La gente le tiene miedo a volar, y yo no lo entiendo.
Fui criada para tener la mente abierta y poder ponerme en el lugar del otro, considero que el trabajo salió bastante bien; puedo ser empática y comprensiva… pero hay algunos misterios de la vida que no entiendo.
El miedo a volar, no lo entiendo.
Les explicamos que el avión es una máquina perfecta, que los pilotos están preparadísimos, que la ruta està excelente, les hablamos de las estadísticas, de los reportes que dicen que viajar en avión es mucho más seguro que viajar en auto, les preguntamos si chocaron alguna vez y les hacemos entender que aún así siguen viajando en auto, colectivo, tren…
Pero, aún así, se persignan, suben aferrados a las carteras y los bolsos como un nene a un osito, se agarran a los apoyabrazos hasta casi arrancarlos del lugar, se ponen el cinturón nerviosos en el embarque, llaman llorando a los familiares despidiéndose como si les hablaran por última vez, besan las fotos, tiemblan, rezan, sufren…
Y yo me acerco e intento que el hada que habita en mi, se meta por sus ojos y les trasmita algo de paz.
No entiendo su miedo, intento estar en su lugar pero, no puedo.
¿Cómo enseñarles que el cielo es el lugar más hermoso del mundo?
¿Cómo recordarles que son ellos los que usan la expresión “entre nubes” cuando están contentos?
¿Cómo explicarles que, acá, estamos a salvo de todo?
Eso es lo que siento, eso es lo que busco cuando miro por la ventana en cada despegue nocturno y me llevo las diez mil lucecitas pegadas en la retina; eso es lo que respiro cuando me acuerdo dónde estoy.
Y me preguntan… ¿y si pasa algo? Algo como qué…? Como estrellarnos? Como morirnos?
¿Por qué tendrías miedo a morir?
Entonces la conversación se pone mucho más profunda, porque ya no se trata del avión, ni de la altura, ni de caer en el Amazonas. Se trata de morir, y el asunto es que, no solo vamos a morir todos, sino que, nos puede pasar en cualquier momento.
Aclaro que yo no soy una intrépida. Yo tengo vértigo, sí. A mí no me gusta el ala delta ni el ni el paracaídas, no me gusta el puenting, ni el rafting ni el bangee. Nada de eso.
A mí lo que me gusta es volar. No me gusta la velocidad ni el viento en la cara, no me gusta subirme a un edificio de 10 pisos y asomarme al balcón.
Me gusta volar. Sin sentir los efectos de la caída libre ni una pelota en el estómago diciéndome que se me va a parar el corazón.
Volar.
Como las hadas.
Y recorro la cabina viendo los rostros aterrorizados, las parejas que se agarran de las manos transpiradas y miran al cielo, (el techo del avión) como si Dios estuviese más arriba aún, no señora, Dios no está más arriba, mire por la ventana, fíjese dónde está, DISFRUTE, pero la señora sale corriendo al baño porque se caga encima.
Y así, todo el vuelo.
Y por favor que no haya turbulencia! Por favor! Nada de aire claro, vientos cruzados… porque… ay los gritos!
En la oscuridad, con los ojos cerrados… trato de ponerme en el lugar de ellos, trato de pensar cómo sería tener miedo a morir…
De espaldas al cockpit, atada.
Repiro profundo, sentada.
Apoyo las palmas de mis manos sobre la falda, con la espalda derecha, relajada.
Mantengo los ojos cerrados, pienso en las puertas, concentrada.
Abro los ojos, sin mover la cabeza, siento el piso.
Aterriz hada.
ayyy como te qquiero hadita! estoy segura que con tu luz, iluminas a esos desquiciados del avion! y les haces mas superable su miedo :)Nati
Empecé por los primeros posts para leer los que nunca había leído y se me terminaron muy rápido. Por la misma época pero 30000 pies más abajo, yo también arrancaba un laburo y ahí descubrí FBO.
Ni siquiera había volado, je.
Cada vez que me estoy por subir a un vuelo, como si fuera una especie de mantra, o una costumbre religiosa, entro al fbo, exactamente a este posteo y lo leo, lo releo, creo que en promedio seran 3 veces, una antes de viajar, una en el aeropuerto y una vez mas ni bien subo al avion.
Gracias V por la paz que transmitis acá.