Qué gusto verlos.
(canción)
No puedo decir que el asunto que me alejó del bitching esté solucionado, pero evidentemente, la tormenta se ha mudado a algún lugar del cerebro en el que ya no me impide pensar.
Igual, todo esto es raro.
La muerte es rara. Los finales, el abandono, la aceptación. Todos son sentimientos que dejan aprendizajes que uno quisiera no tener, una dureza y una coraza que no sé qué bien le hacen al propio espíritu. Se duda de todo, de lo que uno quiere ver, de lo que quiere hacer, de lo que quiere ser. La ausencia del cuerpo del otro, la necesidar de tocar algo que positivamente se sabe que ya no se tocará. Uno sabe que, ahora sí, existe un imposible. Mi abuelo se lo decía a mí mamá y mi mamá a mí: ” lo único que no tiene arreglo es la muerte”. Y bueno, eso no lo puedo arreglar. La gente se va, los perros se van, incluso la gente que no muere también se va, te deja, se aleja… y a su manera, muere también. Ya no los podemos tocar.

Asumo mi posición de protección.
Acepto que ya nada es lo que solía ser.
Tengo una perra nueva, se llama Adela. Es graciosa y divertida, juega, es cariñosa y hermosa. La amo.
No es Bamba.
No es.
Ayer en una ceremonia privada entre ella y yo, le regalé el collar de la Bamba. Y no sé qué sentí. Acaso me sentí una prostituta inmunda, acaso me transformé en una traidora a mi patria culina, acaso fuí como una madre que transforma la habitación de su hijo muerto en un burdel? Yo solo quise reciclar. Quise que Adela se sienta parte de mi familia, y quise que ese collar, hermoso, único y bello collar, tuviera una nueva vida al lado de una flaca buena y dulce que llegó para curar. Quizás solo quise dejar de tener cosas guardadas en el placard que son dolorosas de ver. Hacer desaparecer el fantasma de lo que no se habla, de lo que no se dice y de lo que no se quiere ver.
Adela me miraba a los ojos mientras yo sostenía el collar y le explicaba que ESTE era un objeto mágico, único. Le dije que era de Bamba y que ahora, como ella era de la familia, lo iba a poder usar. Y mientras debatía conmigo misma y mis manos se negaban a ponérselo en el cuello, mientras le pedía permiso en silencio a la Bamba que todo lo ve… Adela metió su cabeza en el collar y sonrió como solo lo sabe hacer un galgo.
Lloramos.
Lloramos Adela, Bamba y yo… quizás solo lloraba yo, es verdad, pero sé que estuvimos juntas en ese momento, entendiendo que la vida es cíclica, que todo sigue, y que aquellos que se van, nunca se van realmente, sino que nos guían en nuestro camino desde otro plano; un plano invisible y quizás algo lejano, hasta que podamos volver a festejar nuestra libertad.

Hoy no somos libres, no. Al que crea que estar vivo es libertad, lo envidio. Estar vivo es aprender, estar vivo es enseñar, es curar, es volver a empezar. Cada vez más creo que el mundo es una conjunción perfecta entre Matrix, Ghost, Más allá de los sueños y todo el anime que entre en mi pendrive. Ya lo he dicho antes, somos plastiquitos de colores en este juego de la vida, vamos comprando nuestras casas, teniendo nuestros hijos, dormimos, comemos, besamos, lloramos, jugamos este Truman Show. Pero la verdad está detrás, y lamentablemente, cuando somos realmente libres para verla, ya no tenemos los recuerdos que hoy estamos creando como para confirmar o refutar las teorías. Simplemente ya no nos importa, porque la libertad nos ha invadido demasiado adentro, y todo lo demás, no existe.

Así que así estamos.

He comenzado de nuevo con mi autito vacío.
Voy recorriendo los casilleros mirando con desconfianza a aquellos que quieren subir, todos hablan, todos dicen, todos juran… No les creo aún.
Lo siento.
Seguiré con mi autito vacío hasta que haya logrado flexionar mis codos y mis rodillas sin que las costras de mis heridas se cortajeen y goteen sangre. Cuando esté cicatrizada, pararé en un motel de ruta, sola, miraré las estrellas y sentiré el viento y lo que se me salga del centro de la argolla, haré.
Sin más.
For Bitching Only ha regresado.
Tenés ganas de leer?