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Hasta que se demuestre lo contrario.

(Pinche)
Vento apareció en una foto en mi facebook hace más de 2 meses. Se lo veía hermoso y triste, dañado pero con agradecimiento y sabiduría detrás de todo ese pasado que jamás podremos adivinar.
Yo dudo acerca de todo, lo sabrán. Pero en cuanto a los ojos de los perros, jamás tengo dudas. Éste era el que yo tenía que traer a casa, éste era el que yo tenía que cuidar.
Después de más de 50 días de putrefacción, sangre y gusanos, la herida de Vento cerró. Empezó a correr, a saltar, a jugar. Aprendió a tomarnos el tiempo a los humanos, aprendió a hacer pis afuera, aprendió a llorar cuando no estoy. Y mientras aprendía, empezó a enseñar. Y yo, que soy de las que se las saben todas, descubrí que en el fondo no sé nada y que me faltan muchos maestros perros para poder cancherear.
Hoy es el día 65 de Vento en casa y decidimos dormir hasta las 3 de la tarde, para festejar. Dejé que me llenara las sábanas de pelos, que me enredara el pelo con sus uñas, dejé que lamiera un plato con migas y también un poco la cara. Le dejé hacer todo lo que quería hacer, porque eso es lo que hago cuando amo. Nada me importa, nada me pone de malhumor, nada me parece mal. El único código es que nos guste hacerlo y no nos importa lo que digan los demás.
Festejando, llevamos el auto a lavar. Conté su historia más de 6 veces, a los del lavadero, a los que hacían cola detrás nuestro, a los que caminaban por la vereda… Vento es todo un ejemplar, es imposible que pase desapercibido y le pide amor a todos los que pasan, deja caer el peso de su cuerpo en las piernas de desconocidos y les transmite un tipo de amor que hasta entonces ellos desconocían. Todos ríen, y nosotros bailamos.
Festejando llegamos a la veterinaria, Ade no presenta signos de demodex en el raspaje, más motivos aun para festejar.

Entonces Vento subió a la camilla. Una gotita de sangre le aparecía en la punta del pito de vez en cuando y eso me preocupaba. Hace un mes otra vete lo había medicado por una posible infección urinaria, pero yo quería una segunda opinión, así que lo llevé a mi vete de siempre. Supuse que era cuestión de tomar unos antibióticos y estaríamos listos.
El mismo veterinario que operó 3 veces a Bamba, el mismo que raspa a Ade todos los meses, el mismo que le salvó la vida a Leia hace 18 años, le sacó el pito afuera dejando ver algo que yo jamás había visto antes.
Alrededor de la base, unas carnecitas enrojecidas sangraban apenas, unas carnecitas crecidas, como que no parecían deber estar ahí.
Qué es eso? Dije.
No contestó.
Suele no contestar.
Eso no es normal, no? Por qué tiene eso?
No contestó.
Le recortó dos pedacitos y le empezó a sangrar.
Los metió en un frasquito, los llenó de líquido y los cerró.
Mi estómago se empezó a endurecer. Yo sé lo que significa que saquen un pedazo y lo metan en un frasquito.
Tomás, no me gusta esto. Le dije.
“Bajalo” dijo Tomás.

Bajé a Vento de la camilla y una vez más, me senté del otro lado del escritorio, a escuchar como las noticias derrumbaban todos mis castillos de princesa de Disney.
Se llama sticker, es un tumor venéreo transferible. Algo así como el único cáncer contagioso, por via sexual, por las mucosas, el lamido  y el olfateo de genitales.
Vento lo tiene y no sé el riesgo que puede tener esto para Ade.
Le pregunté si estaba seguro del diagnóstico y me respondió “es sticker, hasta que se demuestre lo contrario”. Resultados de la biopsia en unos 20 días, tratamiento: quimioterapia, volver a empezar.

Salimos de la veterinaria y Vento me saltó, me besó y se largó a correr.
Les mentiría si les dijera que no se me cayeron una o dos lágrimas, pero ya no soy la que era hace dos años atrás.
Ahora sé que voy a rescatar animales toda la vida, y como parte de esta elección, he tenido la suerte de que llegaran a los que más me necesitaban. Bamba, Ade y Vento, con sus particularidades, sus enfermedades, sus necesidades. Nada es casualidad, ni la mirada de Vento, ni sus fotos, ni el amor que sentí por él desde el primer momento.
Vento hoy es parte de la familia, y aquí se va a quedar. Juro por la piel que me cubre, que tengo la total seguridad de que en ningún lugar lo van a cuidar mejor que en mi propia casa, su propia casa.
Aquí nos quedamos, aquí nos quedamos a pelearla, a acompañarnos en lo que nos toque porque somos fuertes y somos invencibles, hasta que se demuestre lo contrario.

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Cantame

(Pinche)

Salí de casa apuradísima, cansada, con el pelo suelto y la valija hecha dos minutos antes con cualquier cosa adentro. El auto me esperaba abajo para llevarme a Ezeiza, el 4520 salía cerca de la medianoche y me esperaban 9 horas de vuelo por delante.
Fue una tortura lo largo de ese vuelo. Los servicios eternos, los pasajeros súper demandantes, el sueño que me vencía y mis pies pidiendo que me sacara los zapatos de una vez.
Entré al hotel y me puse última en la fila de tripulantes para hacer el check in. Por algún motivo, no había habitación para mí. Algo estaba fuera de servicio y no había ninguna disponible en todo el hotel. Esperé más de una hora que me consiguieran un cuartito donde pudiera descalzarme de una vez, pero no ocurrió. Lo que sí ocurrió fue que me pidieron un auto para ir a otro lugar. No me quejé, subí al transporte y entré a un enorme hotel con muchísima gente y movimiento en el lobby. Alguien tomó mis valijas y me fui al front desk. La reserva estaba hecha, me protegieron como si fuera una huésped de honor, mis valijas fueron enviadas a mi habitación al piso 19; el que se encontraba bloqueado para otros huéspedes, tenía un guardia y carteles que pedían por favor no generar ruidos molestos para que todos pudieran descansar. Bajé del ascensor, el personal de seguridad sonrió de costado cuando mis piecitos pisaron la alfombra que me escoltó hasta la 1926. La tarjeta para ingresar había quedado en algún lugar de mi cartera. Me puse en cuclillas y empecé a revolver, mientras largaba puteadas al aire. Me había soltado el pelo, sacado el pañuelo del cuello y desabrochado el saco, ya tenía el 25% de mi uniformidad destrozada, tendría que volver a arreglarme para bajar al lobby. Quise llorar. Alguien bajó del ascensor, el de seguridad se puso firme y unos pasos caminaron por detrás de mí sin que yo me diese vuelta a verificar su identidad. “Si no sos house keeping, no me servís” pensé. No era house keeping. Pasó lentamente y entró a la última puerta del pasillo, mientras yo escondía mi cara detrás del pelo, con la cabeza casi metida adentro de la cartera. Vestidas de uniforme es como si siempre tuviéramos la obligación de saludar amablemente. El huésped cerró la puerta y al minuto empezó a escucharse música latina. “Genial, estoy en Asia de Cuba”. Improvisé un rodete y volví al ascensor. 19 pisos hacia abajo para encontrar la tarjeta en el saco del uniforme. Adelante de 4 turistas Australianos dije LARECONCHAPUTADETUMADRE y volví a apretar el 19. Los demonios me llevaban, bajé apurada y doblé a la derecha, estallando todo mi cuerpo contra el de un hombre que venía por el pasillo. Pedí disculpas sin mirarlo, me apuré a mi puerta y escuché algunas risas mientras la cerraba y apoyaba mi espalda agotada contra la misma. Bajé la cabeza y me subió un perfume que no era mío. Estaba impregnado en mi ropa y era algo impresionante: el mismísimo olor del hombre, ese aroma al cuello perfecto, a la piel del otro, al calor del que está adelante tuyo. Sacudí la cabeza saliendo del trance del perfume y me saqué la ropa. Cerré las cortinas y los blackout dejando el mar del otro lado. Con el aire acondicionado en 23, me acosté en una cama enorme y blanca, me abracé a una almohada y desperté cuando ya no había luz afuera.
Pedí comida a la habitación, me di un baño, me pinté las uñas de los pies y degusté un helado y un jager con hielo mirando Criminal Minds.
Se hicieron las 10 de la noche, aburrida, miré la cartilla de comodidades del hotel. Únicamente para este piso, el 19, un spa, un jacuzzi, una piscina y un bar. Se me pusieron los ojos malditos… un bar? Qué hago en la cama habiendo en este piso un bar?
Abrí la valija y me horroricé. No tenía ojotas, no tenía zapatillas, no tenía un jean. Ropa interior, un vestido negro, unas botas bajas, una campera de cuero y una remera corta. Ni siquiera un short.
Me sequé el pelo, me maquillé fuerte los ojos y me puse el vestido negro de las fiestas maldiciendo una vez más mi costumbre de hacer la valija con resaca. Caminé hasta el final del pasillo y empujé la puerta de vidrio, la música me envolvió. Como siempre, no había nadie. En todos los lugares a los que voy yo, nunca hay nadie. Me senté en la barra y me pedí un jager. Saqué el teléfono, lindo momento para tuitear mi fracaso.
No había señal.
Me tomé el jager de un saque y apoyé mi cabeza entre las manos. La música estaba bien.
El bartender me sirve algo en una copa de las de martini, no alcanzo a decirle “No, no…” cuando él señala una mesa en una punta oscura del salón. Miro con desconfianza porque  no me gusta ser el gato de nadie,  El hombre se pone de pie, caminando como creo yo que no camina ningún hombre, con una camisa negra, una cadena en su cuello, unos jeans oscuros y un arito en su oreja izquierda, me saluda en inglés.
Le agradezco el trago, demasiado tarde para decirle que no. Su perfume me perfora de lado a lado cuando me pone el brazo alrededor de la cintura para saludarme. Me quedo dura, abro los ojos pero me rio, no hay manera de no aceptar este trago.
Me incomoda un poco que me agarre con la mano, pero evidentemente el tipo no lo puede evitar, no se queda quieto, toma de su vaso, lo apoya, me habla, me toca la punta del pelo, se ríe, me agarra las manos, me toca los dedos, sigue hablando, toma un poco más, comenta otra cosa, me rodea con el brazo apoyándome la mano en las costillas. Yo no sé si estoy contestando, conversando, o simplemente mirándolo en silencio, intentando entender qué es lo que está pasando.
Pide una botella en hielo, dos vasos y me lleva de la mano a la pileta. Y claro que voy, voy como si fuera la cosa más normal del mundo, y se me para adelante y mientras lo miro fijo a los ojos, me pasa las manos por atrás de la cabeza y me baja el cierre del vestido, lo deja caer y sin mirarme, se agacha y me saca las botas como si fuera Cenicienta, suavecito, como acariciándome los talones.
Quedo en ropa interior adelante de este desconocido, seria, temblando un poco ante lo que sé que va a ser inevitable. Él se queda quieto adelante mío, y entiendo que quiere que le desabroche la camisa. Da la sensación de que cada botón estuviera desatando una energía que parezco desconocer, así que no me animo a sacársela, tan solo la dejo abierta y ahí, esperando. Él termina de desvestirse mientras me agacho a servirme el jager más frío y rasposo de la historia de mi vida. Cuando me pongo de pie con las dos copas, tengo adelante al hombre más hermoso que he visto en mi vida.
Sentados con los pies dentro del agua climatizada, nos quedamos un ratito callados, escuchando la música y mirando las luces de adentro de la piscina, las únicas que iluminaban el ambiente. A través de la pared de vidrio se veía la ciudad entera, los autos yendo y viniendo, los edificios altos, las palmeras marcando el camino al mar…
Este hombre me besó la boca y los hombros… este hombre me hizo reír, me cantó al oído, me acarició el cuerpo fuerte y suave al mismo tiempo. Este fue uno de esos hombres que hacen que agradezcas el haber tomado las decisiones que tomaste para llegar a ese lugar.
Me desperté a las 4 de la mañana en su cama, dormía boca arriba y no pude evitar mirarlo, olerlo e intentar tocarlo sin que se despertase. Cambió su respiración apenas le apoyé la mano sobe el pecho. Permaneció con los ojos cerrados mientras lo destapaba suavemente y lo recorría con los dedos. me arrimé a su pecho envuelta por una mezcla de su perfume con el olor de la piel después de haberte amado. Probablemente ese sea mi aroma preferido en este mundo, y no lo cambiaría por ningún otro que conozca.
Sentada encima de él con las piernas rodeando su cintura le besé los brazos y los hombros mientras levantaba sus manos para hacerme saber que esta noche no se había terminado.
“Cantame” le dije mientras se reía de mí.
Tengo la particularidad de que los hombres se rían de mí. Qué gran honor.
Me dio vuelta en la cama con un movimiento tan rápido que casi me asustó. Y entonces lo miré, cosa que no suelo hacer porque elijo tener mis ojos cerrados cuando intento disimular que estoy muriendo de amor.
Y nos miramos.
Bajó los brazos y se acercó a mi boca tan despacio que pensé que iba a enloquecer. Apoyó sus labios en los míos y lo único que nos separaba era la burbuja de aire más milimétrica que pudiera existir. Creo que me temblaban los labios de la desesperación, del deseo, de la excitación. Sólo las mujeres somos capaces de sentir que hemos nacido para un momento así, solo las estúpidas mujeres nos tomamos un momento para pensar dónde estuviste todo este tiempo, cómo hice hasta hoy, como haré cuándo te vayas. Solamente nosotras nos distraemos del presente pensando en el futuro, y solamente nosotras entenderemos la ramificación del árbol que acaba de crearse de la estúpida raíz que nació de un beso.
Me quedé dormida, agotada y empapada del único hombre que me cantó.

A la mañana siguiente, yo tenía que prepararme para un vuelo y él tenía que prepararse para un show.
La felicidad y la tristeza dejaban la balanza en el medio, sin que pudiéramos saber qué pesaba más.
Hay noches que duran una eternidad, hay personas que parecen haber llegado hace miles de años, hay pieles que jamás se pueden olvidar.
Nos despedimos en la puerta de su habitación sin decirnos nada, sabiendo que ya no volveríamos a vernos, y que no valía la pena buscarnos ni intentar pelear al mundo cuando te dice que no.
Entré a mi habitación con lágrimas, por qué habría de mentirles? Acaso no saben que soy de las que se enamoran la primera noche y es por eso que jamás se entregan? Me tiré en la cama a maldecir que seamos tan distintos, que nuestro deseo sea el mismo pero nuestra realidad nos ponga en continentes diferentes. Qué cosa tenemos vos y yo en común? Nada. Si lo único que tenemos en común es todo aquello para lo que hay que desnudarse, entonces es que no somos el uno para el otro.
Me sequé los ojos y me metí a la ducha. Me buscaron unas horas después, me encontré con mis compañeros en el aeropuerto y no pude contestar más que “bien” cuando preguntaron qué tal la había pasado.
El vuelo estaba completo y no tuve ni tiempo de pensar, pero apenas me tocó el turno de descanso, apoyé la cabeza en la ventana, y mirando la Luna, esa que parece más cerca cuando estás hecha mierda, casi pude sentir tu olor.
Si te extraño? Claro que sí. Porque era verdad cuando dije que me enamoro de un beso, y es verdad que una vez que me enamoro no me importa nada más.
Seguí volando entre 2 y 3 veces por semana, seguí paseando con mis perros, seguí comiendo pizza en la cama con el pijama de los Clippers y una remera 5 talles más.
Volví al 67 dos meses después y me hospedé en el hotel de siempre, sin ni siquiera atreverme a soñar que podrías estar por ahí. Para qué buscarte? Para qué levantar la vista? Poco a poco empecé a olvidar, eso es lo que hacemos lo que no queremos morir de amor.

Volví a besar otras bocas, volví a desabrochar camisas y degustar tragos amargos buscando esa sensación… en ningún lugar lograron hacerme temblar. En ningún lugar ese perfume de tu piel mezclado con la mía, en ningún lugar el sonido de tu voz.

Me desperté tarde para mi búsqueda para el vuelo a Córdoba, doblete asesino, dos veces la ruta a las sierras en un solo día, la combinación más salvaje que hay. Después del tercer tramo, agotada y anulada, casi sin entender hacia donde iba ni cuánto faltaba para dejar de servir mil vasos, emprendo la vuelta a casa. Después de los anuncios y de ver cientos de caras de personas de traje, con bebés, viejitos risueños y señoras perfumadas, despegamos. Miro hacia afuera mientras las luces de la ciudad se alejan, apoyo la cabeza en el respaldo rígido del jumpseat y cierro los ojos. Cortan la señal de cinturones y nos levantamos de un salto.
Sirvo las bebidas en automático, casi sin mirar a los ojos a los pasajeros de la primera fila, mirándolos pero sin verlos, como si sus caras fueran un borrón o la misma cara que la anterior pero con otra camisa. Esa es la fatiga hecha realidad. Muevo el carro hacia la fila 2 y mientras trabo con mi pie derecho la traba roja, respiro profundo mientras un aroma me traviesa de lado a lado. No tengo tiempo de reaccionar cuando una mano se apoya encima de mi mano izquierda.
Bajo la mirada y ahí estás.

Porque aunque nos empeñemos en tener distintos planes, porque aunque intentemos una y mil veces jugar a que esto no es verdad… no hay nada que podamos hacer cuando la piel se ha manifestado y no hay nada que los aviones no hagan realidad.

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Pero el pozo.

(Pinche)
Estábamos amándonos como parecía imposible amarse cuando escuché un crack entre mis dos pies. Miré hacia abajo y la tierra crujió hasta casi hacerme caer. Un rayo se dibujó en el pasto, abriéndolo como si alguien lo estuviera cortando con una sierra gigante, invisible, imposible de evitar.
Lo que ocurrió después, intento recordarlo de la manera más fiel posible, pero por más que haga esfuerzos, no deja de ser un momento borroso. Lo que queda claro es que cuando abrí los ojos, estaba en el piso, de este lado, y vos estabas de pie… del otro lado.
El terremoto dejó un hueco que no pudimos tapar, que no pudimos rellenar, que no pudimos saltar ni sobrevolar. Me asomé al precipicio y te miré. “Podés venir para este lado?” Te pregunté. Levantaste las cejas y los hombros.
Me dejé caer.
“No llores, no llores” Dijiste. No te gusta cuando lloro.

“Pero el pozo” Dije yo.
Pero el pozo.

Me dormí durante meses mirando tu lado de la isla. Tus ojos estaban allí, noche tras noche, mirándome casi como si estuviésemos en la misma cama, como me mirás cuando pensás que no me doy cuenta cómo me mirás, cuando pensás que porque no decís lo que te pasa estás a salvo, cuando pensás que no siento como a vos también te tiembla todo con los besos chiquititos. Pero no, no estábamos en la misma cama, ni mucho menos en la misma habitación, ni siquiera en la misma porción de tierra. Cómo se puede no estar ni siquiera en la misma porción de tierra cuando se estuvo uno adentro del otro? Yo sé que eso puede pasar, porque las cosas se rompen y a nosotros se nos rompió.

Me levanté porque mis rodillas se golpeaban entre sí por no ponerle ningún almohadoncito. Me levanté porque me dolían los huesos y porque tus ojos ya no estaban allí. Y yo confundo ausencia con abandono, y yo confundo verdad con maldad. Y vos confundís miedo con abandono, y vos confundís miedo con maldad.
El terremoto se llevó todo lo que había a mi alrededor, tengo que volver a construir. No tengo más que algunos galgos maltratados, olorcito a eucalipto, valijas destrozadas por los gatos y hambre de hot dog.
Vos tendrás tus cosas para empezar de nuevo, no puedo verlas ni adivinarlas, pero confio en que así será.
De aquel lado habrá quedado toda tu razón, tu certeza y tu bondad.
De mi lado la lava, los gusanos, la irracionalidad.
Seré la mala una vez más. Seré la loca, la ridícula, la desubicada, la mentirosa, la arrastrada, la que nadie quiera mirar.
Y vos serás un ángel que jamás se equivoca, vos serás el dueño de la verdad.
Y de tu lado de la isla, te lo cobrará caro el cuerpo cada vez que pienses en mí, y de mi lado de la isla, te aseguro que temblaré de solo imaginarme esa cosa que tienen tus labios.

Pero el pozo.

Pero el pozo, mi amor.

Vento: lo que sucede, conviene.


(Pinche)

El 14 de febrero, subieron a la página de Adopta un galgo, la foto de un galguito con cara desdichada y un agujero impresionantemente rojo con manchitas negras en el pecho. Lo levantaron en un auto, decidieron llamarlo Vento, lo llevaron a la veterinaria y pidieron que alguien se ofreciera para darle tránsito.
El 14 de febrero decidí enamorarme una vez más y me ofrecí para esta primera etapa de su curación.
Ser hogar de tránsito significa curar, en todos los sentidos. Enseñarle que se puede confiar, que puede dormir tranquilo, que no le va a faltar comida y que ya no va a necesitar pelear, ni morder, ni llorar para que alguien lo trate bien; una vez logrado el objetivo, se busca una familia que lo adopte.

Tres días después, Vento llego a casa, con una mirada muy distinta a la de Ade, con los ojitos un poco como Bamba, escondiendo una historia algo triste y con dolor, pero, lamentablemente para mí, desconocida. Nunca sabré lo que le pasó a Vento, así que solo puedo adivinar sus aventuras.
El agujero de su pecho era enorme, enorme, enorme. Cada vez que sacaba las vendas para curarlo, aparecían más y más gusanos muertos. El olor que despedía era algo nauseabundo, donde se acostaba dejaba manchas de sangre y ese líquido que se desprende de adentro del cuerpo. Pasé días lavando sábanas, colchas, almohadas, vendas… pero sus ojitos de tarrito de miel lo merecían, los besos que me da en las manos mientras lo curo, la tranquilidad cuando duerme…
Aquí abajo les comparto los relatos desde el primer día hasta el día de hoy, espero que les gusten.



Él es Vento.
Apareció con una bichera tremenda en Capilla del Señor; la gente de Adopta lo agarró, lo llevó a la vete y empezó su tratamiento. Necesitaba tránsito y ahora está en mi living. Es muy tranquilo, casi no les presta atención a Ade y a los gatos. Está tiradito en un colchón cob mucho dolor. Necesita curaciones, medicamentos, gasas y algunas cositas más. En las próximas semanas esperamos que, de a poco, vaya sanando su herida y algunos agujerotes más que tiene en el cuerpo, cuando esté enterito, más gordito, más sano y de mejor ánimo, lo castraremos y quedará en adopción. Cuento con ustedes, como siempre, con su ayuda para difundirlo y encontrarle el mejor hogar. Por ahora, se quedará en cada poniéndose fuerte, pueden visitarlo y conocerlo cuando quieran, también cuidarlo cuando esté de posta♡ me harían un enorme favor.
Les dejamos un beso enorme, desde nuestro living, Sharam, Fif, Ade, Vento y yo♡
Vento es el primer galgo en tránsito de mi vida. Fui muy nerviosa a buscarlo y ahora estamos enfrentando la primer noche en casa. No le dio bola a los gatos y casi no se mira con Ade. Come muy bien y revisa un poco las bolsas de basura, no ensució adentro y esperó a que lo saque. Durmió la siesta en un colchoncito en el piso y cuando se aburrió, se metió en mi habitacion e intentó subirse a la cama. Muy timido Vento♡
Las vendas se le soltaron un poco y se estuvo chupando asi que se las reforcé y le puse otra venda más encima para que no se le caigan. Mañana habrá que cambiarle todo de nuevo porque está muy flojo. Vento tiene unos ojos muy dulces, una mirada un poco cansada y triste, pero también agradecida. No tengo dudas de que será un gran perro cuando se recupere.
Ahora duerme en el sillón, con los gatos cerca.
Mañana se quedará solo unas horas por primera vez en casa, y a la vuelta nos empezaremos a conocer.
Vento, día 1.

Me sacaron de guardia y me fui a las 3 am a trabajar, dejando a Vento solo con Ade y los gatos. Volví a la 1 del mediodía esperando el desastre y este fue el panorama que me encontré: ambos dos empujando la puerta esperándome con ansias para salir a pasear. Apenas pude entrar los dos salieron al palier y me esperaron afuera. Entré al departamento con miedo. Todo estaba en su lugar salvo porque Vento decidió usar mi cama y estaba toda manchada de ese jugo inmundito que le supura de la herida. Colcha, sábanas, cubre colchón: todo a lavar. Un olor en toda la casa bastante difícil de describir, es un olor que despide la herida que jamás había sentido antes y que jamás voy a olvidar.
Así nomas como estábamos nos fuimos a la calle. Vento caminó 5 cuadras hasta la plaza y allá se animó a pis y caca. Volvimos cansados y muy despacito aunque se lo vio tentado de seguir el ritmo de Ade que pasea sin correa.
Las vendas le colgaban y la herida estaba a la intemperie. Compré más gasas y cinta y le saqué todo el vendaje viejo. Ahi me encontré por primera vez con la herida. Muy fuerte, debo decir, impresiona bastante hasta a una pecho frío como yo. Hice todo tal cual me dijeron pero me salió como el orto. El perro casi no se movía y solo me miraba mansito y con agradecimiento, pero mi torpeza, la inexperiencia y lo incómodo del lugar donde tiene la herida me hicieron desperdiciar los insumos, lo vendé como pude y nos acostamos.
A las 2 hs fuimos a la vete, que lo limpió excelente, le puso vendas limpias y una venda elástica que se nota que le queda muy cómoda porque camina al trotecito. Se largó a llover y Vento me enseñó que es bien galgo, tampoco le gusta el agua.
Ahora duerme.
Mi casa tiene olor a zombie putrefacto. Mi colchón está inhabitable, tengo olor a todo lo malo en las manos y en el pelo, gasté una fortuna y creo que todavía estoy sin almorzar… pero este perro es como esos hombres de los cuales uno no elige enamorarse, y sin darme cuenta me encuentro patas para arriba y dando mi vida por él.
Perdonen la poesía, hace mucho que no me topo con un especimen tan inspirador.

Vento dia 2.

Creo necesario contarles nuestra historia de amor.
Somos 2 perros, 2 gatos y un humano y nos encontramos discapacitados todos, algunos en ciertos aspectos, algunos en otros.
Vento tiene un agujero en el pecho que supura un olor infernal, renguea por el dolor y camina pegadito a las personas usándolas de sostén. Se mete en todos los negocios, casas y puertas de auto que vea abiertas.
Adele tiene demodexia, miedo a quedarse sola, miedo a los perros grandes, los ruidos fuertes y a los aviones. Tiembla de solo pasar cerca de aeroparque y odia ver personas armando valijas.
Sharam es un gato negro, es sadomasoquista. Le gusta que le peguen chirlos en la cola y masticar pelo por las mañanas. Tiene un aliento dragónico que permanece en el mismo hasta el primer lavado.
Mia es una gatita blanca que ama los perfumes y las fragancias, se tira encima de cualquier persona recién bañada y le mastica la cabeza, le chupa los dedos de los pies.
V soy yo, y le tengo miedo al amor. Le temo al daño que hacen las personas y elijo rodearme de animales, ya que dan el amor más puro, más sano y menos perjudicial que he conocido.
Los 5 dormimos bajo el techo, intentando sanarnos unos a otros, intentando hacernos mejores, intentando que se noten menos nuestras locuras y nuestros defectos.

Vento ha llegado a una familia más que imperfecta, pero experta en mimos, cuidados y besos.
Su herida está rosa y granulada, dicen las vetes que eso es bueno. Camina 8 cuadras tres veces al día, despacito y con dificultad, pero firme y con ganas.
Come mucho y muy bien. Duerme y descansa todo el dia, no le teme a nada.
Todavia no lo he visto llorar, mover la cola, sonreír, quejarse, saludar ni mostrar ninguna emoción más que esa mirada demoledora que me atraviesa cada vez.
Le digo “Vents” cuando lo llamo, y de a poco, va viniendo.
Agradezco cada día con estos seres y agradezco tener tiempo y cerebro suficiente como para no perderme los detalles que considero los más hermosos de la vida.

Vento, dia 3.



Que la fuerza te acompañe.

Anoche cerré la puerta de la habitación y Ade y Vento durmieron cada uno en su sillón.
Me desperté, comimos y salimos a pasear. Noto que Vento solo hace pis donde hizo Ade, y si está despistado cuando ella hace entonces no encuentra lugar donde hacer. Ahí estoy yo como pelotuda diciéndole “Mira Vents! Mira lo que hace Adee” y la gente me mira. 
Todos preguntan “uuuu Qué le pasó?” 3 veces por cuadra explico el drama de los galgos, soy una charla ted móvil. La gente se solidariza mucho, he recibido donaciones de medicamentos, vendas con nitro, gasas y alimento. Esta semana debería ir llegándome todo pero no puedo más que agradecer el compromiso que tienen♡
Esta tarde ocurrieron dos cosas buenas.
1. Vento dormía en el sillón y yo me puse a jugar con Sharam. Lo cascaba en el culo como a él le gusta, le daba chirlos y le decia ese gato ese gato ese gato y Vento saltó del sillón, se paró arriba del otro sillón y empezó a oler al gato como si recién lo hubiera descubierto. Mi gato, muy genio, se dejó oler y no se resistió para nada. Desde entonces, los mira mucho más curioso, más despierto.
2.fuimos a la vete a cambiar los vendajes. Al tirarle el menjunje sobre la herida, antes de ayer ni se movía ni nos miraba. Hoy, sin embargo, se resistió un poco, se iba para atrás. Tiene un poco más de fuerzas, de energía. Y yo me agarro de estas pequeñas cositas para saber que día a día está un poco mejor.
Ahora estamos tirados en un sillón cama que tengo en el living, hace un año que no lo abría, sin embargo hoy, pasamos todo el dia vagueando acá. de no está celosa, Ade sabe, entiende y acompaña. Lo guía por la calle para que él sepa por donde ir, donde frenar y hasta donde hacer pis. Sin embargo, no lo mima, no lo busca, no lo huele ni lo incomoda. Incluso permite que la aparte de su propio plato y le coma su comida, me mira a mí y yo le digo: veni Ade, está enfermito.y entonces le preparo a ella en otro plato, porque sé que ella es sabia y me ayuda a cuidarlo.
Vento tiene fuerza, tiene garra, tiene un fuerte corazón. El agujero de su pecho no fue lo suficientemente profundo como para doblegarlo ni destruirlo, y me demuestra hora tras hora el gran perro que es.
Mirándolo, pienso que deberíamos aprender un poco a pedir ayuda, a saber recibirla, a no darnos por vencidos, a conservar nuestras energías cuando no podemos más. Mirándolo me siento bastante tranquila, es un perro que transmite paz.

Vento, día 4.



La cosa es que por algún motivo que esperamos que tenga que ver con la incomodidad de la herida y no con que es un mugrientito, Vento no levanta la pata para mear, sino que se agacha un poco como las hembras, dirigiendo el chorro entre sus patas delanteras. Muchas veces le emboca al hueco y algunas otras no, regando toda su pierna derecha. Muy agradable por cierto. 
Hoy en la vete dijeron que toda la herida se puede cubrir con dos pañitos de gasa con Nitro, y antes usábamos más, por lo que creemos que la herida está, al menos, un poco desinflamada. Le sacamos dos gusanillos muertos de adentro, son algo negros y bastante inmundos, pero verlos fue como ganar una batalla, incluso me atreví a insultarlos una buena cantidad de tiempo mientras yacían en las gasas.
Hoy pasamos todo el día tirados en la cama, todos. Vento no encuentra una posición cómoda, se mueve, se acuesta, se para, se vuelve a acomodar, no debe ser fácil tener ese cráter ahí, la verdad es que es un santo.
Cada vez que hace caca deja su peso en oro, se que el cambio de alimento le está limpiando el intestino, le gusta mucho revolver basura, acabo de venir de la calle y tuve que pelear con 3 bifes crudos y sus dientes. Obviamente gané, pero a fuerza de que mis dedos estén todos grasientos y resbaladizos. 

Vento me mira. 
La mira a Ade, intenta apoyar su cabeza en alguna parte de su cuerpo. Hoy besó dos veces a Sharam, en la cabeza y en el lomo.
Todavía no sonríe, es demasiado pronto. Pero me mira, me mira como contándome esas miles de cosas que quisiera entender pero que solo puedo imaginar; porque el mundo de los hombres ha sido cruel con todos, pero al menos yo pude luchar de igual a igual, y nadie me dejó tirada a que me agusanara.
Yo lo miro y trato de decirle en el idioma que tenemos en común, que ya no habrá un solo día en su vida en el que alguien no lo mire con amor. 
Lo dije en el idioma de las miradas, y pienso mantener mi promesa.

Vento, dia 5.


Espero que aquellos que sean impresionables no me odien. Juro que no hay morbo en estas fotos sino alegría por lo bien que va sanando esta herida.

Pasamos todo el día en la cama. Volví de una fiesta a las 7 de la mañana y Ade y Vento me esperaban felices y ansiosos.
Vento hace pis adentro, generalmente se aguanta pero si me voy varias horas o me acuesto a dormir, elige un lugar muy piola donde hacer: en el patiecito, al lado de la rejilla y las piedras de los gatos. Ni que supiera.
No le digo ni mu, saco la fregona y me pongo ahi como cenicienta mientras el me mira medio culposo. Es una buena noticia que haya elegido un lugar donde hacer, ya que si me voy 12 horas a trabajar, sé que no se va a estar aguantando como la naba de Ade. También es buena noticia que haya elegido el patiecito y no el piso de madera.
Cuestión que a las 7 de la mañana paseamos nuestra belleza por Monserrat, ante los ojos sorprendidos del diariero y otros personajes que gritaban “se agrandó la familiaa?”.
Dos de cada 10 personas me dicen algo al respecto de Ade y Vento. Muchos de ellos me preguntan si los llevo a correr. Algunos se llevaron unas buenas puteadas, otros no tanto.
Llaman la atención, son bellos, son buenos, se frenan apenas alguien los toca y ponen una cara de buenazos y agradecidos, que da gusto.
Me siento orgullosa de los perros que estamos cuidando, protegiendo y rescatando. Son perros nobles y me gustaría pensar que intentamos ser un poco como ellos.

Hoy limpié la herida en casa, cambiamos algunos métodos ya que el pervinox y el agua oxigenada matan las células nuevas y retrasan la cicatrizacion del tejido según me dijeron. Aproveché para sacar estas fotos y de paso con la pincita, tres malparidos gusanos negros, largos y desagradables. Cómo puede ser que se estuvieran comiendo a este perro hermoso? No lo sé, pero estoy feliz de verlos afuera y lejos de él.
Se dejó curar como un campeón y ahora se desmayó en el sillón.
Se le nota en seguida cuando quiere cambio de vendas porque se pone incómodo.
Seguimos aprendiendo este lenguaje no verbal.
Hoy recibi muchos besos en las manos, algunos miradas de amor y un ladrido enfurecido a un perro maldito de un vecino que se acercó con algún fin que lo hizo desconfiar.
Ladies and Gentleman, tenemos un guardián.

Ahora miramos la entrega de los oscars desde el sillón, a él se lo nota más bien interesado en que se lo acaricie constantemente, parece que el cine lo tiene sin cuidado.

Vento día 6.

Me fui, a las 6 de la mañana, culposa y angustiada, como toda azafata que deja hijos en casa. 
No he tenido niños pero sí la suerte de aprender a amar a los animales como hijos propios, mientras la cruel procastinación decide si algún día podré superar los miedos y buscar una familia humana.
En casa quedaron los 4, dormían sobre mi cama cuando me levanté, los desperté para darles comida y un paseo a las 5 am y cerré la puerta de la habitación para proteger mis sábanas de los líquidos de Vento. Trabé la puerta con una silla, Adela es conocida en Monserrat por abrir puertas fácilmente.
Al mediodía pasó mi mamá a verlos. Cansada está la pobre de venir a pasearla a Ade y que ella no quiera salir, parece ser que los paseos deben ser CONMIGO o CONMIGO desde hace unos meses y no hay persona que logre hacerla salir de la casa. Les puso la correa al cuello a los dos y a la calle. Ade paseó junto a Vento como si fuera lo más normal del mundo. ¿Acaso se siente más segura? Como sea, me emocionó saber que él nos está enseñando cosas a cambio de este hostel amoroso en el que se está hospedando.
Volví esta tarde. Abrí la puerta y Ade gritaba desde adentro como suele hacer cuando me extrañó. Pegó dos mil saltos en el palier mientras yo esperaba ver aparecer a Vents por la puerta del living. NADA DE ESO. El señor estaba bajando la escalera, todo rengo y adormecido, porque se había ido a dormir a la cama de arriba. Si será turro, sube y baja la escalera solo, con ese agujero en el pecho y no le importa nada.
Fuimos a la vete a cambiarle los vendajes. Yo llevo los insumos y ella no me cobra. Abrimos el vendaje viejo y no había gusanos. La herida estaba limpia y brillante y la notamos mucho mucho más chica. Sorprendentemente más chica. La vete dijo “acá hay piel nueva y este perro está de mejor humor, tiene mejor cara”
Fuimos muy felices. Ade, Vento y yo.
Nos preocupan unos pelones que tiene en el cuerpo, el pelo se le levanta en mechones apenas lo tocas. Es como si le arrancaras mechones enteros. Pensamos que puede ser algún hongo, pero lo vamos a estudiar la semana que viene para no bombardearlo con cosas.
Volvimos caminando a casa y su paso es bastante más firme.
Sigue husmeando las bolsas de basura pero ya responde a “Vento!” cosa que no es menor.
Se mea las patas de adelante, huele como el demonio y es, probablemente el perro más hermoso que yo he visto jamás.
Vento, día 8.




Anoche nos acostamos en la cama un ratito todos juntos.
Vento no encontraba posición, lloraba, se quejaba. Me miraba a los ojos con cara de “hacé algo”, lo abracé, le hablé, le prometí que ya se le iba a pasar. Se durmió.
Esta mañana las vendas estaban bastante arrancadas. Se estuvo chupando buena parte de la noche, así que al mediodía le cambié todo. Las vendas de farmacity resultaron un fiasco y valen el doble que las de mercado libre.
Vinieron algunas madrinas a visitarnos, nos trajeron donaciones de gente de twitter que se enganchó con la historia de Vento. El se portó como un duque y las mimó como si supiera.
Dormimos la siesta, paseamos, comimos… lo de todos los dias. Incluso se hecho un trotecito, entusiasmado atrás de Ade. Quiere ir rápido, se le nota, pero cuando arranca se da cuenta que no puede.
La herida ya no presenta gusanos pero tiene un color que no es tan bello como el de días anteriores: hay una parte que no me gusta nada. Mañana la analizaremos bien con la vete para ver qué está pasando, solo espero que siga irrigando bien y que no se necrose.
Ahora está acostado al lado mío, duerme, se despierta, se queja un poco, se da vuelta. Pero cada vez que abre los ojos, nosotros estamos acá y acá nos vamos a quedar.


Vento, día 9.





Cómo te das cuenta cuándo estás enamorado?
Oh, eso es cosa de jóvenes! Pasó hace tanto tiempo! Ya casi no recuerdo! 

No es mi caso. Me enamoro todos los días de cosas que, en otra época de mi vida, eran invisible a mis ojos. Creo que eso pasó cuando vi la foto de Vento con el pecho abierto. Cómo mirar hacia otro lado cuando uno encuentra un pecho abierto? 
Finalmente, vino a casa. Al principio, con un olor desagradablemente fuera de lo común, sucio, con algunas pulgas y una cara de triste incurable. Cerraba los ojos cuando levantabas un brazo o una mano, no respondía a ningún llamado y se paraba en todas las bolsas de basura de la calle.
Han pasado diez días y, para mi sorpresa, el pecho empieza a cerrar. Ayer encontramos otro gusanillo muerto al que miré a los ojos e insulté sin tapujos. Limpiamos con suero, analizamos el sector oscuro y vimos que era resto de curabichera y propóleo derretido. El color sigue siendo el ideal.
Comimos, paseamos, tomó el medicamento y recibió doble ración de mimos porque tenía 40 de fiebre. Es normal? Y sí, es normal. Está peleando un agujero importante. No tendrían fiebre ustedes?

Esta mañana era la décimo primera. Las vendas estaban secas, infiero que no sólo no se chupó sino que no está largando tanto líquido. No hay olor.
Decido llevarlos a la plaza, vamos sueltos los tres. Vento para en la esquina, me mira a los ojos, no revuelve la basura, no mira a otros perros, no se distrae con gatos. Sólo existo yo, y Ade (apenas).
Entramos a la plaza y su actitud cambia. Cierro la reja y se mantiene pegado a mis piernas mientras Ade sale disparada detrás de un bull terrier.
Vento me mira y llora.
Me siento en unas escaleras y me apoya todo el cuerpo, descansando sobre mí. Le insisto para que vaya al pasto, pero no quiere.
Se acerca un perro, Vento levanta la cabeza y levanta la cola completamente. Me sorprende su actitud; cualquiera que haya visto “lider de la manada” sabe lo que significa esa actitud.
El perro lo huele y le ladra y Vento saca unos dientes hasta ahora desconocidos y le deja bien en claro quién es.
Estaré herido, pero no soy un pelotudo. Parece decir.
Se vuelve a mi lado y empieza a lloriquear, no le gusta que Ade corra con el perro que le ladró. La mira llorando y no permite que ningún perro se acerque adonde estoy sentada yo: les gruñe. Deja de gruñir cuando digo “Basta Vents” y me regala la mirada dulce que practica todos los días.
Vamos a buscar a Ade, que corre destartalada con la lengua afuera, gastando a todos los perros de la plaza. Vento la sigue con la mirada fija y arranca detrás de ella. Corre 5 o 6 metros y vuelve rengueando, con cara lastimosa. Me arrodillo, lo beso y le digo al oído “Todavía no, mi amor”.

Salimos de la plaza los 3, volvemos a casa, enciendo el aire y nos tiramos los 5 a dormir una siesta. Escribo este hermoso día para que quede para siempre, para no olvidarlo, para que todos sepan, que todavía podemos enamorarnos… si tan solo nos tomáramos un minuto para ver esas pequeñas cosas que siempre estamos demasiado apurados para ver… los olores, las miradas, los pequeños aprendizajes.

Vento, día 11.

El sábado me fui de posta. 28, 1, 2 y 3. Llegué a Ezeiza y llovía así que demoré en ir a buscar a Ade y a Vento a la casa del genio de Mati, quien los cuida y pensiona cuando no estoy.
Habíamos hablado por mensaje y él me había adelantado que Vento mariconeaba por las noches: llora, se queja, quiere ir a la cama.
Cuando pasé a buscarlos estaban bien, contentos. Parece que tuvieron algunos problemas compartiendo el lugar para dormir ya que NO LO QUIEREN COMPARTIR. Compiten. Cada uno quiere garcar al otro, bueno, no es momento de enseñarle cosas a Vento sino de sanarlo, ya habrá tiempo de explicarle que debe ser generoso.
Volvieron tirados en el asiento de atrás, perfumando todo el auto con sus sudores y sus gases lacrimógenos. Llegamos a casa y subieron contentos la escalera. Vento camina rengueando apenitas, sube los escalones con rapidez y sin quejarse, pero una vez en casa, lloriquea por el sillón, por la comida y por los mimos: es un auténtico bebé caprichoso.
Saben? No he tenido hijos humanos, pero entiendo que ustedes las madres entiendan qué tipo de llanto es cada uno; el del hambre, el del sueño, el del capricho o el del dolor de panza. Yo reconozco el llanto te Vento cuando le molestan las vendas.
Así que lo cambié, por primera vez, sin ayuda.
Se quedó bastante quieto, pero no tanto como hubiese querido. 
Saqué las vendas viejas y… sorpresa! La herida es un chiste. En serio, no miento. La herida es tan chiquita y tan boba que me reí de ella, me burlé, le hice bullying, le saqué la lengua a las babas oscuras y a las tres gotitas de agüita rosada que caían, le hice fuck you a lo que parecía una pielcita de gusano, besé a Vento en el rostro, en la cabeza, en la trompa y le dije miraaaa miraaaa miraaaaaa ese agujero cagón Cómo se cierra! Y como todos los dias lo dejé lamerse una, dos, tres veces, no porque piense que esté bien; sino porque creo que es importante que él se reconozca, que sienta su propio cuerpo y que se de cuenta que cada vez que le saco las vendas, es un perro más sano, más fuerte y más ganador.
Y cada vez que caen las vendas está más cerca, de encontrar una familia para siempre.
Vento, día 15.

Además de dulces, dormilones, mimosos y narigones; Adela y Vento son concertistas.
Soprano y Tenor, respectivamente, deleitan al edificio a todas horas con sus cánticos y sus serenatas. El precursor parece ser Vento, sus llantos despiertan los cantos de Adela, logrando convocar las voces de un perrito de abajo y dos de arriba. Es como la noche de las narices frías, salvo que aquí nadie quiere arrancarles la piel para hacer tapados. Aquí lo que pasa es que la madre, en este caso vengo a ser yo, ha salido.
Ayer bajé a comprar algo al chino de enfrente, cuando llegué, una imorovisada reunión vecinal de 2 VECINOS se agolpaban en mi puerta, siendo sorpendidos criticándome.
CLARO, LA AZAFATA DEL 13. Soy perfecta para la crítica, no saludo a nadie, no voy a las reuniones, voy y vengo a cualquier hora y siempre estoy metiendo animales en mi casa, gatos sucios, perros medio podridos, y ahora ESTO! NO LO VAMOS A PERMITIR!
Me chupó un huevo, les dije que el perro está lastimado y que llora porque le duele, que si me tengo que ir a trabajar, me tengo que ir y entonces llora porque se siente mal. No pedí disculpas, solo lo llamé a Vento y lo dejé renguear adelante de sus miradas recriminadoras.
Lo siento, no puedo hacer nada al respecto por ahora. Y cerré mi puerta, una vez más.

Vento me mira con esos dos tarros de miel que tiene como ojos. Le pregunto: por qué lloras? Por qué la haces llorar a Ade? Yo salgo un ratito, no te voy a abandonar. Si estás en esta casa estás a salvo, no tengas miedo. Aprovechá para dormir, descansá. Tu vida de antes se terminó, no tenés que llorar más.
Y él me sigue mirando, como si entendiera todo pero no fuera capaz de dejar atrás lo que sea que le haya pasado.

Lo intentamos todo, pero las secuelas a veces son tan fuertes, que 5 años de amor no pueden con 5 meses de tortura. 
No importa, lo seguiremos intentando. Estoy segura de que Vento va a cerrar todos sus agujeros del corazón y que pronto va a saber que ahora es intocable.

Su herida del pecho está tan chica que parece un chiste. Ayer apareció otro gusano aplastado, tuve que escarbar con la pinza porque estaba muy adentro, su agujero está cerrándose tanto que casi no se puede ver adentro. Me da mucha satisfacción verlo, casi como si fuera algo hermoso, como la representación de un triunfo, como un trofeo, como algo muy genial.
Muestro las fotos de los agujeros de Vento en cumpleaños y en reuniones, todos quieren vomitar y yo me siento un ser de otro planeta intentando explicar que esa herida es un poema, que hay que valorar el cambio… todos miran hacia otro lado y me dicen que soy una asquerosa. Yo guardo el teléfono, como una fanática incomprendida; reservando esas fotos para otros locos enfermos y desquiciados como yo, que sepan apreciar el recorrido de cada nuevo centímetro de piel, de cada pelo nuevo, de cada mueca de felicidad en su rostro, de cada canción nocturna que el amoroso de Vento le regala al cielo por las noches.

Vento, día 17.

Breaking news.
Cuando volvió de la pensión, noté que Vento tenía una manchita de sangre en el vendaje del lado izquierdo del cuerpo. Cerca de la herida pero más arriba. Se la examiné un poco y decidí ponerle agua oxigenada, era como un cortecito: al día siguiente sangraba más. Cuando fui a limpiar encontré que la piel se rasgaba sola, al pasar la gasa, se abrió como una tela podrida. Empecé a ponerle curabichera por las dudas.
Siguió sangrando, él se intenta rascar con la pata de atrás.
Lo cambié de nuevo ayer y recién, después de subirles la foto de anoche, volví a abrir todas las vendas y examinar.
La herida sigue cerrando, claro está. Al sacar.la venda encuentro un gusano bastante gordito pero muerto, pegado a ella.
Al mirar la herida de costado, empiezo a escarbar con la pinza y saco dos gusanos.
Los hijos de re mil putas están saliendo por donde pueden, los estará matando el antibiótico y empiezan a romperlo todo para salir, cuando se asoman, ya están muertos.
Todos los dias lo limpio, lo escarbo, le tiro curabichera y le doy el antibiótico, pero es probable que Vents tenga gusanos vivos por dentro.
No tienen idea el odio que me da pensar en eso.
Mañana iremos a la veterinaria a ver si cambiamos el remedio o el plan de acción.
Les dejo fotos, los impresionables no las vean.


Hoy es el día 17 de Vento en casa.Por momentos tiene fiebre, llora sin aparente motivo, no puede dormir, no encuentra posición cómoda. Por momentos nos mira con amor, a Ade, a los gatos, a mí. Toda la casa parece estar hecha a su medida, hecha para él.
Si Vento ya encontró su hogar definitivo? No lo sé.
Hoy se está curando, hoy recién está empezando su curación. La herida puede estar a la mitad pero todavía falta saber si no tiene cientos de gusanos caminando por dentro. No hay apuro para Vento, él puede quedarse todo lo que necesite, nadie lo va a sacar a la fuerza de acá.
Hoy sigue siendo un tránsito, hoy somos su familia adoptiva, hoy lo estamos cuidando para que sea más fuerte y más bello y para enseñarle que esto que le pasó no le va a pasar nunca más.
Y mañana veremos cuál será el hogar definitivo de Vento, veremos qué es lo mejor para su corazón y para el nuestro.
Porque en el amor no hace falta apurarse, no hace falta decir mucho, no hace falta falta aclarar. Solo alcanza mirarse a los ojos y disfrutar de lo que se siente; porque lo que sucede, conviene.

                                                                                                                Seo ©