esconde debajo de algún sapo que caza insectos y vive en mi galería; o quizás entre la ropa del lavadero, en alguna mochila, en los platos sucios, en las puertas cerradas de mi bar no nato de pueblo fantasma. Sé que estás por ahí, te escucho respirar. Anoche soñé con vos. La casa se me volvía en contra queriendo meterme miedo. Se lo contaba a alguien, creo que a mi mamá. Se lo contaba a varios. ¨Hay algo en la casa¨. Se volvía insoportable, pero aún así, seguía adelante. Con muchísimo miedo, pero adelante.

Ustedes eran chicos, pero yo lloraba desde que me levantaba hasta que me iba a dormir. Yo pensaba en formas de morir. Yo dormía con un pedazo filoso de un espejo roto debajo del colchón por si alguien entraba por la ventana a atacarme. Una vez fui a un tatuador y le pedí que me inmortalizara una frase de El conde de Montecristo. ¨God will give me justice¨, Dios me dará justicia. Por qué lo hice? No pisé una iglesia en mi vida, calculo lo saben. Necesitaba creer que había alguien más allá que veía mis desgracias y las iba teniendo en cuenta. Creía que ese alguien un día diría ¨ya fue suficiente¨y me empezaría a recompensar. Creí en eso fuertemente durante décadas, décadas. Alguien tiene que estar viendo toda esta mierda, o no? Mi salud mental pendía de un hilo, la locura y la libertad se parecen mucho. Pero cada vez que mi lado paterno creía ganar la pulseada, mi lado materno me tiraba un ancla de amor y justicia y volvía a flote.

No me dejé vencer. Estuve a 5 segundos de perderlo todo pero dejé de prestarle atención a las voces y DECIDÍ tener la vida que creía que merecía. Me encontré con unos ojos suavos y una mano firme que me trajo de vuelta del fondo del pantano, la sostuve firme y me prometí no echarlo a perder. Eso fue crecer, para mí. No mis canas, mis arrugas, mi número de dni. Crecer fue aceptar que no hay dioses ni fantasmas que te obliguen a saltar al vacío. Crecer fue poner la música más alta que las voces. Crecer es dejar de mandar drogas por correo y en cambio, comprar tacitas decorativas a precios desorbitantes. Crecer, fue abrazar fuerte mi pasado y llorar, agradecer, amarlo tan fuerte tan fuerte que se sienta avergonzado de perseguirme así. Mirarlo a los ojos sin bajar la mirada, entenderlo, sostener, aguantar. Una mañana me desperté sin voces y parecía haber acabado todo. Planée una vida linda, diseñé casa, hijo, marido, perros, gatos, viajes, trabajo, ropa beige que combinara.

 

Todo camina según lo planeado. Mi vida parece un reality que nadie cree real, los que me rodean parecen salidos de un casting de buenas personas. Algún villano aquí y allá, nada que los héroes de la saga no puedan sortear.
Miro una serie que se llama Virgin River, es terriblemente mala. La miro encantada y sin sobresaltos. Lo que me alucina de verla, además de sus paisajes de cuento, montañas, lagos, colores en los árboles, cabañas de ensueño, foodtrucks con pastelería perfecta y guirnaldas de luces en todos lados; es que sus personajes parecieran anestesiados. Nadie está realmente preocupado por lo que le pasa, incluso cuando está amenazado de muerte. Es como si la vida les valiera verga o estuviesen todos incapacitados de sentir ansiedad o depresión. A su alrededor hay secuestradores, narcos, asesinos, engaños, abortos espontáneos y accidentes seguidos de muerte. Pero en Virgin River salen a correr, toman cerveza en el bar de pueblo y café para llevar mientras pasean. Es la representación gráfica de fingir demencia y seguir. Todos son guapos y visten increíble. Las flores rebosan en los jardines. It´s all good.

Acaso Virgin River es un estado en la mente y ustedes y yo lo estuvimos haciendo fatal todo este tiempo? Nerviosismo, culpa, insomnio, tristeza, ansiedad y paranoia. Desde la mañana hasta la noche, paranoia. Era más fácil amigos, si te enojás con tu pareja, le pedís disculpas al mismo tiempo que tu pareja reconoce sus errores, se abrazan, hay sexo de reconciliación, se chapa con lengua aunque estén recién levantados, la cocina siempre está limpia, la chica viste la camisa del chico mientras va al baño sin cara de dormida y maquillada desde las 8 am. Afuera, el trabajo es perfecto, los amigos no objetan ninguna de nuestras decisiones y nos apoyan siempre, los hermanos son de fierro, no pelean, se acompañan y están siempre de acuerdo. Lo peor que pueden hacerse son cosquillas y un chiste de mal gusto recordando cuando tenían 12 años y granos.

No es real. No vivo en Virgin River. Este hijo que me abraza y me dice de la nada ¨mami, sos tan buena¨o ¨mami, sos tan linda¨, se transformará en alguien que me detesta y que no entiende que las decisiones tomadas son por su bien. Este compañero de ojos sinceros y presencia fuerte, algún día me romperá el corazón.  Estos jefes salidos de un cuento con los que tomo vino mientras hablamos de libros, política, escritura mientras exponemos nuestras posturas ante las cosas de la vida, riendónos con cariño y confianza, dejarán también de quererme, de eligirme? Mis aviones… me abandonarán? Mis cabañas… se destruirán con las tormentas? Mis perritos viejos… morirán?  Mis amigos amorosos, firmes, constantes y divertidos… se reirán de mí? Mis amigas hermanas, las que elegí cuidadosamente para curar mis heridas mortales… me traicionarán? De pronto, el capítulo perfecto de mi vida se ve amenazado por un villano omnipresente y poderoso: el miedo a perderlo todo. Cuando nada tenía, nada podía perder. Nada temía perder. Ay pero ahora…

Dejó de llover y tengo la galería llena de golondrinas. Llegaron en Septiembre y se irán en Marzo. Hacen sus casitas de barro en las uniones de la pared y los tirantes de madera, a 4 metros de altura. Tendrán dos camadas de crías, los veré nacer, crecer y empezar a volar. Tendré que encerrar a la gata mientras aprenden a aletear en la galería, para protegerlos. Los miraremos de adentro fallar y aprender. Luego dormirán todos juntos en una casa demasiado pequeña para los seis, y finalmente, los pequeños se irán. En el campo se respira un aire fresco y el sol empezó a salir. Seguramente vengan mosquitos a comernos en los próximos días y no podremos escapar.

La paz de mi corazón se siente amenazada constantemente. Aún cuando finjo demencia, aún cuando la foto de Instagram es perfecta. Cierro con los ojos y en un lugar oscuro y acuoso, detrás de un velo negro como el que se llevó a Sirius Black, me abrazo con los fantasmas, con las amenazas invisibles. Abro los ojos y la luz entra por la ventana. Vivir en los dos mundos supongo que me da lucidez. Me rio porque sé que ésto es para siempre, todo lo para siempre que pueda ser la vida. Unos años, unos meses, un instante. Lo que sea que me quede. Me rio porque me da la sensación de que ya gané. Me rio porque mi único enemigo no existe y ni siquiera es tan malo. Me sirvo el cuarto café en la taza chiquitita de ovejas y arpas. Debajo de un buzo de manga corta de Bob Esponja, mi tatuaje de God will give me justice, quema como la marca tenebrosa. Lo miro: mal hecho, con letra horrible, viejo y arratonado. Pero a la vez, brilla. Brilla más que nunca. Tengo 42 años y la fuerza que no tuve a los 25. Y si eso no significa que Dios me ha dado justicia, yo no sé que es.

Estoy viviendo una vida que vale la pena vivir. Y eso es mucho más de lo que esperaba cuando escondía un espejo filoso debajo de la cama.

Miro por la ventana, y allá a lo lejos, Virgin River.

 

Sean felices. Y no se preocupen, es solo su mente.