Tiempos de lucha

En tiempos de lucha, surgen los líderes.
En tiempos de lucha, se divide y se reina.
En tiempos de lucha, se revuelven los ríos… Y ganan siempre los mismos.
Empresas, corporaciones, sindicatos, gobiernos… Y debajo de ellos, ni siquiera somos peones, apenas si somos lumpen.
Tengo el útero vacío de críos pero repleto de odios. Le estoy dando vida a un engendro que se alimenta de lo que entra por mis ojos y se filtra por mi piel. Se respira el asco de este suburbio de país.
La inmundicia humana es más fuerte que el estiércol. Reconozco sus miradas, percibo su olor, siento su tensa desesperación.
No hay paz.

Claramente, hemos sido expulsados del paraíso.

En la repartija de plagas y maldiciones, se decidió privarnos de los desastres naturales: no tendríamos huracanes, no tendríamos terremotos, no tendríamos tsunamis ni ciclones. Nos tendríamos a nosotros mismos, y sellando el sobre con la sangre roja de nuestros indios, alguien sonrió de costado.

Hoy hay una luna llena y celeste, hoy puedo pedir un deseo aunque no crea en casi nada más que en este exacto momento en el que estoy viviendo, en el paso que está un paso adelante de mi pie, en el cielo que he visto y he tocado alguna vez.
Mi deseo no se lo voy a contar a ustedes, claro está. Pero esta noche será pedido, y por la fuerza que se me ha concedido, sé que será cumplido.
Nada más tengo que sentarme en el umbral de mi puerta y esperar… esperar…

Y ya podrán venir por mi todos estos demonios que ustedes han votado. Ya podrán robarme a mis animales y las canciones que escucho, ya podrán meterme en un pozo oscuro e infinito, ya podrán cortarme los dedos para que nunca más vuelva a escribir…
Pero mi deseo se hará realidad.

Lo dijo Dargelos cuando yo era chiquita y no sabía por qué lo cantaba “la libertad, es un estado en la mente”.

Todas las noches salgo a pasear a la perra pensando que puedo no volver.
Quizás me maten, quizás me lleven, quizás me violen tanto que no quede nada de mí.
Que alguien me diga, qué diferencia tiene esto con el proceso.
El modelo, el proceso, el modelo, el proceso.
El ejército de las calles nos ha tomado de rehenes.
No podemos salir de nuestras casas, no podemos salir de nuestros barrios, no podemos salir del país.
No podemos trabajar y ganar algo sin sentir culpa, no podemos comprar lo que queremos, no podemos conocer los lugares que queremos conocer, no podemos leer lo que nos parece, no podemos creer lo que nos gusta creer, no podemos pensar… No podemos PENSAR.
Todos debemos ser iguales.
Todos debemos ser iguales.
Todos debemos ser iguales.
Todos debemos ser iguales.

Igual de necios, igual de grises, igual de muertos.

Todos debemos ser iguales.
.
.
.
.
.
.
.
Menos ellos.

.
.
.
.
.
Los que apuntan a nuestra cabeza desde la comodidad de sus sillones.
Los que apretan el botón rojo desde el búnker mientras les chupan la pija nuestras primas, a las que les desatan las manos únicamente para que les toquen las bolas y les metan el dedo en el culo mientras aclaran que eso no es de puto.

Yo me he retirado.
Por si no se dan cuenta, me he retirado hace rato.
No miro sus ojos, no respiro sus gases, no juego este juego.
La luna llena y celeste de esta noche no me deja mentir.

Hay otra manera de vivir esta vida.
Despierten. Miren esta luna.

.
.
.
.
.

.
.
.
.
.
.
.
.

O acaso nadie se dio cuenta de que lo único que importa es el amor.

1 comentario en “Tiempos de lucha

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.