Me acerco al lugar del accidente.
Ha sido fatal.
No recuerdo cómo aparecí tirada lejos, sola, rota, mal.
Puedo observar mi fuselaje abierto al medio, brota combustible, líquido hidráulico, brotan lágrimas, brota sangre de avión.
No se si esta falla fue humana, no sé si fue de la mente o del corazón, no sé si mi máquina vino fallada, no sé si fue una cadena de errores, no entiendo qué pasó.
Te veo tirado en el piso, te veo moverte y respiro agradecida. Me arrastro hacia vos, no llego, me doy por vencida, me tiro boca arriba mirando el cielo.
Este accidente dejará saldos que no podré pagar.
Estamos a punto de hacer combustión. En cualquier momento podriamos dejar de existir, podriamos volar por las aires, no volver a vernos nunca más.
Alejate del avión: te grito.
Me miras de lejos sin moverte.
No hay chances de que te alejes del avión.
Cierro los ojos y todavía escucho los gritos, los hierros retorciéndose, el viento golpeando fuerte sobre los dos.
Es un desastre, es un desastre, es un horror.
Quiero que camines, quiero que te alejes, quiero que esto explote de una vez. Quiero que estés a salvo, que te olvides del accidente, que te olvides del avión.
Se acerca gente, vienen a buscarnos, vienen a ayudarnos, a llevarnos a los dos.
Revuelven todo, revisan cosas, buscan partes, sacan fotos. Meten pedazos en bolsitas, hablan por teléfono, discuten fuerte, nos miran de reojo. Les damos pena, les damos asco, les damos intriga y comezón.
Mi cuerpo ha sido destrozado, mis vidrios rotos, mis puertas arrancadas, mis asientos quemados, mi nariz de galgo no existe más.
Buscan la caja negra de este amor.
Buscan los motivos de esta terrible explosión.
Encerrada en mi cuarto, guardo la caja negra abierta, vacía y desintegrada debajo de mi colchón.
No habrá manera de saber qué fue lo que estábamos pensando, no habrá manera de saber por qué fue que ésto pasó.