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Lain

 La primera vez que me pusieron una computadora adelante era una compaq presario con el cpu integrado al monitor, una especie de nave madre que fui llenando, año tras año, de stickers de teletubbies y jem and the holograms. Era una pelotuda de 16 años y ya me dejaba tocar las tetas, pero adoraba como los teletubbies subían por la colina y decían “tubitosta-a! tubitosta-a!”. Con ese bodoque de 64 mb de ram conocí el mundo virtual. Me transformé en Lain dos años antes de saber quién era Lain; mi heroína japonesa de 14 años, la que no dormía por las noches para flotar entre cables e inventar su nueva identidad cibernética, su verdadero yo, la que se permitía ratonear a masculinos de toda edad y visitar lugares a altas horas de la noche.
Yo fui Lain durante tres, cuatro, cinco años.
Me interné día y noche a escribirle privados y privados a mis novios del espacio, aprendí de códigos de programación, ya que el PIRCH y el MIRC así lo dictaban. Chateé hasta aprenderme el orden de las letras en el teclado sin mirar, me presenté al colegio con la cabeza agujereada de falta de sueño, litros de coca cola y horas de sailor moon. Nos matábamos a pajas en el chat, y después en las fiestas que hacíamos para conocernos, no nos dirigíamos la palabra.
El dulce sentimiento de ser un geek sin saber que uno lo era, que estaba creando el concepto en su versión latinoamericana. Todos nosotros preferíamos ser nuestro nick name, nos escondíamos detrás del poder que nos daba que nadie supiera si en realidad eramos lindos o feos, gordos o flacos, mayores o menores de edad.
Nos encantaba.
Con la desaparición de los programas y canales de chat, surgieron icq y su versión aggiornada, el msn. Que en paz descansen. Pero para eso ya tenías que ser amigo, conocido, tener al menos un mail, un número de identificación. Aún recuerdo mi numero de icq 31334755. Ese número es a mi alter ego,
lo que mi dni es a esta versión careta de mi misma que uso para ir a trabajar y hacer cola en el banco.
Cual de las dos soy yo? A mi no me importa. Uso la que me venga mejor en cada situación.
Al año siguiente, ante mis ojos se presentó la posibilidad de mostrarme ante el mundo con mi visión del mismo: mis fotos. Y caí en las manos del dios fotolog. Creo haber tenido cuatro fotologs abiertos simultáneamente, haber puteado porque me cerraran dos por haber violado algún código de conducta y tener muchos effes. Junto con esta movida, llegó el furor de los freaks que te llenaban el fotolog de dibujitos de scripts de mariposas gigantes y te invitaban a sus effes, prometiéndote hacer lo mismo. Nunca lo entendí. Disfruté de poder subir escritos e imágenes una vez al día, de poder comunicarle a los demás que esa mañana, yo me sentía “así”: foto llorando, foto flaca, foto vacaciones en pleno invierno para que todos los pibes digan cómo te doy, foto de familiar fallecido, foto mascota, foto rainbow brite, foto del cielo lluvioso, arcoiris, foto de película de tim burton, foto de dj tocando en big one, autofoto con boquita.
Pasaron los años, llegó facebook.
Y entonces, todo lo demás, ABSOLUTAMENTE todo lo demás, es una mierda.
Mi perfil de facebook ni siquiera lo cree yo. Me lo hizo mi mejor amiga, que vive en España, con el afán de husmear el tamaño del culo de nuestras compañeras de secundaria, ver cuantos hijos habían parido y si habían estudiado alguna carrera. Honestamente, a mi todo eso no me importaba. Pero accedí, puse una foto mía y le di para adelante.
SI LO HUBIERA SABIDO ANTES.
La única droga que me falta probar es la heroína, pero apuesto la cabeza de mi perra que no debe ser un cuarto de adictiva de lo que es el facebook, ni un cuarto de útil, ni hermosa, ni fácil de conseguir.
Hoy lei que un chico entre mis contactos ponía en el muro “antes se rezaba antes de empezar a comer, ahora se saca una foto del plato y se sube a facebook” .
Qué imbéciles somos.
Mi novio me dice por inbox te puedo dar un beso?  Está al lado mio en la cama y yo estoy con mi teléfono y él con el suyo, lo peor de todo es que le contesto “sos un pelotudo” y sigo subiendo fotos, bizca, poseída, vibrando al son de cada notificación.

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Los primos

Y como los primos pequeños le hacen lugar en la cama a los primos grandes cuando los tíos se pelean… hoy le ponemos la alfombra roja para recibirlos.
Sabemos que el 320 les parece una reverenda garcha atómica. Sabemos que no les gusta volar todos los días, sabemos que detestan la posta en Neuquén y los viáticos en pesos. Sabemos que el Patio Olmos no es el Ross, sabemos que el sol en la pileta de Mendoza no pega igual que en Miami.

Pero igual les damos un abrazo y la bienvenida a nuestro pequeño pasillo. El avión es chiquito pero el corazón es grande… déjense hacer un tecito y olvidarse de las penas del Charlie Kilo Uniform.
Déjense envolver por lo adictivo de la comunidad FBO.

Hola. ¿Cómo te llamas?

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Prom Queen

En 40 visitas más el For Bitching Only habrá llegado, por primera vez, a las 2000 visitas semanales.

Quiero contarles algo; algo libre de gracia y de ansias de hacer reír, despojado de egocentrismo y también de falsa modestia, alejado del espíritu del FBO y de los aviones, y cerca, muy cerca de una sola cosa.
Cerca de mí.

Yo no pensé que podía escribir.

Empecé a escribir cuando era muy chica; llenaba cuadernos y cuadernos de sentimientos, de preguntas, de teorías. Escribía en clase mientras las profesoras hablaban y soñaba con el terror de que me sacaran el cuaderno y pretendieran leer algo en voz alta para humillarme. Demasiadas películas, Prom Queen, a las profesoras del Lenguas Vivas poco les importaba si la negrita del fondo escribía pelotudeces en un cuaderno o tomaba interesantes notas acerca de su clase.
Los cuadernos pasaron a ser grandes. Aparecieron personajes, historias, locaciones desconocidas. De pronto, una canción disparaba la necesidad de escribir el guión de la vida de una persona que estaba viviendo bajo la banda sonora original que yo estaba escuchando. Y entonces surgieron las ciudades imaginarias. Yo conocí las rutas y los moteles, me senté en las cafeterías, viajé en subtes, tomé micros, armé bolsos, me revolqué con hombres y me emborraché en bares de striptease… todo, sentada en la silla de mi habitación, todo desde mi dulce cama con cortinas, una cama de princesa regalada por mi mamá al cumplir 15.
Yo no había salido jamás de Buenos Aires, pero ya conocía el mundo entero.
Lo que necesitaba era que todos los demás pudieran conocerlo, que pudieran ver lo que pasaba afuera, con sus propios ojos.
Entonces empecé a escribirlo, aunque nunca jamás nadie me leyera, aunque mis historias quedaran en mi cajón, aunque mi visión de Norteamérica, de Londres, de todos los moteles, las rutas, los aeropuertos, los hombres y las mujeres perdidos, no se parecieran para nada a la realidad. Aunque desde mi oscura cama con cortinas fuera todo una fábula, una mentira, un sinsentido; para mí, era real.
Durante años dormí con un pedazo de espejo roto con una filosa punta y una garrafa de sifón vacía debajo de mi colchón: si alguien entraba por la ventana a atacarme estaba lista.
Durante años tuve una mochila preparada con ropa y víveres necesarios por si tenía que huir.
Durante años hice listas de lo que no debía olvidar si tenía una emergencia de vida o muerte.
Así es la mente de alguien que vive en su imaginación. Será que a veces, es más fácil vivir en ese motel inventado que en la propia habitación.
Mi imaginación fue mi droga, fue mi evasión y mi salvación.
Hablé conmigo misma y mis personajes; organicé fiestas, almorzamos, merendamos, pasamos la noche juntos. Por las noches sacábamos el colchón por la ventana a la terraza y mirábamos el cielo: las antenas y sus luces rojas. Las estrellas. Algún avión.
No puedo imaginar una adolescencia mejor.
Soñé letras, viví letras, comí letras, vomité letras.
Una vez intenté morir letras.

Pero jamás pensé que de verdad podía escribir.

Hoy, 17 años después de esas noches, pongo una canción de Pulp, me subo a los aviones, visito las ciudades, toco a estos hombres y mujeres, y me siento a escribir nuevamente.
Todo sigue igual, menos una cosa.
Alguien me lee.
Alguien se sube a bordo de las letras y elige viajar. Alguien visita mis oscuros palacios, alguien trepa a la torre más alta, alguien acaricia mis perros, llora mis penas, ríe mi estupidez.
Esta semana lo han hecho 2000 personas. DOS MIL PERSONAS.

Entonces quizás sí puedo escribir.

Y me largo a llorar. Por qué? Porque no se puede dejar de tener 15 años, no se puede dejar de tener 6, de tener 25, de tener 32. Porque tengo todas las edades juntas, porque soy todo lo que fui, porque soy todo lo que soy.
No quiero darles las gracias por leerme: quiero regalarles mi vida, quiero que me coman de a pedazos, que me desintegren, que me respiren, que me vean tal cual soy. Quiero que tiemblen de emoción, que se alejen con asco, que cierren los ojos, que vivan ESTE hoy.

Toda la vida soñé con subirme a un auto con mi perro y manejar con un bolso por una ruta yankee, parar en un motel mugroso y oscuro, con carteles de neón. Me sentaría en la cafetería de al lado y pediría algo grasoso, guardaría un poco para mi perro, escribiría en un cuaderno mientras en la tele dan algo que no me interesa.
Y sonaría una bella canción.

Sin embargo, no conozco Estados Unidos. Hay algo en su cultura que me asquea y me molesta, como un principio imbécil que no me permite pedirles su inmunda visa y su permiso real para pisar ese bendito suelo Norteamericano y finalmente llegar a mi asqueroso motel.
No me importan sus puentes, sus ofertas, su estatua de la libertad, no quiero sus casinos, ni sus Canyones, solo quiero llegar al motel, emborracharme hasta caer rendida en la cama: que las cortinas sean horribles, que el baño funcione mal, escaparme del conserje que odia a los perros, despertarme a la mañana siguiente con resaca y comprar un jugo de 20 litros en un botellón.
Manejar un auto arruinado y escribir.

Escribir.
Y que alguien lo lea.

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Usted no sube al cielo, usted vuelve a él.

 Muchas veces los dedos no escriben, veo mis manos colgando al costado de mi cuerpo, y las teclas moverse solas: el blog escribirse solo.
Cuando este blog empezó a escribirse a sí mismo, no era lo que es hoy.
No tenía tantos amigos, no tenía gente que lo leyera todos los días, no tenía una identidad.
Hoy quisiera hablarles de uno de los primeros amigos del For Bitching Only. Alguien a quien amé desde el primer momento y pretendo amar hasta el último.
Mi amigo tiene los ojos más claros y transparentes, más sinceros y hermosos vistos jamás. Mi amigo tiene los ojos de cristal.
Mi amigo irradia belleza y luz, mi amigo ríe como campanas, como el reflejo del sol en el agua, como una tarde brillante y feliz.
Ese es Edy.
Declaro amar obligatoria, sistemática y compulsivamente a Edy. No lo elijo, no lo pienso, simplemente, lo veo y lo amo. Lo adoro, lo abrazo, me siento bien cerca de él.
Y saben una cosa? No conozco su casa, ni a su familia, no hemos paseado perros juntos, no hemos vacacionado, no hemos cenado en un restaurante.
Hemos hecho algo mucho mejor.
Nos conocimos en un avión.
Y desde entonces hemos hablado, hemos bailado, me ha ayudado a escribir más de una vez.
Me seco las lágrimas y los mocos en la manga, porque hoy te vas.
Me enojo con no haberte invitado a bailar, a cenar, a vivir en mi propia casa.
Me enojo con que tengas todo el derecho del mundo a querer aterrizar en Nueva York.
Me enojo con que seas tan hermoso y tan adorablemente dulce y te vayas tan hijadeputamente lejos de mí, de mí, de mí.
Porque a las personas que quiero, las quiero para MI.
Entonces me arrepiento de no haberte conocido más, de no haberte aprovechado, de no haber inventado mil planes, mil momentos…
Mis dedos se detienen, dejo de escribir.
Las manos caen a los costados de mi cuerpo y veo como las letras en el teclado empiezan a hundirse solas, como si dedos invisibles estuvieran escribiendo, en vez de mí.
No soy yo, no soy yo, es el FBO.
Lo que nos dimos no se mide en tiempo ni salidas, no se mide en palabras, no se mide en cantidad de miradas.
Usted, señor de los ojos de cristal, usted ha salido de la cabina por niños atemorizados, usted ha visitado el galley de atrás cuando nadie lo hacia, usted ha bailado la cumbia del tc, usted ha sabido ganarse las cuatro tiras de nuestro corazón, usted cuando sube al cielo, no SUBE al cielo, usted VUELVE a él.
Usted pertenece allí.
Y ahí mismo es donde nos conocimos, donde nos vimos a través.
Y eso son mil quinientas cenas, eso son vacaciones en Disney, eso es ser amigos de la secundaria, eso es haber llegado al mejor lugar.
El corazón se me aprieta un poco cuando pienso en que te vayas, en no verte al abrir la puerta de la cabina, en no bailar un Futterwacken juntos, en dejar de festejar… pero al pensarte llegando a todos esos lugares a los que querés llegar, se me alargan los puentes, se me acerca Panamá, y entonces el Bitching Only, vuelve a querer saltar…
Como bien dijiste, compartimos el mismo cielo, y eso nunca va a dejar de pasar,
Cuando esté en mi sarcófago, peinando mi pelo hasta el piso, afilando mis garras de encaje y cerrando las cortinas al amanecer, recordaré tu sonrisa implacable y tus ojitos de cristal, y me prometeré, cada vez que te extrañe, imaginarme donde aterrizás.
Por cada ser turbio y escurridizo como yo, hay uno brillante como vos.
Por eso el mundo es hermoso como es.

Te despido sabiendo que nos vamos a volver a cruzar, te abrazo en tu decisión correcta, en tu destino abierto, en tu inmensa audacia, en tus ganas de volar.
Compartamos el cielo para siempre, amigo querido, tenés de tu lado todo lo que tenés que tener.

Propongo que festejemos juntos, una vez más.
Propongo que te despidamos con ganas de explotar.
Propongo un ritual furioso, propongo una noche de fuego, propongo una noche BIEN vulgar.
Ahí me tendrás bailando al son de tus despegues y de tus aterrizajes, al son de tu sonrisa franca, al son de tus ojitos de cristal.