Seguro me merezco todas estas cosas malas.
Algo debo haber hecho muy mal. Me equivoqué, la cagué, no puedo, no sé hacerlo, siempre me sale mal.
El libro del secreto me lo paso por la raya bien del culo. Acá estamos para escribir el libro del anti secreto, vamos a atraer todos los males, vamos a llamarnos perdedores, idiotas, incapaces, vamos a imantar la energía del fracaso.
Nos vamos a licenciar en fracasar.
Y haremos de eso un arte, haremos como el Rey Midas y todo lo que toquemos será un gran y enorme hermoso fracaso, con todas nuestras usuales luces de colores, y nuestros 22 seguidores; con las canciones que gastamos de tanto escuchar siendo la banda sonora original que haga sangrar sus oídos, los oídos de los grandes triunfadores: los que saben lo que quieren y cómo lograrlo, los que jamás se equivocan y son amados por todos y aquellos genios que poseen poderes para jamás sufrir ni hacer llorar al otro y a quienes nadie se les muere jamás.
A nosotros se nos mueren todos.
Nos cansamos de ir a velorios, vamos a tantos que nos hacen descuento por mayor. Ya conocemos las salas, los coches, el gusto del café. Ya no le tenemos alergia a esas coronas inmundas que mandan los que no pudieron ir, porque estaban ocupados triunfando, viviendo su vida de vivos, de genios, de gente bien.
Y nosotros nos sentamos en el living a mirarnos las caras.
No nos recordamos unos a otros que hemos fracasado, simplemente nos quedamos haciéndonos compañía en silencio y dejamos que él sea el que nos lo recuerde. Mientras tanto, le pegan los ojos al muerto, y yo que no tomo café, tomo café.
Y LO QUE ES PEOR, ME HAGO LA QUE ME GUSTA.
Nah, nah, nah, no me abracés. No me consolés.
Acá estamos todos en ésta, así que no me vas a venir con mariconeadas para hacerme poner mal.
Acá, salvo los de las coronas, estamos todos meados por el oso polar mendocino. No jodamos. Andá a abrazar a la tía, andá.
Me siento en la cama después del vuelo. Enciendo el aire, me tapo. Tomo del vasito de vermouth de rayitas que contiene coca light. Pienso que debería traer la compu y armar un poco el libro. Muero de ganas: si, lo voy a hacer. Pasan 20 minutos, sigo leyendo como todos ustedes saludan al año nuevo como si fuera un ser, como si no fueran ustedes los culpables de que haya sido una mierda, como si fuera a cambiar todo por el sólo hecho de que el contador vuelva a cero una vez más. Cuando el contador se pone en cero faltan dos semanas para mi cumpleaños, la fecha que más me gusta del año porque hay fiesta, y las fiestas son lo mejor.
Media hora de pensar en nada, no logro moverme hacia el living y traer la pc.
Algo me frena.
Algo me dice que no escriba, que no lo haga, que me quede quieta, tapada, así, toda inútil, toda tarada, toda emo.
Decido hacerle caso a las fuerzas del mal que me aconsejan tan bien.
Me quedo quieta, en silencio. Observando el milagro de la presurización en mi barriga biafrosa hinchada.
Tomo más coca, nunca es suficiente.
Pasan 40 minutos. Qué silencio.
Qué soledad.
Qué cantidad de muertos por todos lados.
Mi perra no está, se ha ido con su padre adoptivamente biológico.
Odio que no esté.
Todo es muy emo en verano, odio el calor. Sudar. Tener que estar bronceada. Ay. Tener que usar polleritas, que te miren las tetas. Los odio a todos.
Deberia buscar la pc y hacer mi mundo un lugar mejor.
Hoy no vuelo, no estoy de guardia, puedo embriagarme ya, gracias pero ahora ya no tengo ganas. Por supuesto. Ahora estoy cansada y presurizada. Y los odio a todos porque es verano, porque todos quieren ser felices y festejar en verano. Quieren playa, jugar con pelotas, subirse a un jeep y ser una publicidad de algo copado.
Y yo soy como la Blancanieves Zombie, la que vuelve de la muerte pero le come el cerebro al príncipe y se queda a vivir en la cabaña con los 7 galgos, los zorros, los ciervos, y los pájaros que le ayudan a hacer las camas.
Soy la Cenicienta a la que le crece el pie después de las 12 y nunca le entra el zapato, viendo como el forro hijo de puta del príncipe se casa con la conchuda que la cagó a palazos hasta ayer y le hizo limpiar su mierda.
Soy una Rapunzel con demodexia, pelada, sarnosa y brotada. Soy una Bella Durmiente a la que nadie despertará jamás.
Me he licenciado en fracasar y pienso en esa rama, brillar.
Fracasaré con todas las letras, me hundiré en lo más oscuro del pozo de agua de La Llamada y me quedaré mirando a los ojos a Samara, gritando de horror donde nadie pueda oírme, dónde sólo mis muertos se acuerden de mí.
¿Qué es toda esta oscuridad? Dirá usted mientras lee estas letras.
Esta oscuridad SEÑOR, es parte de la vida que usted está viviendo, esto es lo que usted barre bajo la alfombra, ésta es la razón por la que sus chicos no duermen de noche, éste es el motivo por el cuál el mundo es cómo es, éste es el equilibrio cósmico: por cada pelotudo importante hay un cerebro brillante, y por cada uno como vos, hay una como yo.
Este es el mundo que vos no podes ver.
Te lo presento: es el mundo de los invisibles.
He nacido en él y me muevo en la oscuridad como todos ustedes se mueven en el chino de su barrio. Yo ya sé dónde está la mayonesa en mi góndola, me la conozco de memoria, no me hace falta ir a buscar, ni preguntar, ni volver a pasar… porque esta no es cualquier oscuridad, esta es MI oscuridad, y la llevo perfeccionando año tras año, en todas las fiestas, en todos los veranos, en cada entierro, en cada casamiento, en cada cumpleaños.
Soy la profesional de mi fracaso. Soy la mejor en lo que hago.
Arruinar mi propia vida es MI especialidad.
Escribirlo es MI elección, MI vocación.
Pero que ustedes lo hayan leído, eso sí que no tiene explicación.
Hace casi un año creí que no vería a los sujetos por un largo tiempo.
Pero han estado visitándome de tanto en tanto, dejando sus pisadas de talco, escondiendo mis buenas voluntades, robándome mis orgasmos.
Me han ido secando, adormeciendo, aburriendo.
Pero los muy cristianos hijos de puta, han llegado con el nuevo año; han llegado con la lluvia pero no me han traído el viento.
Se siente pesado el aire, se siente viciado, se siente como si no hubiera nadie.
Abro los ojos en mi casa y miro a mi alrededor.
Nadie.
Pero están ahí, donde no los veo, donde ni siquiera los siento, donde no comprendo.
Están aquí a mi lado, con los diplomas firmados, sellados, certificados.
Han venido a licenciarme en mi fracaso, a hundirme en silencio, a recordarme lo malo. Han venido a traerme pensamientos que no son míos, a que me crea que no sirvo, que no existo, que no alcanzo.
Y yo estiro mi mano e intento tocarlos, bellos invisibles, sabios, malditos, malditos, malditos.
Morderían mi mano si tuvieses dientes. Lo sé.
Pero no los tienen, así como tampoco tienen manos, ni ojos, ni boca, ni piernas, ni brazos.
Ustedes no pueden escribir las letras, no pueden tocar los cuerpos, mirar el pasto, besar otra boca ni correr hacia ningún lado.
Ustedes sólo pueden aparecerse en este estúpido lugar, delante de esta Blancanieves Zombie agonizante y recordarle todas esas cosas que no será capaz de lograr.
Me sonrío de costado, malditos superyoicos, me sonrío de costado y escucho la lluvia que han traído, sus relámpagos, sus truenos, TODO su espectáculo.
Vayan, queridos, vayan, dejen el diploma por ahí arriba y vayan.
Déjenme con mis muertos, mis galgos, mis zorros, mis ciervos. Déjenme con ésta lluvia y éste trueno. Déjenme con estas manos, estos ojos, estos dedos.
Y pronto, de todo esto, saldrá lo peor de mí. Lo que barremos debajo de la alfombra, lo que tiramos a los pozos, lo que le ocultamos a nuestros niños. Pronto, de este mundo oscuro y de todos los entierros, saldrá a la luz el más bello de todos los cuentos.
Y usted se preguntará ¿Por qué leerlo? Y yo me preguntaré ¿Por qué escribirlo? Pero será tarde porque yo ya lo habré escrito, y usted lo estará leyendo, y los invisibles en su mundo eterno, se revolcarán en sus talcos y sus silencios, porque incluso los perdedores podemos ser bellos e incluso los ganadores pueden reconocerlo
Perdemos porque intentamos, porque la realidad como se muestra no nos alcanza y nos obligamos a salir a doblegar imperios sin habernos conquistado ni siquiera a nosotros mismos.
Yo pertenezco también al mundo de los invisibles, sabés?. Y acá siempre se pierde, siempre se está solo, siempre se odia, se calla y se llora. Es el precio de la pertenencia a un lugar ingrato pero especial, al que cínicamente se llega a querer; quizá por conformismo, para no admitir que la invisibilidad es un fracaso más.
Casualmente, exactas dos semanas después de que el contador se reinicia, también es mi cumpleaños. Y en ese día brindaré a tu salud y a la de este mundo invisible, oscuro, que sin duda es la fuente y motivación de tu maravilloso talento de canalizar sentimientos en letras.
Los muertos que gozan de buena salud y están más vivos que los vivos. NW
La vida te da la mochila que sabe que podés cargar.
Por otro lado uno fracasa cuando quiere fracasar. Pero nunca es tarde para dejar de hacerlo.