Los cambios.

El cóctel viene así. Un día entero de guardia no activada en el que salí dos veces a la calle para sacar a pasear a la perra y NADA MÁS. Comí como una energúmena y me senté en el sillón con un amigo que vino a arreglar el mundo conmigo.
Se fue y me quedé sentada compadeciéndome de mi estómago y el arduo trabajo que tendría en las próximas horas para digerir todo lo que le habia metido. Y facebook, facebook, deal extreme, instagram, facebook, facebook, en los parlantes sonando Fatboy Slim y David Byrne y sus hermosas Why don´t you love me y Here Lies Love, y todo el disco entero en repeat one, musicalizando el mute de Mariano Iúdica y sus falsas lágrimas. No lo miro. Pienso en leer, pienso en escribir, pienso en dejar el letargo. Me sirvo un vaso de Coca, agarro el celular y subo la escalera. “Bamba!” digo, y ella se para mientras me escucha subir con mis mediecitas sucias, paso a paso, la escalera del altillo. Sube detrás mío, se tira en la cama y se duerme. Prendo la radio. Abro el Bitching.
Tengo crisis de escritura.
Ya no puedo escribir como antes. Si, suena como si hablara del año 84 en el que gané el Pulitzer. No, en el 84 me estaba aprendiendo a comer los mocos negros con arena en el baldío de al lado de casa.
Digo que el Bitching cambió, que no puede ser lo que era, que solo puede ser lo que es. Como cada uno de nosotros.
Que ya nada es lo mismo, que no se puede ser siempre igual, que incluso las personas como yo que están en contra del cambio, tienen que aprender que la vida es movimiento, y es cambio y que hay que dejar que las cosas evolucionen, cambien, sucedan.
Me sueno el cuello y pienso que el mundo se divide en dos: las personas que hablan con los animales y las que no. Los hombres que se hacen la paja y los que dicen que no se la hacen porque tienen novia o porque ya son grandes. Las personas que trazan estrategias cuando conocen a alguien y las personas que aman. Los que comen ensaladas y los que comen papas. Los que se emocionan con las letras de Arjona y los que sufren porque el sujeto siga vivo.


Y entonces, sin más, me doy cuenta… Estoy escribiendo de nuevo.

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