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IDLE

(Pinche)

Vengo perdiendo altura.
Me están disparando desde hace tiempo.
Todavía tengo algunos recursos, algunas maniobras, algún plan.
Pero vengo perdiendo altura, vengo volando bajo, vengo bastante mal.
Todos los días, todos, intento ser una persona de bien.
Todas las mañanas intento madrugar, comer sano, bañarme, salir a caminar, trabajar, amar a mi familia, comer con amigos, coger lo normal y acariciar un animal.
Todas las tardes intento hacer listas con los médicos que debo visitar, recordar mandar a arreglar los electrodomésticos rotos y donar toda esa ropa que ya no uso más.
Todas las noches intento mirar alguna peli, divertirme con lo que todo el mundo, apreciar un buen cielo y un helado, usar pijama, cambiar las sábanas, lavarme los dientes, soñar.
Intento pagar las cuentas, llorar con las comedias románticas, reírme con las ocurrencias de la radio, pintar mis uñas, irme a depilar.
Intento cocinar para amigos, tomar 3 litros de agua, planchar el uniforme, planear un briefing, taparme la nariz al estornudar.
Mantener mi altura crucero, sonreírle a la adversidad, poner la otra mejilla, tragar, callar, soportar.
Jugar este juego perfecto, ser una ciudadana ideal.
Pero vengo perdiendo altura.
Y así no se puede volar.
Hace unos meses que estoy distraída, desganada, desahuciada.
Vengo perdiendo,
vengo perdida,
vengo fatal.
Empiezo a pensar en la posibilidad
de que nada me pueda salvar,
ni lo que ustedes piensen de mí
ni lo que yo me pueda callar.
Ni transar con sus bellas reglas,
ni intentar olvidar.
Y entonces se escucha de lejos
el ruido férreo de las cadenas
el puente subir,
la puerta cerrar
y del lado de adentro queda
todo lo que es necesidad.
Camino por esta casa
buscando aliados,
buscando objetos,
buscando mi realidad,
pero
no se escuchan ruidos,
no se mueve nada,
porque no hay nadie más.
Entonces me puedo levantar
a la hora de merendar
y tomar Coca en ayunas
y caminar en medias
y puedo acariciar
a todos estos seres,
los que están
y los que no están.
Y meter perros y gatos
que no tengan amo ni hogar
por los pasadizos secretos,
y cocinarles arroz,
taparlos con mantas
y llorar con la música para las abejas
y no olvidar,
ni cambiarme la ropa,
ni salir jamás,
ni abastecerme de objetos,
ni cultivar los vínculos,
ni dejarme ganar,
ni tampoco ganar,
ni siquiera perder,
ni tampoco poder.
Caimanes nadan alrededor de mi mansión,
comen lo que les tiro desde la torre,
mi prisión.
Se comen los discos de Arjona
y las piedras sucias de los gatos;
se comen las pilas gastadas,
las bombitas quemadas,
se comen los envases de Coca
que no son retornables
y se comen a algunos padres
y a los invisibles.
Se comen los miedos
y las crew briefings viejas;
se comen todo,
menos la música para las abejas,
y eructan burbujas
y eructan perfume,
eructan amor.
Mis setecientos perros y yo
hemos decidido parar.
Algunos gatos se adhieren al paro,
otros no.
No los juzgamos.
Allá ellos,
qué sé yo.
Cociné mil kilos de arroz y estamos comiendo. Planificamos qué es lo que vamos a hacer.
Porque venimos perdiendo altura, les digo yo.
Todos estamos de acuerdo, brindamos con mucho alcohol.
Perros y gatos borrachos,
fiesta,
se corren,
yo me quedo dormida,
me despierto al otro día,
descontrol.
Nadie trabaja en la mansión,
nos hemos quedado sin comida,
sin pilas ni bombitas,
sin medias sucias,
ni libros feos del licenciado Rolón
con los cuales alimentar
a mi caimán pelotón,
así que ellos trepan las paredes
se han organizado y nos quieren comer,
claramente, le digo a los perros
estos nos van a comer.
Los gatos se vuelven locos,
los perros quieren luchar
y yo que estoy tan cansada
y vengo perdiendo altura
quiero descansar,
y que nos coman de una vez a todos
y se coman la casa
y el puente
y el cielo
que se coman
la altura
y el crucero,
que se coman al copiloto, que se coman al capitán
que se coman el tobogán balsa,
que se coman la puerta de atrás.
Yo vengo perdiendo altura,
y sé cómo va a terminar todo,
por eso no me va a importar
si se comen la sala de briefing
o a los ejecutivos de turno
si vomitan en la camioneta
si mean escaleras
si cagan mangas,
si destrozan todo el hangar.
Tirada en mi cama,
veo la revolución
los perros y los gatos tiran ollas con aceite.
Los caimanes lloran,
se queman, sufren,
se cagan en dios.
Yo sigo perdiendo altura,
y se acerca el final.
Perros y gatos ganan la batalla,
nos hemos quedado sin ningún caimán.
Las puertas están despejadas,
desprotegidas,
se escuchan las cadenas,
el puente, la puerta,
el motor que está por llegar.
Perros y gatos festejan,
salen al parque
aúllan en la calle,
no paran de bailar.
Me levanto de la cama,
me duele la espalda,
por no caminar
en doscientos siglos y medio,
me pongo las medias
y el pañuelo en el cuello.
Atravieso el puente con mi carry vacío,
no voy a ningún lugar.
Los perros y los gatos me saludan
y me gruñen,
otros lloran.
Saben que no volveré jamás.
Piso cocodrilos,
piso un suelo podrido,
piso mi pasado y mi futuro,
piso todo lo que he sido.
Subo la escalera
del Father Sierra Juliet.
Lo saludo en mi religión,
lo toco y le digo qué hacés, querido.
Guardo el carry
y sin detenerme a chequear,
me encierro en el baño a llorar
sosteniendo en mi mano un ticket,
vuelo ferry sin regreso.
Una crew de invisibles
me hacen un servicio
fúnebre
y lúgubre
y vemos una de Tim Burton
y se ríen en los galleys
y me apagan todas las luces
mientras el capitán invisible
se mete en la tormenta
a propósito
para darme miedo
y veo los relámpagos por las ventanas
y escucho las gotas caer
y el fuselaje luchar
y los planos doblarse,
las turbinas cansarse,
la nariz bajar.
Vengo perdiendo altura.
Lo vengo diciendo
y nadie me escucha,
qué gran pérdida,
ahora dirán.
Entonces recuerdo todas esas cosas hermosas, todo lo que quería lograr, todo lo que había planeado, ser una ciudadana ideal. Recuerdo mis listas de chequeo, las tareas pendientes, los papeles por firmar; recuerdo los juicios y los valores, los modales, las apariencias, las cortesías, la simpatía, la falsedad.
Se escucha una alarma en el cockpit,
los invisibles luchan por aterrizar.
Recuerdo haber creado una vida,
haber planificado cosas
recuerdo haber fallado
y haber vuelto a empezar.
FIVE HUNDRED.
Recuerdo haber llorado noches enteras,
recuerdo haber pisado sitios que jamás quise pisar.
Recuerdo haber entendido que todo esto
no es más que una puta enfermedad.
FOUR HUNDRED.
Recuerdo no saber qué hacer conmigo misma,
el curso en la calle Sarmiento,
la entrevista en calle Libertad.
Recuerdo haber llorado en un Jumbo,
sabiendo que algo había cambiado,
pero sin saber qué esperar.
THREE HUNDRED.
Recuerdo mil caras nuevas
y las historias contadas
a todas horas del día
sentados en jumpseats,
mirando el cielo,
la ventanita redonda,
olvidándonos del lugar
sin tener consciencia del espacio,
de la altura,
de la nada que nos rodea
ni de que la mayoría del tiempo
flotamos en ningún lugar.
TWO HUNDRED.
Vengo perdiendo altura.
Sé que esto se va a acabar,
tengo la nariz abajo y el tren arriba,
hay algo que va demasiado mal.
Los invisibles desaparecen,
abandonan sus puestos,
no me quieren ayudar.
Soy responsable de las puertas, de las ventanas,
soy responsable de los destrozos,
y de la pérdida de altura.
ONE HUNDRED.
Cierro los ojos con fuerza,
me visitan perros, gatos y un caimán.
Sé que cuando esto toque tierra,
todo va a explotar.
En la oscuridad de la cabina
veo todo pasar
le guiño el ojo a la Bamba de la fila uno
y le digo a mi viejo que estuvo bueno igual,
le tomo la mano a mi compañero de viaje,
miro sus bellos ojos al pasar,
y cuando todo se evapora en el aire
entiendo que esto no se puede evitar.
Estoy sola a cien pies del piso,
perdí altura, demasiada altura,
y no se puede levantar.
Me agarro con fuerza al asiento,
aprieto los dientes,
no quiero escuchar,
respiro profundo y me congelo
RETARD, RETARD, RETARD.

 

nuclear-explosion
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BOOOOOOOM

Y de pronto decido bañarme, me sacó la ropa, enciendo la luz del baño, abro la canilla de la ducha y escuchó una explosión. ¡¡¡¡¡BOOOOOOOM!!!!!!

¿Bomba nuclear mendocina?
Nah.
Se prendió el calefón.
(Aguante el Premium Tower y las diez mil emociones que provoca)
Young woman wearing black eye make-up, crying, close-up
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El Triple Santiago

Lo que estoy a punto de contarles está basado en una historia real.
Ningún tripulante de cabina fue herido durante la duración del vuelo, pero (casi) todos resultaron seriamente dañados psicológicamente.
Decir estas tres palabras en simultáneo, en la misma oración, una detrás de otra, es cosa severa.
El triple Santiago es el Candyman de los vuelos, lo ves en el rol, lo repetís en voz alta, y estás listo.
Ya no hay como escapar.
El triple Santiago no se cancela jamás.

Este vuelo ocurre a la vuelta de una posta.
De la posta no quiero hablar, no me gusta hablar de mi vida personal, esta entrevista la doy para hablar de mi carrera, por favor, respeten mi decisión o si no me voy a querer ir.

Me acosté  a las 12 con toda la onda de dormirme, pero como dormí la siesta, no me dormí.
A las 2 estaba con los ojos como dos botones y recién cerca de las 3 entré al mundo de los sueños.
A las 5 sonó el despertador. Me bañé/me cambié/bajé.
Abajo había JUGO DE TORONJA y SANGUCHES DE PASTRON. Listo, gracias. Me voy en ayunas, dejá.
Me subo a la camioneta, van a los pedos, no sé por qué. Schumi les está ganando a todos, su especialidad son las curvas. Se me revuelve el guiso, llego arruinada y dormida, entro al aeropuerto, despacho la valija ( me odian en el check in, puedo advertirlo por un culo que se dibuja en su cara y por como en vez de salir palabras salen pedos).
Sala de briefing: jugar a impecabilidad. Salimos más cansados que antes de tanto aparentar.

Llegada al avión? qué se yo a las 6 de la mañana.
Embarcan diez mil millones de personas que tienen aliento al más allá.
Nadie entiende nada, uno sale con auriculares, el otro con documentación, el otro con cupones de DF, la máquina no funciona, la jefa nos mira con ojito de odio a través del mamparo, se sale de la vaina por cagarnos a pedos telepáticamente. Nosotros estamos idiotas, nadie sabe qué es lo que está haciendo mal, porque la verdad es que nadie sabe bien qué es lo que está haciendo. El primer tramo es un gol. Sale de puro pedo, porque como los pax están dormidos tampoco entienden nada, comen un poco, duermen mucho y lo único que quieren es que nos callemos, que dejemos de pasar con los carros y que les apaguemos la luz.
La jefa está adelante con sus cosas de vip, no rompe las bolas, pero nos espía igual. ( me doy cuenta)

Llegamos a Buenos Aires.
En ese preciso momento, uno enciende el teléfono mientras cincuenta mil personas salen del estadio de river del recital de Roger Waters y se meten todas adentro del avión, a cambiarte los carros de comida, pasar la aspiradora, limpiar los baños, traer auriculares limpios, cambiar las mantas, buscar cosas perdidas y gritar. Las dos puertas se abren y entra un viento que me deja el rodete en la recalcada concha de la lora, un buen samaritano me rompe las medias al pasar, y yo odio al universo. Llevamos en traslado 73 carros de duty free con distintos números de DNI y destinos y hay que firmar un sinfin de planillas que no estoy segura que estén bien. Trato de mirar los sellitos y de verificar los números. Por SUERTE el resto de los carros están adelante, así que saltando la aspiradora, pisando las bolsas, las cabezas de las personas que luchan por pasar asiento por asiento para lograr pasar la pantalla y llegar al último monstruo para finalmente, bajar… Lo consigo; llego al galley delantero, es una creamfields.
La jefa se está morfando los restos de quesos y panes varios y tiene la mesada como si fuera el hotel Alvear.
La miro con odio, le robo un queso y controlo los papeles.
Claro, el chabón de duty free ya se bajó.
Chau pibe gracias.

De pronto en 22 segundos embarcan embarcan embarcan!
Vamos full.
Mucha gente va en tránsito a Miami. Eso es lo único que voy a decir al respecto de nuestros pax.

Esta vez, con un poco más de conciencia, se entregan las cosas en el momento correcto, con una coordinación mejor pero con menos paciencia.
Mi media rota y una bolsa de pedos que me traje de Santiago me están haciendo el día un poco largo.
Un pasajero se queja de que no le funciona el audio. No hay asientos libres para cambiarlo de lugar.
Alguien pide una almohada. No hay señora disculpe. Pero la señora se enoja y recuerda el precio del pasaje, así que voy adelante y le pido a la jefa si me da una de adelante, ya que no tiene la cabina full. La señora jefa en vez de decirme simplemente que no y dejarme continuar con el embarque, me recuerda una parte importantísima ( y larga) del manual y, finalmente, me libera diciéndome que no.
Voy y le digo a la señora que me disculpe pero que no tengo más.
Me putea en arameo.
El servicio sale bien, todos desayunan rico y nos devuelven la basurita listos para el siestín.
Yo tengo ácido en los ojos, necesito dormir.  Mientras nosotros estamos explotando los carros en el galley y bañados de sudor y néctar de manzana dulce, vaciando los vasos, ordenando las cafeteras, se caen nuestros sacos, se vuelca el hielo, los pasajeros nos miran desde la cola del baño, un TC bruto les cierra la cortina en la cara como si fuera la puerta de una limo a la que no pueden pasar. Nos llama la jefa para saber si vamos a salir con el duty o si apaga las luces. Salimos con el duty, la jefa no tiene ningún interés en ayudarnos por más que tiene un pasajero solo, debe estar en este momento tomándose un café con la revista gente y con el culo apoyado en las 11 almohadas sobrantes que no me quiso prestar.
El carro del duty baila por la cabina, oscilando entre las filas de emergencia, hacia atrás y hacia delante, dejando pasar a la gente que quiere pasar al baño y que vuelve del baño. Ponen los carteles, vamos al galley, volvemos a la salida de emergencia porque viene una señora con un bebé, la dejamos pasar, volvemos hacia atrás, se para una señora, señora sientese que estamos con carteles, y entonces ustedes que hacen con ese carro si estamos con carteles ( cara de ofendida), es que estamos tratando de pasar, y sacan los carteles y entonces volvemos para atrás, pero se paran 5 personas en distintas filas y esto es algo de nunca acabar.

SEÑOR TRIPULANTE: USTED NO PUEDE PROHIBIRLE A UN PASAJERO QUE VAYA AL BAÑO.
(sé que si pudiera, lo haría)
Así que cuando estoy por terminar la primera de las ventas anticipadas que tenía, el capitán dice que estamos en la cordillera, a mí no me importa nada porque soy el as de las turbulencias, las cordilleras y las ventas de duty free, así que me quedo en el medio de la cabina y le digo a mi compañera con cara de heroína que se sacrifica por la humanidad “Vos andá, me quedo yo”. La conchuda se queda y terminamos la venta.
De pronto la cabecita archienemiga de la jefa se asoma entre la cortina y el mamparo. Llego a divisar como le tiembla el ojo y la adivino dirigir su mano furiosa hacia el interphone… en menos de tres segundos suena el inter de atrás.
Me río de Janeiro y le dijo a la conchuda, “Mejor vamos para atrás”.
Los pasajeros que tenían compras pendientes nos dejan muchos besotes y nos vamos a sentar.
Cierro el duty mientras un compañero que es un bombón, me acerca un vaso de agua caliente y un omelette verde, frío, walking dead.
Dejá flaco gracias, sos un amor, pero si rechacé la toronja y el pastrón, te podés meter el omelette verde bien en el culo, no sabés que hay que calentarlo menos tiempo? NO LEISTE LA CIRCULAR QUE SE LLAMABA CALENTAMIENTO CORRECTO DEL OMELETTE!!!?? NO VES QUE SOS UN INUTIL; A VER DECIME DE QUE CURSO SOS? !!??

ommm.
CRM CRM.
(o CMR? siempre me lo confundo con la tarjeta de Falabella)

Aterrizamos en Santiago.
Me meto en el baño, me golpea una señora que quiere entrar a limpiar.
Ay señora si no me deja tirarme estos pedos de una buena vez le juro que me pido la guardia, deje de golpear, vaya a limpiar el otro que acá estoy haciendo malabares por no mearme la pierna la puta que la parió.
Siguen golpeando.
Se escucha “Hay alguien o está trabado?” Y antes de que pueda contestar, miro con ojos de terror como la traba ROJA pasa a VERDE y están a punto de verme en mi posición menos deseada. Pego un alarido onda SPARTA y la señora vuelve a trabar.
De verdad, hay alguien que pueda cagar en el avión¡?? No sé cómo lo hacen. Yo no puedo ni mear sin que me abran la puerta.

Otra vez se llena el avión de Creamfields y River Plates, yo me abstraigo de todo tapándome las ojeras y pensando que cuando llegue me voy a dormir sin sacarme ni los tacos.
Terminan y se bajan.
Quedamos en paz, ya están por embarcar.
Un señor me hace una seña desde abajo de la escalera, sonríe mientras sube y me dice que se viene a llevar servicios porque hay 3 de más. 3. TRES, tres, TRES, 3, TRES, de más.
El tipo vino caminando desde donde Cristo perdió las chanclas por 3 TRES muffins de zanahoria.
Jodeme.
Jodeme que es verdad.
Entonces me dan ganas de pelearlo y le digo que no se los lleve, que si sube alguna mamá con su bebé, o se me cae un muffin al piso, no tengo nada más para ofrecer. El, en seguida, me imagina como una gorda valor, comiéndome todo lo sobrante encerrada en el baño, babeando zanahoria por las axilas, diciendo “my precious my precious” mientras tiro pedacitos al aire y revoleo la cabeza como los gorriones.
No señor, no me los quiero comer, usted se cree que me llamo MuffinGirl, no señor no, lo que quiero es tener una opción, tener alternativa si alguien me pide algo, por favor, un poco de criterio, un poco de razón! El señor llama por handy al jefe y le dice que me resisto a devolverle los 3 muffins.
Los pasajeros están embarcando, estamos con combustible y yo no lo puedo creer. Le digo que se los lleve ( se los lleva) y me quedo en el galley pensando en lo triste de mi destino.
Abro el horno y encuentro el omelette verde. Tengo el estómago pegado al pulmón. Con los ojos cerrados pincho un pedazo y cuando estoy degustándolo ( no sabe mal) me suena el interphone. La jefa quiere saber por qué no estoy en el embarque. Por desgracia, encima, con su mirada láser, me ve masticar.
Con el espítitu derrotado, vuelvo a la cabina.
Embarcamos, es la una menos diez.
Despegamos, y en el jumpseat giratorio, me tomo un vaso de líquido que alguien me alcanza gracias al cielo. Me humecto las entrañas mientras el avión se sacude y la gente, tensa, mira por las ventanillas.
Yo sueño con un marinero que  tiraba una cuerda a un perrito que estaba comiendo en un balde azul, mientras  venía un tipo con unos bifes con olor rico y alguien aprieta el flush.
Ah que bien, me despierto con el sonido del flush, lo que significa que un pasajero se paró con los carteles encendidos, me pasó por adelante mientras me quedé dormida en el jumpseat giratorio y se metió en el baño. Encima me quedé dormida con el vaso en la mano, onda, de borracha es eso. Todo mal.
Se asoma la cabecita mínima de la jefa, allá por el fondo y hace el anuncio recordando a los pasajeros que deben permanecer sentados. Eso quiere decir que me vio.

Lindo debriefing te espera, V.

Finalmente, se detiene la turbulencia, se cortan los carteles. Arriba, a trabajar. Son las 14 horas y el descenso empieza a las 15.
Lo que corremos, no tiene precedentes.
Y acá es cuando ustedes dicen que en Lapa hacian Córdoba con comida caliente, choice, champagne y repetición de vinos.
Siii, ya sé, somos unos muertos, no entendemos nada. No nos importa.

Termino el servicio y corro a armar el carro de duty free, salgo a la cabina, hago dos ventas manuales, dejo pasar a 365 personas que van y vuelven del baño, entrego biromes, le paso por encima a unos diarios, golpeo 7 rodillas, piso una mochila, le salvo la vida a un bebé recordándole a la mamá que la cabeza va del lado de adentro. Nos mandan a asegurar cabina y yo estoy en el galley con el delantal puesto pero desanudado, el pañuelo a medio poner, el rodete explotado, el labial corrido hacia arriba, metido en  las comisuras secas de mi boca, el chivo a pleno, el culo ni te cuento y el duty free sin cerrar.
Me falta plata, me faltan cupones, me quiero matar.
Escribo informes como condenada y finalmente, del delantal de mi compañera, aparecen los faltantes.
La congelo con la mirada, abro los sobres, meto más informes y aterrizo en el giratorio con los papeles encima y la birome detrás de la oreja.

EZEIZA.

Bajamos en la posición 30.500, nos vienen a buscar y paseamos por plataformas que no sabíamos que existían. En migraciones, hay cuatro sillas de ruedas, mamás con bebés, dos mujeres embarazadas y tres tripulaciones más. Genial, somos los últimos. Para siempre.

Derrotada, recorro el Duty. Agarro un Jagermeister y unos chocolates y voy a pagar.
Los pasajeros en la fila me reconocen del vuelo.
Con mis brazos caídos al costado del cuerpo y el Jager colgando, quiero decirles, SI, soy alcohólica, ahora puedo serlo, cuando llegue a mi casa, puedo embriagarme y vomitar, puedo sentarme en el inodoro y mear sentada como corresponde y puedo comer COMIDA y tomar agua, y sales minerales, y puedo tirarme a la cama y dormir como duermen ustedes mientras yo me presurizo más y más, puedo darme una ducha de agua caliente y gritarle a los azulejos, puedo apoyar la cabeza en la almohada, puedo DESCANSAR.

Soy la primera en la fila, la cajera del duty sonríe con lástima ante esta azafata devaluada.
-De qué vuelo venís? dice mientras tipea.

-Del Triple Santiago.

A ver si paramos un poquito.

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He estado dialogando con algunas personas acerca de la posibilidad de que el Bitching se haya vuelto careta. Los motivos por los que estos seres creen que yo he cambiado mi modalidad vulgar, sería el blanqueamiento de mi personalidad ante la jefatura de nuestra amada empresa.Déjenme decirles que no.

Me cansé de advertirles que el FBO estaba entrando en una época oscura, hasta me retiré del blog para no aburrirlos con las tinieblas en las que me encuentro cómodamente recostada en este momento.La jefatura sabe quién soy.

Chocolit for the notice.

Acaso alguno pensaba que las altas cumbres desconocían mi verdadero nombre? Ilusos.
Lo que pasa es que este blog es demasiado adorable, ahí tienen. Y ni siquiera ellos podían resistirse a la tentación de leer las imbecilidades que el mismo contiene.

El FBO cambió y lo sé. Ha cambiado de manera radical y por tiempo indefinido.
Por momentos me encantaría hacerlos reír con disparatadas animadas del capitán de ayer y hoy pero no me sale, los capitanes se han vuelto amigos, enemigos o simplemente torres. Que torran,  eso quiero decir. Y hablar de los jefes ya no puedo, porque ahora desde el galley delantero, no se ven jefes más que en algún vuelo en traslado o en una reva. Y sentadita en mi jumpseat de jefita nueva, nadie me dice la verdad. Ahora todos son copados y trabajan espectacular, no me quieren dar letra ni ponerme cara de orto, ahora todos son unos divinos bárbaros así que por qué no se van un poquitito a lavarse las tetas.

No me vengan con que el bitching cambió. Si quieren leer más de lo mismo agarren el mouse y aprieten el link que dice Marzo del 2010, vuélvanlos a leer.
Acá estamos en un ambiente dinámico, loco, todos los días abrimos el pisco de manera diferente por circular, todos los días cargamos combustible con una fraseología diferente, todos los días nos cambiamos los zapatos en distinto lugar ( anoche por ejemplo me los cambié en la plataforma del aeropuerto de Mendoza a las 22.40 hora local).

Adaptémonos unos a otros.
Abracen el nuevo bitching, aprendan a llorar.
Si.
No me importa Capitán, si sos un poronga de aquellos y vos no llorás. No me importa si tenés seis pibes y tu mujer es una conchuda del orto, no me importa si vos First Officer sos un groso ex Fuerza Aérea y la tenés enorme y te vas de vacaciones a La loma de los grosos. Acá hay que llorar.
Acá se toma lección los Lunes y todos tienen que saber quién es Bamba, acá hay que saber que hay invisibles que no nos dejan respirar. Acá nos mantenemos al tanto de las renuncias recientes, de los cambios del nuevo Ife, de las almohadas del Holiday Inn. Acá estamos para cosas serias, hombre, acá estamos para pensar.
¿Qué se cree?¿Qué soy, el payaso del holding? Ah no. Eso sí que no.

Nos tomamos de la mano en próximo curso de factores humanos integrado, le pedimos al instructor que baje las luces y con música de embarque, hacemos un minuto de silencio por esta nueva oscuridad.  Nos abrazamos con la gente de roles, nos tomamos la hostia del perdón, y nos besamos con tráfico y coordinadores, olvidando que me quieren embarcar 34 minutos antes porque es remota.

Y ahora que estamos todos en la misma sintonía de amor y de paz… les dejo un besote grande a todos desde mi cuarta posta en Mendoza del mes, con las manos secas por el clima del orto que tiene esta ciudad que me seca hasta la parte más intrínseca de la argolla y le mando saludos a todos mis amigos Mendocinos que los quiero mucho.